No existen los valores: existen las personas

El defensa del FC Barcelona Gerard Piqué se retira lesionado durante el partido frente al Manchester City.
El defensa del FC Barcelona Gerard Piqué se retira lesionado durante el partido frente al Manchester City.
EFE
El defensa del FC Barcelona Gerard Piqué se retira lesionado durante el partido frente al Manchester City.

Tan importante como determinar a los campeones de esta temporada será aclarar qué son los valores de un club y qué se cuece en los palcos. Piqué puso la cuestión sobre la mesa después de que la selección ganara en París, en un sorprendente cambio de tema que confirma su afición a los dardos. Hay gente que no soporta un día de mar en calma.

Lo que más llama la atención de las críticas de Piqué es el disparo al bulto.

Cuando señaló al palco del Bernabéu como centro de influencias extradeportivas pareció decirnos que en el palco del Camp Nou solo se habla de la defensa de tres y de la receta de la salsa romesco. En un aspecto sí le damos la razón. Algo se contaminó en el ecosistema del fútbol cuando en los palcos dejó de hacer frío y se comenzaron repartir canapés calientes. Aquello atrajo a un sinfín de advenedizos con más interés en las gambas con gabardina que en el juego y más preocupados por lo suyo que por el marcador. A partir de aquí, las conversaciones han brotado espontáneamente: concesiones, desconexiones y otros sistemas de presión alta. Pocas cosas unen tanto como el color de la camiseta interior.

La alusión a los valores es una cortina de humo. Todos los clubes reclaman para sí unos valores indeterminados que si fueran enumerados coincidirían en un 99% con los valores del club rival. A saber: humildad, honor, coraje, respeto, sacrificio y, llegado el caso, amor por los delfines. Florentino Pérez aseguró en su momento que Mourinho representaba los valores del madridismo y lo mismo dijo luego de Zidane. Antes de presentar su dimisión, Sandro Rosell también se refería con frecuencia a los valores del barcelonismo y el último en hacerlo ha sido Luis Enrique que, hasta donde se sabe, no abandonó el Real Madrid por unos mejores valores sino por un mejor contrato. Créanme: lo que distingue a los clubes (empresas o comunidades de vecinos) no es la integridad de los valores, sino de las personas.

Pero vayamos al fútbol sin gabardina. Para puntuar en el Bernabéu, el Alavés hubiera necesitado más puntería, a Marcos Llorente y el VAR. Le faltó todo eso y le sobró Benzema. No hay mejor estímulo que el despecho y el francés, excluido de su selección, juega ahora contra los escépticos de aquí y de allí. Él inició la jugada del primer gol (en fuera de juego) y la remató después de hacer una pared con Carvajal. Entre los muchos tipos de futbolistas que existen hay uno muy particular: el jugador que te pide un balón y a cambio te muestra en camino.

Cuando Benzema fue sustituido (81’), el Bernabéu aplaudió muy fuerte con una doble intención: agradecerle el esfuerzo y criticar el cambio. Ni Bale ni Cristiano habían hecho más méritos para seguir en el campo y se apresuraron a hacerlos. El portugués lanzó a Isco en el segundo gol y un chut del galés contra el larguero propició el cabezazo de Nacho que valió el tercero. Así son las absoluciones del Bernabéu. Se tarda más en rezar dos padrenuestros y tres avemarías que en marcar dos goles.

El Barça se presentó en Granada sin Messi y Piqué, y le importó bien poco. Se esperaba a Neymar, pero fue Luis Suárez quien marcó el terreno. Lo hizo con un gol (23 en Liga, 10 asistencias) y con la media docena que pudo anotar. Quienes se impacientan por sentar al brasileño en el trono del fútbol deben esperar porque hay cola.

El Atlético de Madrid, por su parte, venció como más excita a sus seguidores: sin gastar. A los 21 tiros del Málaga (cinco entre palos), el equipo de Simeone respondió con siete disparos, seis entre palos y dos goles (Koke y Filipe). No fue un triunfo de belleza incomparable, pero sirve para que el equipo se reconozca a sí mismo y la afición se sienta segura. Atrás quedan los tiempos en que se elogiaba al Cholo por explorar nuevas formas de fútbol espectáculo acorde con la calidad de la plantilla. Por cierto, sexto partido del Málaga sin ganar (tres con Míchel) y alerta de colisión: el descenso queda a cinco puntos.

El Sevilla ya es el cuarto en discordia. No pasó del empate frente a un Sporting al alza y prosiguió con su derrumbe, tres puntos en los últimos cuatro partidos. El equipo que deslumbró en el Torneo de Apertura (campeonato de invierno) se deshace en el Torneo de Clausura (o Liga Luis Aragonés). Para agravar la nostalgia, la realización televisiva no dejó de enfocar a Monchi en la grada. Hay una lógica estética en todo este asunto. Después de vivir en Sevilla, uno solo puede emigrar a Roma.

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