Michael Robinson: "El fútbol español es el más bonito, pero quizá sea de los más tramposos"

  • El exfutbolista y comentarista deportivo cumple diez años al frente de 'Informe Robinson', programa que se emite en el canal #0 de Movistar+.
  • "En ningún caso me acusaría de ser majo", se sincera en '20minutos'.
  • Reside en España, junto a su mujer, desde 1987: "Cuando vinimos por segunda vez decidimos no hacer planes... y resulta que llevo ya 30 años aquí".
Michael Robinson, posando para '20minutos'.
Michael Robinson, posando para '20minutos'.
JORGE PARÍS
Michael Robinson, posando para '20minutos'.

Hablar de —y con— Michael Robinson es hacerlo de fútbol. De deporte en estado puro. Tiene 59 años y ha vivido la mitad de su vida en España, aunque sigue sin perder su característico acento británico. Ese con el que se coló, primero, en los cromos de los aficionados al fútbol español a finales de los ochenta y, después, en la casa de los telespectadores recién estrenada la década de los noventa. Desde entonces no ha salido, pese a que reconoce algún que otro tropiezo en esto de la comunicación. Claro, sincero, directo y con una pícara sonrisa que le sobresale cuando le hablan de Informe Robinson, programa que conduce y que cumple ya una década en emisión.

Diez años en antena. ¿Es un privilegiado?

Me siento privilegiado, no por los diez años, sino porque me han permitido hacer lo que yo quería hacer. Ese es el privilegio, que alguien te tenga fe y estima suficiente para que te diga "haz lo que quieras". Informe Robinson me permite expresarme tal y como yo deseo hacerlo. Esto, para mí, fue muy importante porque pensaba que estaba acabado para este oficio, ya que estaba viendo el rumbo que había tomado la televisión y no me gustaba ni un pimiento. Sospechaba que después de 'Maracaná', que para mí fue un alarde de estupidez, yo no tenía cabida en esta industria. Cuando empecé a hacer Informe Robinson pensaba que, si fracasaba, al menos sería haciendo lo que yo quería y sentía.

¿Se llegó a sentir fracasado o arrepentido por algo?

Sí. Me arrepiento de haber hecho Maracaná, que vino tras El Día Después. Yo sabía que era malo y les dije que era malo, pero no me oían. Sentí que, si me iba, dejaría al equipo con diez. Así que sentí una obligación moral de hacerlo, aunque siempre protesté y descalifiqué todo lo que pude. Cometí el error de haber hecho el primer programa y, aunque pareció que di un plantón feo, y tal vez lo era [Robinson dejó Maracaná tras su estreno], no podía hacer un programa más, porque si mi padre hubiese sabido cómo me ganaba el dinero, seguramente me habría mandado a la cama sin cenar. Eso es lo único que me reprocho en estos 27 años, ese fue mi mayor error.

¿Se queda con alguna anécdota de todos estos años?

Pues supongo que con la que tiene que ver con la imagen que doy. Si me preguntas cómo me definiría, la verdad es que no te sabría responder. Supongo que para mucha gente soy algo distante y con ciertos aires de arrogancia, que viene más bien en el ADN de casi todo británico. Yo no deseo ofrecer esa imagen pero, de vez en cuando, sí es lo que hay. Eso sí, si alguien rasca para buscar barniz, encontrará también ciertos registros de cercanía. Pero en ningún caso me acusaría de ser majo (risas).

¿Pero se siente querido?

Sí. Evidentemente, por ser comentarista deportivo me dicen también de todo, pero entiendo que son las reglas del juego. Que me paren por la calle, en un restaurante o en el cine a mí me lleva pasando desde que debuté como futbolista con 16 años. Desde que dejé el colegio ha sido mi forma de vida. Desde niño me han pedido autógrafos.

¿Y criticado?

A mí me salvó un tal Rudyard Kipling, poeta inglés, que me enseñó que para ser hombre tienes que saber navegar entre los dos impostores que nos invaden la vida, el fracaso y el éxito, y tratarlos con la misma indiferencia. Yo he logrado hace unos años poder hacer esto y sentirme un poco más cómodo en mi propia piel. Eso no quiere decir que soy inmune ante la crítica negativa o positiva. No, no he logrado esa insensibilidad, pero sí que he conseguido saber que no soy ni tan malo ni tan bueno.

Hablemos de fútbol, con sus cosas buenas y malas...

Evidentemente, la violencia en el fútbol es terrible. Creo que es un problema social, pero el fútbol no debe ignorarlo. Estoy un poco harto de que yo, en mi etapa como jugador en Inglaterra, padecía a los aficionados ingleses, que son muy bélicos, y que la gente del fútbol decía que era un problema social y miraban para otro lado. Me molestaba muchísimo. Ahora, en Inglaterra, en el fútbol base, el árbitro tiene la potestad de expulsar de las instalaciones a cualquier persona que grita negativamente en el campo. Me gustaría ver que el fútbol profesional hace algo al respecto. Aunque pienso que el fútbol por sí solo no puede arreglarlo. El fútbol y sus plantas nobles no suelen arreglar nada casi nunca. Con demasiada frecuencia vemos futbolistas en la Liga española fingir, hacer trampa, parece que la trampa está tácitamente aceptada. Pero para mí no debería de ser así, porque nuestro fútbol es el más bonito y más vistoso, pero quizás esté entre los más tramposos, algo que me hiere un poco.

Lleva 30 años en España. ¿Qué le hizo quedarse y qué ha aprendido?

Toda mi vida de casado, hace muchos años y con mi novia del colegio, he estado haciendo planes. Pensaba que me quedaría en cada ciudad que he vivido —Liverpool, Londres, Pamplona...—, pero cada vez que he hecho planes siempre venía algo que los estropeaba. Estropear no en plan mal, sino como sinónimo de cambio de dirección. Cuando vinimos a España por segunda vez decidimos no hacer planes...y resulta que llevo ya 30 años aquí (risas).

Michael John Robinson (Leicester, Inglaterra, 12 de julio de 1958) es un exfutbolista británico, presentador y comentarista deportivo en diversos programas en España, país donde reside desde 1987. Como futbolista jugó en equipos como el Liverpool, el Queens Park Rangers o el Atlético Osasuna. Fue 24 veces internacional con Irlanda.

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