Rafa Nadal siempre vuelve: ni las lesiones han podido con él

El tenista Rafael Nadal muerde el trofeo del US Open, tras ganar su tercer entorchado en Nueva York ante el sudafricano Kevin Anderson (6-3, 6-3, 6-4). La victoria en torneo supone el decimosexto título para el jugador manacorí.
El tenista Rafael Nadal muerde el trofeo del US Open, tras ganar su tercer entorchado en Nueva York ante el sudafricano Kevin Anderson (6-3, 6-3, 6-4). La victoria en torneo supone el decimosexto título para el jugador manacorí.
Justin Lane / EFE
El tenista Rafael Nadal muerde el trofeo del US Open, tras ganar su tercer entorchado en Nueva York ante el sudafricano Kevin Anderson (6-3, 6-3, 6-4). La victoria en torneo supone el decimosexto título para el jugador manacorí.

Nunca, nunca, nunca hay que dar por enterrado a Rafa Nadal. Esa es la conclusión que hay que sacar no solo de este US Open sino de todo el año 2017. Empezó la temporada con muchas dudas y como número 9 del mundo y la va a acabar a lo grande, con dos Grand Slams más en el bolsillo (Roland Garros y US Open) y como 1 del mundo.

Lo más impresionante con el tenista balear no es sólo lo conseguido esta temporada, es el cómo. Sin ir más lejos, su paso por el Abierto estadounidense ha sido arrollador, no cediendo más que dos sets en el torneo.

Quince años en la élite de un deporte tan exigente como el tenis son muchísimos, y la carrera de Nadal, un deportista que basa buena parte de su juego en el físico, ha estado plagada de problemas con las lesiones.

El balear ha pasado dos momentos críticos a lo largo de su carrera, y de los dos ha logrado levantarse para volver aún más fuerte, si es que eso era posible. El primer gran revés de su carrera llegó en 2012. Su lesión en el tendón rotuliano de la pierna izquierda le hizo decir basta tras caer en la segunda ronde de Wimbledon ante Lukas Rosol, algo más de un mes después de haber levantado su séptimo Roland Garros tras superar en la final a Novak Djokovic.

La lesión le hizo perderse los Juegos Olímpicos de Londres, en los que iba a ser el abanderado español, y le tuvo siete meses fuera de las pistas de tenis.

Su regreso fue arrollador, el de un campeón. Volvió a levantar la Copa de Mosqueteros en Roland Garros, por octava vez, y cerró el año con su segunda victoria en el US Open y como número 1 del mundo.

Sin embargo, los problemas con las lesiones vuelven en 2014. Tras alcanzar la final de Abierto de Australia, se tuvo que retirar del partido ante Wawrinka por fuertes dolores en su espalda. Ganó Roland Garros, pero una lesión en su muñeca derecha le impide disputar la gira norteamericana. Además, fue operado de apendicitis.

El año 2015 fue, posiblemente, el peor de su carrera, pues cayó en cuartos en Australia y París, en segunda ronda de Wimbledon y en tercera de Estados Unidos, lo que le hizo caer hasta la 10ª posición del ranking, la peor desde que tenía 18 años.

En 2016, alternó buenos momentos, como sus victorias en Montecarlo y Barcelona, con decepciones como el abandono en Roland Garros, por culpa esta vez de la muñeca izquierda. No participó en Wimbledon y, pese a que ganó un oro olímpico en dobles, su año volvió a no ser bueno, con derrota ante Lucas Poille en octavos del US Open.

Otra vez tocaba levantarse, y otra vez lo ha vuelto a hacer. Su 2017, con dos Grand Slams (Roland Garros, US Open), una final (Abierto de Australia) y otros tres títulos (Hamburgo, Barcelona, Madrid), además de su 1 del mundo, dejan claro que estamos ante un tenista distinto, especial. Quizás el mejor.

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