Un recorrido interplanetario por las siete lunas más curiosas y espectaculares del Sistema Solar

  • Dos pequeños satélites de Plutón: Estigia y Cerbero, acaban de ser bautizados.
  • Son dos lunas diminutas y heladas, pero en el Sistema Solar hay muchas otras con ríos, nubes, géiseres gigantes...
  • El lugar del Sistema Solar con más posibilidades de albergar vida es Europa, un satélite de Júpiter.
Recreación artística de la sonda Huygens aterrizando en Titán
Recreación artística de la sonda Huygens aterrizando en Titán
CRAIG ATTEBERY / NASA
Recreación artística de la sonda Huygens aterrizando en Titán

Un mundo con cielos de color naranja donde llueve metano. Un océano bajo una kilométrica capa de hielo por el que pululan formas de vida nunca vistas por el hombre. Un paisaje infernal en el que parece nevar azufre. Géiseres que lanzan chorros de hielo al espacio. Todos ellos parecen lugares sacados de una novela de ciencia ficción. Sin embargo, son paisajes tan reales como el skyline madrileño o las playas de Benidorm: están en las lunas que pueblan nuestro Sistema Solar.

Dos satélites, Cerbero y Estigia, acaban de saltar a la palestra debido a su reciente bautismo. Son las dos nuevas lunas de Plutón (que hace siete años perdió su condición de planeta para convertirse en un mísero “planeta enano”, a pesar de lo cual se le conocen ya cinco satélites) y constituyen sólo una pequeña muestra de los cientos de lunas que hay en el Sistema Solar. No son unos ejemplares especialmente interesantes: se trata dos cuerpos minúsculos (apenas unas decenas de kilómetros de diámetro), fríos y yermos. Afortunadamente para los amantes de la astronomía, no todos los satélites de nuestro vecindario son tan aburridos como ellos. Éstos son algunos de los más espectaculares y extraños:

Ío (Júpiter): El volcánico. Este satélite de tamaño similar a nuestra Luna (unos 3.500 km de diámetro) es un auténtico infierno con lagos de lava y cientos de volcanes activos. Su proximidad al gigantesco Júpiter hace de él (por la influencia de la gravedad en su núcleo) el cuerpo más volcánico del Sistema Solar. Está cubierto por una fina capa de azufre: éste es expulsado desde su interior a través de géiseres que alcanzan una altura de hasta 300 kilómetros. Luego, el azufre va descendiendo y depositándose en la superficie. Debe su nombre a la mitología griega: Ío era una doncella, sacerdotisa de Hera, que fue amada por Zeus.

Europa (Júpiter): El sueño de un astrobiólogo. Europa es ligeramente más pequeña que nuestra Luna y tiene una superficie lisa que la hace parecer una bola de billar. Es, en opinión de los científicos, el lugar del Sistema Solar donde es más probable que exista vida. El motivo es el enorme océano de agua salada que se esconde bajo una gruesa capa de hielo de varios kilómetros de espesor. El océano podría tener entre 100 y 200 km de profundidad y albergar formas de vida que recibirían calor del núcleo. En la mitología griega, Europa era una mujer que fue raptada por Zeus en forma de Toro.

Titán (Saturno): El fascinante. El satélite más grande de Saturno (más de 5.100 km de diámetro: mucho más grande que nuestra luna, aunque no tanto como La Tierra) tiene montañas, ríos, lagos y nubes. Su situación, composición y temperatura permiten que allí se produzca un fenómeno similar al del ciclo del agua, pero con metano. Éste se evapora, se condensa en nubes, cae en forma de lluvia y forma ríos y mares. Tiene una atmósfera muy densa que confiere a sus cielos un color anaranjado. En la mitología griega, los titanes eran una raza de poderosos dioses.

Mimas (Saturno): El cinematográfico. Este pequeño satélite (poco más de 400 km de diámetro, menos de una décima parte de nuestra Luna) sería una anónima y anodina bola de hielo de no ser por una cosa: un gigantesco cráter que ocupa un tercio del diámetro del propio Mimas y que le da un parecido asombroso a la Estrella de la Muerte de Star Wars. Debe su nombre a un gigante de la mitología griega hijo de Gea y Urano.

Encélado (Saturno): El refulgente. Esta luna que no llega a los 500 km de diámetro es el cuerpo más brillante del sistema solar. Su blancura refulgente se debe a que está cubierto de hielo recién caído. Esta nieve procede del interior del satélite, del que escapa en forma de enormes géiseres. Las columnas de hielo son disparadas hasta una altura tal que parte del material escapa de la atracción gravitatoria de la luna y acaba alimentando los anillos de Saturno. Algunos científicos creen que podría tener océanos subterráneos susceptibles de albergar vida. Lleva el nombre de un gigante de la mitología griega que brotó de la sangre de Urano cuando éste fue castrado por Crono.

Hiperión (Saturno): El raro. Imagínese una esponja gigante orbitando Saturno y sus espectaculares anillos. Pues esa ‘esponja’ existe. Se llama Hiperión, mide 350 km de diámetro en su parte más ancha y está más agujereado que un queso de gruyere. Lleva el nombre de un Titán hijo de Urano y Gea.

Miranda (Urano): El más sobrecogedor. Un mundo retorcido, de líneas imposibles, que parece haber sido sometido a algún tipo de tortura planetaria. Mide 480 kilómetros de ancho y probablemente haya sufrido en el pasado un impacto colosal que provocó que su interior se fundiera y saliera parcialmente al exterior. Su nombre es el de uno de los personajes protagonistas de La Tempestad, de Shakespeare.

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