De maltratada a monologuista para enseñar a los adolescentes que "no solo duelen los golpes"

  • Pamela Palenciano, 31 años, fue maltratada por su novio de los 12 a los 18 años.
  • Con un sobrecogedor monólogo echa abajo los clichés del amor romántico, al tiempo que ayuda a los jóvenes a detectar primeros signos del maltrato.
  • "Ahora es peor. Lo que yo viví en seis años, ellas lo sufren en 6 meses".
  • 25-N: día internacional por la erradicación de la violencia contra la mujer.
  • El 29% de las adolescentes sufren control abusivo por parte de sus novios.
Pamela Palenciano.
Pamela Palenciano.
JORGE PARÍS
Pamela Palenciano.

"Ojalá alguien me hubiera contado a mí lo que yo les cuento a los adolescentes. Ojalá me hubieran explicado que por amor no se sufre, que hay abrazos que duelen". Pamela Palenciano, de 31 años, fue una adolescente maltratada por su primer novio (entre los 12 y los 18 años). No le denunció entonces porque "ni sabía que aquello se llamaba violencia machista". Lo denuncia ahora a diario de gira por institutos con su brutal monólogo ( 'No solo duelen los golpes'), en el que desmonta la "mentira del amor romántico" y con el que ayuda a detectar los primeros signos del abuso machista.

En el salón de actos del instituto de secundaria Victoria Kent de Torrejón de Ardoz un centenar de quinceañeros ni pestañean durante las dos horas en las que Pamela desnuda su vida sobre el escenario. Se palpa que interesa lo que les cuenta y, sobre todo, cómo se lo cuenta. Pamela habla el idioma de los chavales —plagado de coloquialismos y tacos—, recurre a Crepúsculo o a A 3 metros sobre el cielo para extraer el jugo sexista de sus tramas, y usa grandes dosis de humor que provocan la carcajada. Pero también remueve hasta las vísceras cuando se pone en su piel de niña atemorizada y violentada al escenificar su propia historia, la de demasiadas adolescentes de hoy.

Terminada la función, tras la ronda de preguntas sobre cómo sobreponerse a un abuso continuado, varias chicas se acercarán al escenario para confiarle a Pamela que se han visto reflejadas en el espejo de su monólogo.

Gags y mensajes "sin anestesia"

"Alucino con lo que me cuentan. Ahora es incluso peor. Van más rápido que cuando yo lo sufrí" —explica Pamela relajando la musculatura tras su exigente espectáculo—. "Lo que yo padecí a lo largo de seis años escalonadamente hay chicas que ya lo han vivido en ¡seis! meses de relación. El control es total. ¡Tienen 'apps' que les dicen dónde están! ¡Se pasan las contraseñas de sus redes sociales! ¡Se espían!"

La pose 'clown' y un estilo a lo Club de la Comedia sirven a Pamela para interpretarse a sí misma, a su exmaltratador (Antonio), a sus amigos de Andújar (Jaén), a su familia, y hasta a aquellas vecinas del bloque de la barriada que no siempre interpretan bien lo que ven. El sólido discurso cuestiona, en el fondo, las relaciones de poder. Y el monólogo se vuelve taller al obligar a cada espectador a revisar su propia historia afectiva.

La de Pamela arranca cuando a los 12 años se enamora de un guapo aficionado al break-dance dos años mayor que ella. Estaba convencida de que Antonio encarnaba el amor verdadero, el de los cuentos de príncipes y princesas, vampiros ahora. Antonio y Pamela estaban predestinados a formar una unidad, aunque en el camino Pamela tuviera que dejar de ser ella misma. Poco a poco, renunciará a salir con sus amigas, a llevar minifalda en público, a abrazar a su mejor amigo del instituto y a bailar 'break-dance'. Ya decía Antonio que "las mujeres son más débiles y no pueden hacer lo que un hombre".

Pamela tira abajo decenas de clichés sexistas en el monólogo. La cosificación de las chicas, el culto al físico, los celos como expresión de amor... Unos se asumen, otros son rebatidos con murmullos, algunos incomodan y revuelven el patio de butacas. Las adolescentes ahora asienten con garbo cuando la actriz da por supuesto que aquí, en el instituto Victoria Kent,  "si Juan deja a Sonia y al día siguiente se morrea con otra, no aparecerá una pintada en el baño que diga: 'Juan es un zorro, un puto, ¿cuánto cobra la hora?' Pero si es Sonia la que se besa con otro, entonces sí". La carcajada es sonora cuando Pamela adopta como un mecano la pose de "machito espatarrado" que todo joven domina al dejar el instituto.

Control, dominio, aislamiento

Entre gag y gag, "sin anestesia", la joven actriz arroja ejemplos claros de cómo se ejerce disimuladamente el control sobre una persona hasta su aislamiento. También explica qué no es el amor. Y demuestra que hay abrazos que asfixian.

Con motivo del 25-N,  'No solo duelen los Golpes' se representa este otoño en un centenar de institutos de Cataluña, Andalucía o Madrid. Institutos que abordan la violencia machista a sabiendas de que los chavales que reciben más información resultan menos proclives a sufrir, y a llevar a cabo, conductas abusivas.

"La educación es una vacuna eficaz contra el maltrato. Nadie nace maltratador y todas las actividades educativas son capaces de cambiar creencias terribles en nuestros jóvenes", afirmaba la semana pasada la catedrática María José Díez-Aguado en la presentación de su informe sobre la evolución de la violencia de género en los adolescentes. Su estudio dice que el 29% de las adolescentes españolas siente que es controlada de forma abusiva por su novio.

La vocal de Igualdad del Poder Judicial, Inmaculada Montalbán, defiende que "es hora de intensificar las políticas en el ámbito preventivo en la línea de la educación. Hay que intervenir interrumpiendo el aprendizaje en conocimientos machistas de nuestros jóvenes". Montalbán muestra su preocupación por la desaparición de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, "el motor para un cambio de generaciones activas, más comprometidas con los derechos humanos". Y dice que la urgencia para actuar viene marcada por la cifra de 15 mujeres menores de 30 años muertas a manos de sus parejas o exparejas el año pasado (este año van 12).  "El dato nos indica que el problema se está reproduciendo en los jóvenes y que es importante actuar desde todas las instancias".

La víctima más joven de la violencia machista en 2013, de las 45 del recuento oficial, se llamaba Alba. Tenía solo catorce años y su exnovio, un joven de 18 años, le asestó diez puñaladas en cuello y en el tórax en su domicilio de Tárrega (Lérida). Las amigas de Alba explicaron a la prensa local que ella había decidido hacía poco romper la relación de un año de noviazgo que les unía.

Vulnerables por el sexismo interiorizado

Antonio también fue a buscar a Pamela con un cuchillo pocos días después de que ella le dijera definitivamente que así no podían continuar. Tras "docenas" de reproducciones del ciclo del abuso: bronca, agresión, petición de perdón y reconciliación. Al percatarse de que ni todo su amor rompería tal círculo vicioso. Antonio no mató a Pamela ese día, pero le dejó una herida profunda en su interior y un cambio en el carácter. Llega el momento más ácido de la función, cuando Pamela se abre en canal y reconoce que ella, la víctima, se convirtió en una maltratadora con su siguiente pareja (ya en la Universidad) reproduciendo el abuso, el excesivo control y el dominio aprendido en la relación anterior.

82 jóvenes andaluzas como Pamela participan de un programa pionero de terapia para adolescentes víctimas de la violencia machista, organizado por la Junta de Andalucía. El perfil que las define es el de una "chica de 15 años que ha mantenido una relación de año y medio con un chico, y que ya no está en ella por voluntad propia, pero el chico sigue acosándola. Ese no querer seguir juntos lo expresa con la boca pequeña, porque hay un nivel de dependencia y de deterioro bastante importante. Ha sufrido insultos, vejaciones y maltrato como empujones, zarandeos, tirones, por el hecho de ser una mujer. Además sufre muchísimo control y un acoso a través de las redes", explica Paola Fernández, la coordinadora.

"Son de todas las clases sociales, chicas de barrio, nacionales, internaciones, cursando estudios universitarios... De todos los tipos y colores. El único vínculo que tienen en común es el nivel de sexismo interiorizado, que las hace más vulnerables", reconoce Fernández. La terapia individual y grupal está resultado exitosa. Todas han logrado salir de la relación doliente y presentan menos recaídas.

Una tarde, tres años después de escapar de las redes de Antonio, Pamela se desmayó al escuchar los gritos violentos del novio de su compañera de piso universitario. En estado de semiinconsciencia convulsionaba tirada en el suelo, todavía con las pinzas de tender la ropa en la mano. Dos amigas la reanimaron, la llevaron al médico, y le pidieron que revisara el terror que destapó su vahído. Años de proceso curativo fueron tejiendo 'No solo duelen los golpes', una lección visceral que recibe aplauso cerrado en el Victoria Kent. Una denuncia del maltrato incipiente y cotidiano que ayuda a muchos jóvenes a abrir los ojos y permite a Pamela "seguir sanando".

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