Emmet Gowin, retratista de su mujer, mariposas nocturnas y los efectos de las pruebas atómicas

  • Nueva antología del dulce manipulador de la vida cotidiana.
  • Honesto, con sentido del humor y un ojo muy afinado para captar la complejidad de lo diario, Gowin se ha convertido en uno de los grandes fotógrafos actuales.
  • "La imagen es como una oración, una ofrenda", afirma el estadounidense.
Uno de los cientos de retratos que Emmet Gowin ha tomado a su mujer, Edith
Uno de los cientos de retratos que Emmet Gowin ha tomado a su mujer, Edith
Gift of Hallmark Cards, Inc., 2005.27.1400 © Emmet Gowin
Uno de los cientos de retratos que Emmet Gowin ha tomado a su mujer, Edith

"Hay cosas en vuestra vida que solo vosotros veréis, historias que solo vosotros oiréis. Si no las contáis o las escribís, si no hacéis la foto, esas cosas no serán vistas ni oídas". Nacido en 1941 —en Danville-Virginia (EE UU)— y fotógrafo en activo desde hace más de cuatro décadas, la máxima de Emmet Gowin debe ser tomada en serio.

Dentro de los artistas de la imagen que han preferido explorar un solo tema con afán serialista y de agotamiento, suele decirse que Gowin ocupa un lugar central por las series intensivas de retratos de su mujer, Edith, a quien ha fusilado sin piedad y con la total complicidad de ella desde 1970.

'El poema en el centro de mi obra'

Cuando le preguntaron la razón de la insistencia dijo: "Aunque toda labor creativa requiere un encuentro con lo desconocido y una visita a lugares que aún no comprendemos, tomar imágenes de Edith sigue siendo el hilo conductor y la experiencia redentora de mi vida: es, en gran medida, el poema que ocupa el centro de mi obra. Estas fotos expresan lo que siento por el mundo".

Sin embargo, la paleta del antiguo alumno del gran Harry Callahan, en cuyas clases aprendió el arte de la imagen, no se queda en uno o dos temas, como sucede con otros serialistas. Gowin ha retratado, con menos formalismo que su maestro, el vuelo de mariposas nocturnas tropicales —una de sus grandes pasiones—, los crueles efectos sobre el paisaje de las pruebas nucleares o las explotaciones mineras a cielo abierto, la ciudad milagrosa de Petra, las erupciones volcánicas, la sorpresiva geometría de los terrenos cultivados vistos desde el aire...

'Una ventana'

Lo que puede mantenerse sin temor a errar sobre este fotógrafo fundamental es que considera el oficio como un camino de búsqueda y otorga a cada foto la categoría de epifánica. "La imagen es como una oración, una ofrenda y esperemos que una ventana a través de la cual buscar lo que no sabemos o, si ya la conocemos, empujarnos a tomárnoslo en serio", ha afirmado.

Gowin, de quien vimos en España una completa antología en la Fundación Mapfre de Madrid en 2013, protagoniza ahora una exposición, simplemente titulada Photographs, en el Museo de Arte Nelson-Atkins de Kansas City (EE UU). La muestra, de entrada gratuita, permanecerá en cartel hasta el 8 de noviembre y, para no variar, está llena de la asombrosa fuerza que sólo puede brotar de la humanidad.

Inspiradas en la simplicidad de las instantáneas de aficionado, la frescura y la espontaneidad son las marcas de fábrica de las fotos este dulce manipulador de la vida diaria, que convierte en la escena de un sueño poblado por modelos con poder de mitos. Honesto, tierno, con sentido del humor y un ojo muy afinado para captar la complejidad y el equilibrio de lo cotidiano, Gowin se ha convertido, casi sin hacer ruido, en uno de los mejores fotógrafos del último medio siglo.

Capaz de demostrar, como es sabido pero pocos se atreven a ratificar, que la cámara importa bien poco —Gowin ha trabajado con instrumentos de todos los formatos y calidades, incluidos los aparatos de juguete— y que la poesía se produce unos milisegundos antes de apretar el disparador, este eterno buscador ha encontrado en la realidad diaria matices sagrados.

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