Apps para coches: ¿problema o solución de seguridad?

  • Compañías automovilísticas y de tecnología aúnan fuerzas para crear aplicaciones que permitan controlar el coche desde los teléfonos móviles.
  • Pueden servir para localizar el coche en caso de robo y para manejar elementos del vehículo sin necesidad de estar en su interior.
  • La conectividad puede suponer también un problema de seguridad para los coches, ya que los expone a ser objeto de ataques informáticos.
El sistema informático de muchos vehículos puede asociarse ya con el sistema operativo del teléfono móvil del conductor, ya sea Android o iOS (CarPlay).
El sistema informático de muchos vehículos puede asociarse ya con el sistema operativo del teléfono móvil del conductor, ya sea Android o iOS (CarPlay).
EFE/ARCHIVO
El sistema informático de muchos vehículos puede asociarse ya con el sistema operativo del teléfono móvil del conductor, ya sea Android o iOS (CarPlay).

El Internet de las cosas se está introduciendo paulatinamente en los objetos más cotidianos de nuestras vidas. Desde los televisores con Internet hasta la geolocalización de cualquier dispositivo, los elementos del día a día están cada vez más conectados, y los coches no son una excepción. Algunos modelos que hay en el mercado ya tienen Wi-Fi incorporado (algo muy demandado), además de aplicaciones para facilitar su manejo y poder personalizar la configuración de sus funcionalidades a gusto del usuario.

Actualmente, muchas aplicaciones conocidas pueden sincronizarse en los vehículos para poder aprovecharlas en marcha. Desde escuchar la música en Spotify hasta guiar la ruta con Google Maps, buscar sitio para aparcar con Wazy Park, repostar en una estación de servicio localizada por Gasolineras de España u otras, al borde de lo legal en algunos países, que avisan sobre radares móviles o controles policiales.

Recientemente, Vodafone hizo pública su adquisición de la compañía Cobra (ahora Vodafone Automotive) y la consiguiente absorción de su catálogo de productos tecnológicos para coches. Entre ellos, elementos tanto de software como de hardware y pensados no sólo para el consumidor final, sino para los propios fabricantes, para empresas con flotas de vehículos o para compañías aseguradoras. El coche conectado recoge el big data, lo que permite elaborar un perfil del conductor que le sirva tanto a él mismo para conocer sus hábitos como a quienes le venden seguros: distancia recorrida, velocidad media, incidencias o rutas pueden suponer un ahorro en el seguro para conductores con buen comportamiento.

Una de las grandes ventajas de los dispositivos y aplicaciones que comienzan a comercializarse (sobre todo en vehículos de alta gama), tal como explica la compañía, es la seguridad. Poder localizar un coche robado, permitir que las autoridades sepan dónde se encuentra el coche en tiempo real (información que no se facilita al propietario para evitar que vaya él mismo) y recuperarlo antes de que desaparezca del mapa es una de las novedades, más allá de usos en principio más triviales como el acceso al correo electrónico o a las predicciones meteorológicas desde el coche.

Imagen de un teléfono móvil utilizado como GPS en un cocheAlgunas marcas de vehículos también están empezando a conectar sus coches para las más diversas utilidades. Desde la aplicación EnLighten de BMW, que avisa al conductor cuando el semáforo va a ponerse en verde, hasta los Volvo que pueden abrirse y cerrarse con el móvil, muchos son los coches que ya no requieren de dispositivos externos para que determinadas aplicaciones funcionen en su interior. De hecho, poco a poco es más habitual que el sistema informático de los vehículos pueda asociarse con el sistema operativo del teléfono móvil del conductor, ya sea Android o iOS (CarPlay).

Expuestos a un ataque

La utilización de aplicaciones para controlar los coches y sus distintas funciones puede suponer una comodidad, pero también entraña riesgo. Según afirma un hacker consultado por 20minutos.es (y que prefiere mantenerse en el anonimato), cualquier dispositivo conectado a la red es "potencialmente vulnerable" a un ataque. "Es lo mismo que pasa con los teléfonos: antes, nadie podía piratear nuestros móviles viejos, y tampoco servía para nada. Ahora, todo el mundo tiene acceso al banco desde el móvil, datos de la tarjeta de crédito, información golosa para un pirata", afirma el informático.

Pese a que muchas de las aplicaciones que empiezan a comercializarse por parte de las propias compañías automovilísticas tienen como fin evitar robos de coches o, al menos, poder encontrar los vehículos cuando se produzcan, el simple hecho de conectarlos a Internet les pone "en el disparadero". El coche podría abrirse desde el exterior, arrancarse y ponerse a disposición de cualquier persona que pudiese realizar un ciberataque aunque, según afirma el hacker, "no es para nada sencillo". "Los coches conectados todavía no son algo muy habitual, por lo que ni las compañías tienen sistemas de seguridad demasiado sofisticados ni los piratas se han puesto a estudiar cómo vulnerarlos, pero pronto empezará la guerra", dice el joven informático.

Piratear un coche

Una pareja de hackers quiso comprobar la vulnerabilidad de un vehículo ante un posible ciberataque, por lo que lo orquestaron ellos mismos. Un artículo de la revista tecnológica Wired cuenta el experimento en el que se hicieron con el control de un Jeep Cherokee en marcha y, sin interferencia alguna con el conductor, manejaron a su antojo el climatizador, las emisoras de radio y otras funciones.

Este ataque al sistema informático del todoterreno, realizado por Charlie Miller y Chris Valasek, consiguió que ambos se hicieran por control remoto con el manejo de todos los elementos del Jeep. Los dos hackers se encontraban en su casa, a 10 millas del vehículo, y sólo pidieron al conductor que cumpliese un requisito para el experimento: “Pase lo que pase, no entres en pánico”. Así, los informáticos le dijeron que se encaminase a la autopista, donde ellos tomarían las riendas.

Poco a poco, los hackers consiguieron que, por mucho que el conductor insistiese en pisar a fondo el acelerador, la velocidad del coche no aumentase lo más mínimo. El coche deceleraba progresivamente, lo que provocaba la ira de quienes circulaban por detrás y la desesperación del conductor, absolutamente imposibilitado para controlar el vehículo.

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