Rosa, la anciana de Reus, murió entre el anonimato y la extrema pobreza

Imagen del número 18 de la calle de Santga Anna de Reus, donde murió la anciana.
Imagen del número 18 de la calle de Santga Anna de Reus, donde murió la anciana.
EFE/Jaume Sellart
Imagen del número 18 de la calle de Santga Anna de Reus, donde murió la anciana.

El anonimato que acompañó a Rosa P.V. en sus últimos años de vida sigue permaneciendo junto a ella, incluso después de su trágica muerte en un incendio la madrugada del pasado 14 de noviembre. "Poco se sabía de ella", dicen sus vecinos de Reus (Tarragona). Era la señora de 81 años, "la del 2º B".

Rosa falleció entre fuego y humo, tras dos meses sin suministro eléctrico por impago, en silencio, en una vivienda de alquiler que alumbraba con las llamas de las mismas velas que podrían haber incendiado su colchón y causado su muerte, de acuerdo a las primeras hipótesis policiales.

Pocos vecinos sabían algo de su situación de extrema vulnerabilidad. Y no porque Rosa se lo contara. Ni se la cruzaban por la escalera del pequeño edificio de tres plantas y seis viviendas del número 18 de la calle Santga Anna. "El propietario nos dijo que hacía 10 meses que no pagaba el alquiler". "Sabíamos que era atendida por los Servicios Sociales porque alguna vez habían llamado al interfono equivocado". "Aquí no vive. Es en el 2º B".

Otra mujer, propietaria del negocio contiguo al edificio, afirma que la mayoría de vecinos no la conocía. "Llevo un año aquí. Jamás la he visto. Es un poco extraño".  Allegados indican que la octogenaria  tenía un grado de dependencia, el mínimo, y que su familia era "compleja".

La propia Generalitat dice que es "un caso complejo desde el punto de vista de atención social" y que tenía "una familia desestructurada". Según explican, Rosa no vivía sola, sino con una nieta mayor de edad y a veces con el novio de la nieta y la hija de éste.

El Ayuntamiento de Reus confirma a este medio que la madrugada de su muerte el alcalde, Carles Pellicer, se personó en el inmueble donde estuvo con su nieta, pero en el momento de su fallecimiento Rosa estaba sola.

El silencio que había caracterizado los últimos meses de sus 81 años de vida se rompió a las 3 de la madrugada del lunes. Los bomberos entraron al edificio por la discreta puerta que pasa desapercibida entre una moderna tienda de costura y un restaurante de sushi. Tras los bomberos se presentaron en el domicilio tres ambulancias.

Desde Sistema d'Emergències Mèdiques (SEM) explican que los facultativos encontraron a Rosa sin conocimiento y "le practicaron maniobras de reanimación. Solo pudieron certificar su muerte". Rosa vivió la pobreza en silencio, y la misma miseria terminó siendo su verdugo.

Desde el Ayuntamiento aseguran que desconocían su situación de extrema vulnerabilidad, pero sí confirman que era usuaria de Servicios Sociales desde 2013. No precisan de qué servicios, únicamente que le pagaban el agua desde hace un año. Del corte de luz no tenían conocimiento y culpan a Gas Natural por dejarle sin suministro y por no haber dado aviso de su "pobreza energética, "como manda la ley". El asunto lo ha puesto el consistorio catalán en manos de la Fiscalía.

Este miércoles, en una ruidosa protesta convocada por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) se gritaba "no más Rosas", "la pobreza energética mata". Se realizó a las puertas del Ayuntamiento, cuya sede se sitúa a escasos metros de la vivienda donde fallecía la anciana. Ninguno de los casi 70 asistentes conocía a la víctima. No asistieron ni familia ni amigos.

Al margen del ruido mediático, en la casa de Rosa, en el 2ºB, reina de nuevo el silencio. Esta vez bajo un sucio manto oscuro de cenizas. Está clausurada por un precinto policial.

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