Escritor catalán que ha escrito toda su obra en castellano. Así, tal cual, anunciaba el ministro de Cultura el premio Cervantes este miércoles a Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) en un arranque que parecía la defensa de ‘algo’ en lo que no habíamos o no habríamos siquiera pensado.

No es el único catalán de nombre grande en las letras españolas. Cataluña es tierra de escritores de talla XXL y él sobre todo lo fue en su primera novela, la menos leída y sin embargo la mejor de todas las que ha escrito: La verdad sobre el caso Savolta.

Tenía 32 años y era la primera obra que publicaba; fue reconocida, eso sí, tras la muerte de Franco, con el Premio de la Crítica. De hecho, su título original era Los soldados de Cataluña y tuvo que cambiarlo por los problemas con la censura franquista.

Poco o apenas algo tendrían que ver las siguientes obras que escribió y estas ya sí serían muy exitosas, sobre todo La ciudad de los prodigios y las de su loco –y alejado de toda convención– detective de La aventura del tocador de señoras y El misterio de la cripta embrujada. Fue su gran acierto comercial esta serie cuya mezcla de humor y novela negra ha cautivado desde el principio a lectores y crítica gracias al indiscutible ingenio de Mendoza.

La última, El secreto de la modelo extraviada, es la número cinco de la saga de este hijo de notario licenciado en Derecho y traductor de la ONU antes de poder dedicarse a la escritura y la docencia.

Es pues justo el reconocimiento (que el autor ha calificado como un "final de trayecto feliz") y el hincapié que este miércoles se hacía en el anuncio del Cervantes en su primera novela, remarcando que había iniciado una nueva etapa en las letras españolas. Igual que lo hicieron otros como Ferlosio.

Tiempos complejos que llevaron a algunos a salvar su mundo como buenamente pudieron. Mendoza lo hizo, y no ha dejado de respetar jamás la palabra literatura; es imposible el reproche, aunque da pena no contar en las estanterías de nuestras librerías con otra novela de él como aquella primera.

Su trayectoria cambió el rumbo tras aquel brutal inicio en 1975, y posiblemente al fusionar el humor con lo policiaco y la evasión ha podido vivir de sus libros. Hasta hoy son quince las novelas que ha escrito, dos los libros de relatos, dos las obras de teatro y cuatro ensayos.

"Un dignísimo ganador del Premio Cervantes", recalcaba el académico Pedro Álvarez de Miranda, de una lista que comenzó en 1975 (dejémoslo ahí, aunque puede que este premio ya se fallara varios años antes) con Jorge Guillén.

Con este reconocimiento toca la cima de la larga lista de premios que ya tenía Eduardo Mendoza con La ciudad de los prodigios (Premio Ciudad de Barcelona), La aventura del tocador de señoras (Premio del Gremio de Libreros) o Mauricio o las elecciones primarias (Premio José Manuel Lara).

Con él se cumple la ley no escrita que reparte alternativamente el galardón entre Latinoamérica y España, ya que el año pasado fue para el mexicano Fernando del Paso. Lo que no se cumple, y que me perdone el galardonado, es esa norma que debería empezar a no escribirse pero a respetarse de hacer un hueco a las mujeres.