Cómo solucionar el problema de productividad en España... (y no ser despedido en el intento)

  • Los organismos internacionales alertan a España de que su baja productividad puede lastrar su crecimiento a largo plazo y su competitividad.
  • La consecuencia para el bolsillo de los ciudadanos es que una economía poco productiva y no competitiva desemboca en salarios más bajos.
  • Los expertos consultados por 20minutos recetan empresas más grandes, mayor inversión en I+D, menos temporalidad, más conciliación y enfocarnos en sectores productivos con mayor valor añadido.
Aumentar la productividad, un reto para la economía española.
Aumentar la productividad, un reto para la economía española.
GTRES
Aumentar la productividad, un reto para la economía española.

No importa el organismo, ni el foro y ni el momento económico. No hay radiografía sobre la economía española que no señale a su baja productividad como uno de los grandes lastres del país.

La semana pasada el FMI señaló precisamente que España, en pleno proceso de recuperación, seguirá aquejada a medio plazo por un "débil crecimiento de la productividad". Una impresión que el organismo monetario comparte con la OCDE; esta organización alertó también recientemente que España será uno de los cinco únicos países del club de países desarrollados que rebajará su productividad y seguirá anclada en la "segunda división europea".

Curiosamente, España elevó su productividad durante la crisis. "Somos raros, el único país donde aumenta de forma contracíclica por el pésimo funcionamiento del mercado de trabajo", afirma Matilde Mas, catedrática de Análisis Económico en la Universidad de Valencia.

El contrasentido tiene fácil explicación: si el PIB cae, pero el recorte de empleo es aún más profundo, la productividad —que mide la relación entre la producción del país y los recursos que emplea para obtenerla— crece solo a base de prescindir de los trabajadores. En los últimos dos años, de hecho, cuando empezó a recuperarse el empleo, el crecimiento de la productividad se relajó a tasas de 0,3% y 0,7%. Un ritmo inferior al de países que intentan prosperar como Letonia (3%) ... pero también al de países cuya productividad es de por sí mayor, como Suecia (2,5%) o Alemania (0,8%).

A largo plazo, la visión empeora más aún. "La productividad de los factores en España cayó en un promedio anual del 0,7% entre 2000 a 2014, mientras que en Alemania creció un 0,5% en el mismo período", apunta Judit Montoriol, economista de Caixabank Research. Y la paradoja de la baja productividad española respecto a nuestros vecinos comunitarios es que, pese a que trabajamos más –1.691 horas anuales, por las 1.612 suecas o las 1.371 alemanas–, el resultante de nuestro esfuerzo es menor 31 € por hora, frente a los 46 en Alemania.

Y el bolsillo de los ciudadanos lo paga. Una baja productividad provoca baja competitividad y, por ende, bajos salarios. "España debe luchar contra el paro y subir sueldos, pero no se pueden disociar de un aumento de la productividad", explica Mas, también directora de proyectos internacionales del Ivie. "Reino Unido creó un órgano dedicado exclusivamente a la productividad, mientras aquí se sube el SMI sin que se pronuncie esa palabra. Y debería ser el centro del debate, porque es la única variable crucial a medio plazo para que el país crezca".

¿Qué medidas pueden tomarse entonces para elevar el productividad en España... sin tener que volver a poner en la calle a millones de personas?

1. Aumentar el tamaño de las empresas

Una empresa de mayor tamaño es habitualmente productiva. De esto, hay cifras. Las ofrece el INE y cuentan que las empresas con más de 1.000 empleados triplican la productividad de aquellas con menos de 20 trabajadores.

Así que España se enfrenta a un problemón, porque el 99% de sus empresas tiene menos de 50 empleados. Y el problema es pero aún. El FMI alertó recientemente que en España no solo hay muchas empresas pequeñas, sino que "desean seguir siendo pequeñas". No quieren crecer. Y sobreviven más que en otros países. Todo un azote para la productividad de un país cuya cifra media de empleados por empresa (4,7), está lejos de la francesa (5,7), la británica (11) o la alemana (11,7).

Un estudio del BBVA calcula que la productividad en empresas de más 250 empleados es un 65% superior a la media, mientras que en las pequeñas no llega a la mitad del promedio. "En España hay empresas grandes y competitivas como Inditex, capaces de competir con las grandes compañías mundiales. Pero está en una burbuja, la productividad de firmas como esta no se contagia al resto del tejido productivo", lamenta Matilde Mas.

"Las causas de nuestra menor productividad son muy variadas, pero es clave incidir en el tamaño y en la internacionalización", apunta Judit Montoriol, que recuerda que nuestra intensidad exportadora "es menor respecto a la de las empresas alemanas".

Y es que el rechazo a tener una dimensión mayor —y por qué, nuestro bajo nivel de inglés— también aparta a las empresas españolas de acceder a mercados exteriores. Apenas 147.378 empresas (el 5% del total) internacionalizaron su actividad el año pasado, según los datos del ICEX; y solo un tercio de estas (47.782) exporta de forma habitual.

2. Invertir en investigación y desarrollo

El efecto que la I+D proyecta en la productividad es diáfano: innovar e investigar más redunda en mejores herramientas para ofrecer productos mejores y de forma más competitiva.

Pero España apenas dedica un 1,2% de su PIB al I+D y además ese porcentaje ha caído progresivamente desde 2010 y que se sitúa lejos del 2% de media en la UE.

El FMI exhortó hace dos semanas a España a mejorar la eficacia del gasto público en estas políticas, pero el problema viene por otro lado. "La administración española invierte como otro países", matiza Mas.

Para la economista del Ivie, es la empresa privada la que apenas invierte en I+D. "No tiene cultura para ello y muchos de los directivos de empresas españolas son personas sin formación y sin interés en la investigación. Evidentemente influye de nuevo el tamaño de las empresas, porque Mercadona por ejemplo sí invierte mucho en innovación", zanja.

3. Mejorar los canales de financiación

Pero para invertir, hacer falta financiación. Y las pymes en España dependen demasiado de la banca para iniciar proyectos. Según un estudio de la Universidad Internacional de Valencia (VIU) apenas el 22% de las pymes españolas se financian en canales alternativos —préstamos de organismos, emisiones de deuda, MAB, business angels o crowdfunding—  muy por debajo de las estadounidenses (70%), francesas (55%) o alemanas (45%).

"La financiación no bancaria en España es anecdótica, así que los proyectos se quedan sin financiación si no acceden al crédito de un banco, algo que no ocurre en esos otros países", lamenta Matilde Mas. La economista valenciana apunta que las entidades en nuestro país "no quieren tomar riesgos" e imponen avales sobre activos reales que muchos jóvenes emprendedores, especialmente en el área tecnológica, no poseen.

El último barómetro anual del Círculos de Empresarios expresó esta carencia: encuestadas las empresas sobre qué dificultades hallan para crecer, la barrera más citada (un 20%) por todas fue "la dificultad de acceder a los mercados de financiación", más que cualquier otro factor cultural, de tipo burocrático o provocado por las ineficiencias del mercado laboral.

4. Un 'electroshock' al mercado laboral

Cuando España ha elevado la productividad del empleo, lo ha hecho a través de despidos. Menos gente trabajando se repartían la producción. Pero la OCDE insta a España a cambiar de enfoque y actuar sobre la formación y sobre la adecuación de las titulaciones a lo que necesitan las empresas.

El problema surge por la elevada tasa de temporalidad del empleo en España (27%), la segunda más alta en la UE por detrás de Polonia: "Es lo que está impidiendo una mayor productividad del trabajo: si los contratos duran poco el empresario no tiene incentivo para formar ni el trabajador para aprender", apunta Mas.

Mas contempla el contrato único como una opción contra este "pésimo funcionamiento del mercado de trabajo" para que las empresas no estén incentivadas a contratar temporalmente y para aliviar esa dualidad de "contratos fijos para personas que llevan mucho tiempo y que no son siempre los más motivados, junto a contratos malos para jóvenes, que entran y salen del mercado con una velocidad pasmosa".

"Una relación laboral estable y duradera fomenta la inversión en formación por parte de la empresa y la acumulación de capital humano y el esfuerzo por parte del empleado", concuerda Montoriol. Las empresas estadounidenses y británicas dedican cada vez más recursos en capital intangible, a formar a sus trabajadores, pero aquí estamos a la cola de Europa junto a Portugal, Italia y Grecia. "No dedicamos ni un duro a formarles, pero es entendible si la idea es despedirlos en pocos meses", lamenta Mas.

5. Más conciliación y optimización de la jornada

Una empresa puede acceder a financiación, invertir en tecnología puntera y tener trabajadores formados. Pero, ¿qué pasa si los horarios son insoportables,  la jornada impide a un empleados conciliar su vida personal y el empleado debe cogerse la baja por estrés? La productividad se vería, de nuevo, mermada.

El Gobierno anunció recientemente que promoverá la jornada intensiva para salir del trabajo, como máximo, a las 18h de la tarde. "Yo no lo veo claro porque depende del tipo de trabajo", considera Matilde Mas; "entiendo que la flexibilidad y la conciliación aumenta la productividad en empleos rutinarios y de mediana cualificación, pero quizás no en otros".

Pero hay estudios que sí cuantifican esta pérdida de productividad. El catedrático Antonio Montañés, de la Universidad de Zaragoza, elaboró en 2011 el estudio Tipos de jornada y productividad del trabajo y allí calculaba que la productividad por hora de un empleado es un 6,5% superior si trabaja en jornada continua que dividiendo su horario, como pasa ahora enEspaña.Y la ganancia resulta mayor en el sector servicios (9%) que en industrial (5%).

5. Sectores más competitivos y reconversión del tejido empresarial

Los economistas divergen en concluir si la baja productividad de España se debe a que basa su economía en sectores de bajo valor añadido como el turismo o la construcción, o si se debe a una menor productividad aparente de los sectores. Montoriol se posiciona entre las segundas y cita un  estudio reciente de CaixaBank que se compara el valor de la hora trabajada española (31,3 euros) con la alemana (46,1 euros).

"Al descomponer la diferencia entre la productividad aparente de cada sector y el peso los sectores en cada país, vemos que la principal divergencia [el 83%] está en el primer factor", dice Montoriol. Es decir, que no es tan importante en qué sector se trabaja, sino en ser competitivos en él.

Matilde Mas coincide en que hay un "problema general de productividad en todos los sectores", pero sí estima que se agrava por la composición de nuestra producción. "La construcción ofrece poco  soporte de productividad y estamos apostando también por el turismo, que e capaz de crear empleo, pero nuestra productividad en este sector es negativa", dice la catedrática de la UV. "En otros países como Francia o EE UU la productividad de este sector es positiva, pero ellos tienen brasseries de calidad que abren todo el año o grandes cadenas hoteleras de calidad... mientras nosotros tenemos  chiringuitos y bares de copas que solo abren en verano y cierran en invierno".

"¿Hasta cuándo seguir alicatando la costa?", se pregunta Mas, que cita al economista británico Richard Auty y su famosa maldición de los recursos naturales. "Hay países que disponen de recursos para ganar dinero fácil y no tienen incentivos para ser productivos. Nosotros tenemos el sol"

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