Un juzgado de Salamanca investiga la muerte de un niño albaceteño tras administrarle la vacuna de la varicela

  • El Juzgado de Instrucción Número 4 de Salamanca ha reabierto el caso de un niño de tres años, natural de Albacete, que falleció el pasado 16 de noviembre en la localidad salmantina de Carbajosa de la Sagrada tras administrarle la vacuna de la varicela, para determinar las causas de la muerte.

La decisión llega después de que la familia siga sin conocer qué originó el fallecimiento de Alejandro. Según ha relatado a Europa Press su madre, Belén, el día que murió todo fue "muy normal".

Se levantó para ir al colegio, después lo recogió para llevarlo al centro de salud para que le administraran la segunda dosis de la vacuna Varivax, después comió, y jugó en el parque donde empezó a decirle a su madre que le dolían las piernas. Volvieron a casa y tras cenar, empezó a tener fiebre. Belén le dio apiretal "para bajarla", y a lo largo de la noche vieron que ya no tenía, pero cuando su padre fue a ver cómo estaba sobre las 6.00 horas, el niño "ya no respiraba".

"En seguida llamamos al 112 y a una vecina, médico de urgencias, que le hizo las primeras maniobras de reanimación, pero cuando llegó la ambulancia ya estaba muerto", cuenta Belén.

Como manda el protocolo, el forense le realizó la autopsia y el asunto se judicializó de oficio, pero "lo único" que les dijeron es que "tenía los pulmones encharcados" tras sufrir un edema agudo en el órgano pero "nada más".

Desde ese día, has pasado más de tres meses y según la madre, "nadie" se ha puesto en contacto con ellos para decirles con exactitud las causas de la muerte del menor, ni les han dado información "de nada".

EN MANOS DE ABOGADOS

Por ello, los padres, que en el momento de los hechos residían en Carbajosa de la Sagrada por motivos laborales, decidieron poner el asunto en manos de un bufete de abogados que lo primero que hizo fue contratar un procurador en Salamanca que comprobase cómo estaba el asunto.

Fue entonces cuando el juez ordenó al forense que concluyese y cerrase el informe, pero "se negó", según Belén, porque no cuenta con todas las pruebas, concretamente las referentes al Instituto Nacional de Toxicología, que podrían ser concluyentes para saber si Alejandro murió por la vacuna de la varicela o por otro motivo.

Lo que sí saben, es que en unos primeros análisis se encontró paracetamol, en dosis correspondientes a lo que le habían administrado los padres, pero ni rastro de Varivax.

Tras esto, el abogado de la familia solicitó nuevas pruebas a farmacovigilancia, a Sanidad de Castilla y León y al laboratorio que elaboró la vacuna para que analizasen el lote del que salió la que se puso al menor. Pruebas que el pasado 6 de febrero fueron admitidas por un juez, que ya ha encargado que se reabra la investigación para esclarecer lo ocurrido.

Tras lo sucedido, Belén y su marido han vuelto a Albacete, junto con su otro hijo de 7 años para "intentar volver a la normalidad", aunque ella afirma "que no nunca olvidará la ocurrido" y que "solo puede intentar seguir sobreviviendo por su otro hijo", en tratamiento psicológico desde entonces.

Belén no quiere crear alarma, afirma que sabe que las vacunas "salvan muchas vidas" pero sí pide que "no se administren indiscriminadamente a todo el mundo, como si fueran un rebaño de ovejas", que se estudie cada caso y que se investigue en profundidad para "que nadie más tenga que pasar por algo así".

Y lo más importante para ella, que se "informe" a los padres de cuáles pueden ser las consecuencias adversas para un niño de tres años, como el suyo, cuya muerte, a día de hoy sigue sin resolverse.

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