Más tolerantes con los inmigrantes, más pesimistas con la situación económica

  • Hasta el 66% de los españoles —el doble que en la UE— señalan al paro como fuente principal de inquietud, según el Eurobarómetro de otoño de la UE.
  • La inmigración solo preocupa al 8%, frente al 26% de la media comunitaria. "La diferencia es relevante", comenta el portavoz de la CE en España.
  • A diferencia de Europa, a la mayoría de españoles (52%) la inmigración le evoca un sentimiento positivo y ven positiva su presencia en el país.
  • Nueve de cada 10 españoles dice que la situación económica es "mala".
  • DOCUMENTO: Lee el Eurobarómetro de otoño de la Unión Europea.
Manifestación en defensa de los refugiados en Zaragoza.
Manifestación en defensa de los refugiados en Zaragoza.
EUROPA PRESS
Manifestación en defensa de los refugiados en Zaragoza.

En un país con la segunda tasa de paro más alta de la Unión Europea, con la temporalidad disparada y con una tasa de riesgo de pobreza del 29%, mirar hacia el inmigrante para señalar culpas podría ser un ejercicio fácil. El auge de los populismos en Europa bebe precisamente de ese argumento. Los españoles, sin embargo, muestran una mayor tolerancia hacia el migrante respecto al resto de países europeos.

El Eurobarómetro 2016 de otoño presentado este lunes por la representación en España de la Comisión Europea refleja que el desempleo es el asunto que preocupa más a los ciudadanos de la UE. El desvelo por este problemas es común para todos los países. Pero la brecha con España se produce en la segunda precupación mayor. Para los europeos, es la inmigración; y los españoles diluyen la importancia de este asunto al octavo lugar.

"La diferencia respecto al resto de Europa [donde se dispara al 26%] es especialmente relevante", ha explicado en la presentación de informe Dimitri Barua, portavoz de la CE en nuestro país. Apenas el 8% de los españoles encuestados citan la inmigración como preocupación. Una brecha que destaca además en el contexto actual, en plena ola de refugiados huyendo hacia el Viejo Continente desde países en conflicto como Siria, de estados fallidos como Libia o simplemente dejando atrás la penuria económica de sus lugares de origen.

El informe destaca que "la integración de los refugiados sigue siendo en 2016 el gran problema sin resolver en Europa" y que el 56% de los ciudadanos del continente ven con malos ojos la inmigración de personas procedentes de fuera de la Unión Europea. Un sentimiento negativo que no cala en España, donde a la mayoría (52%) la inmigración le evoca un sentimiento positivo. Dos puntos más que en el último sondeo.

Podría llegar a pensarse que aquellos países que han acogido más refugiados son los que muestran un mayor rechazo al inmigrante. Pero no es así. "Suecia es uno de los países que más refugiados ha recibido y sin embargo es el que ve con mejores ojos a los inmigrantes (64%); y en Alemania la valoración positiva de la migración (40%) crece en cinco puntos, el mayor alza respecto al barómetro de mayo", apunta Barua.

La Comisión, que publica esta encuesta cada seis meses, señala asimismo que aquellos países que expresaron menos solidaridad con los refugiados son los que hacen una valoración más negativa de la inmigración. Es el caso de naciones del este europeo como Hungría (15%) o de los países bálticos.

Los europeos se muestran mayoritariamente a favor de una política migratoria común (69%) y estiman que se debería ayudar a los refugiados (66%), pero su opinión cambia al preguntarles si su presencia beneficia a su país. Ahí el porcentaje baja bruscamente al 44% y la mayoría expresa su desacuerdo sobre el efecto positivo de la presencia de inmigrantes. Los españoles, en cambio, sí ven positiva su llegada (61%) para España.

A los españoles les preocupa más su bolsillo

La angustia de los españoles va por otro lado. Tiene que ver más con la economía y cómo afecta a su vida, que con aspectos relacionados con la seguridad. El 66% de los ciudadanos de España —el doble que en la UE— señala al paro como fuente de inquietud, por delante de la situación económica (34%), del sistema sanitario (15%), de la deuda pública (13%), de las pensiones (12%) y de la educación (10%).

La brecha de imagen de la economía respecto a Europa es notable. La encuesta coincidió con la formación y primeros pasos de la nueva legislatura de Rajoy, pero eso no influyó a mejorar el pesimismo económico españole. Nueve de cada diez (89%) califican de "mala" la situación económica y hasta un 94% opina lo mismo del empleo. Cifras disparadas respecto a la UE, con medias respectivas del 56% y del 63%.

"La gente tiende a ver una situación económica peor a la que existe realmente", dice Barua. "Se entiende que suceda en España, pero la UE lleva enlazando 13 trimestres consecutivos de crecimiento y se avanza más que en Estados Unidos".

La paradoja con España viene por otro lado. Es el segundo país tras Italia más beneficiado por el plan de inversiones comunitario —el denominado Plan Juncker—  con más de 20.000 proyectos de infraestructuras e innovación receptores de financiación comunitaria. Y sin embargo, la inversión pública se valora menos por los españoles que en el resto de Europa, donde es mayoritaria (56%) la opinión de que el dinero público debe usarse de estímulo. Entre los españoles, esto lo paoya apenas el 42%.

"Es un problema de percepción", explica Barua. "El reto de la Comisión Europea es hacer ver a los españoles los beneficios que el gasto público revierte en la sociedad porque sirve para inyectar dinero en proyectos que tendrían difícil salida por iniciativa privada".

La energía, un problema de "coste" para los españoles

El bolsillo también es la máxima preocupación de los españoles respecto a la política energética. Hasta un 54% de los encuestados en España consideran que la máxima prioridad de la UE debería ser garantizar unos precios energéticos razonables para el consumidor, casi 20 puntos más que en la Unión Europea. "El factor de coste es más alto por la situación que atraviesa España por ser una isla energética", dice Barua.

También los españoles dan más importancia al impulso a las renovables y al impulso del medio ambiente... y menos a que la industria energética sea competitiva o a que la UE sea energéticamente independiente.

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