Crítica de 'Logan': Lobezno, ¿'El caballero oscuro' de los X-Men?

Hugh Jackman se despide definitivamente de Lobezno en 'Logan'.
Hugh Jackman se despide definitivamente de Lobezno en 'Logan'.
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Hugh Jackman se despide definitivamente de Lobezno en 'Logan'.

¿Recuerdan las películas sobre los X-Men con sus coloridas escenas, sus personajes azules y sus repartos corales?, ¿recuerdan esas dos mediocres aventuras centradas en el irascible Lobezno? Pues olvídenlas, Logan no tiene nada que ver con todo eso. De hecho, a menuda casi parece otra franquicia.

Me encantaría poder escribir sobre la película sin recurrir a referencias crepusculares –que es lo que ya ha hecho todo el mundo– pero me temo que es imposible, porque eso es lo que respresenta Logan, la caída de esa especie de dioses contemporáneos nacidos en las viñetas, el ocaso de los mutantes.

Es el año 2029 y esta raza superior (según las teorías de Magneto) casi ha desaparecido. Logan y Charles Xavier son de los pocos supervivientes, pero ninguno se encuentra en su mejor momento. Lobezno, muy débil, se gana la vida como conductor de limusinas mientras cuida del viejo y enfermo profesor. La aparición de una niña con habilidades muy similares a las de Logan les obligará a iniciar un viaje que es al mismo tiempo una misión con un difuso objetivo final y una huida desesperada.

A partir de esta premisa se desarrolla una road movie oscura, violenta y sucia con aires de wéstern que deja algunos de los mejores momentos de la saga mutante, no solo en lo referente a escenas de acción (la mejor tiene lugar en un casino, pero hay otras menos inspiradas) sino en planos y diálogos.

El abandono de los clichés superheroicos durante la mayor parte del metraje y el reducido reparto le han permitido a Mangold profundizar en el alma de los personajes. Logan y Charles nunca habían sido tan humanos, su relación paternofilial nunca había sido tan intensa. De este modo, la que es con diferencia la película más cruel y salvaje de la franquicia –es tremendamente violenta, no recomendada para niños– es también la más emotiva. Gran parte del mérito es, claro, de Hugh Jackman y Patrick Stewart, dos colosos de la interpretación que aquí llevan a sus respectivos personajes a un nuevo nivel.

El trío protagonista lo completa la pequeña actriz británica española Dafne Keen como Laura. Juntos, los tres personajes conforman una pequeña familia improvisada. De aquí nacen algunos de los grandes aciertos del filme: los breves momentos de cotidianidad y los ligeros desahogos cómicos que, como oasis en un océano hostil de polvo y arena, transforman Logan en algo mucho más íntimo que una película de superhéroes al uso.

Esto no significa que Mangold se haya olvidado del universo del cómic y los aficionados al noveno arte, y tampoco reniega del pasado de la saga. Todo lo contrario. Las esporádicas referencias a la desaparecida Patrulla X son tiernas y nostálgicas, de una añoranza conmoverdora y dolorosa para cualquier seguidor de estos personajes.

Otro claro guiño a los fans es la aparición en la película de los cómics de los X-Men. Logan y Charles viven en un mundo en el que sus hazañas han inspirado versiones ficcionadas de sus aventuras en forma de las viñetas que muchos hemos leído, un juego metanarrativo que en cierto momento se descubre como algo más importante que un simple homenaje a las criaturas imaginadas por Stan Lee y Jack Kirby y convertidas en leyenda por Chris Claremont.

Quizás sería mucho decir que este Logan es a los X-Men lo que El caballero oscuro de Nolan a Batman, pero la analogía es válida en muchos puntos. Más seria, más adulta, más emotiva, más oscura y más reflexiva que sus predecesoras, esta película es el broche más digno imaginable para el mutante de las garras de adamantium.

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