El fotógrafo que retrató el gueto de Lódz y enterró los negativos para esconderlos de los nazis

  • El retratista judío Henryk Ross logró documentar a escondidas el gueto de Lódz, el segundo más poblado, con 160.000 reclusos, y el primero erigido por los nazis.
  • Enterró los negativos para escamotearlos y regresó a por ellos tras la liberación de la zona en 1944: 3.000 imágenes se habían conservado.
  • Las hizo valiéndose de su destino como retratista de carnés de identidad y aparecen muchas personas enviadas al exterminio en Chelmno y Auschwitz.
Agentes de la policía interna del gueto vigila a los internos durante una de las deportaciones a Chelmno y Auschwitz. De los 160.000 reclusos del gueto, sólo sobrevieron al exterminio unos 10.000.
Agentes de la policía interna del gueto vigila a los internos durante una de las deportaciones a Chelmno y Auschwitz. De los 160.000 reclusos del gueto, sólo sobrevieron al exterminio unos 10.000.
© Henryk Ross
Agentes de la policía interna del gueto vigila a los internos durante una de las deportaciones a Chelmno y Auschwitz. De los 160.000 reclusos del gueto, sólo sobrevieron al exterminio unos 10.000.

En Lódz —la grafía en polaco es Łódź—, la tercera ciudad más poblada de Polonia a día de hoy y el centro de la moda y el cine del país, el Tercer Reich de Hitler erigió el segundo gueto más poblado de los que montó a medida que sus tropas ocuparon en 1939, tras una invasión relámpago —detonante de la II Guerra Mundial—, el territorio del país que limita con Alemania por el este. La cifra de judíos y gitanos encerrados en el gueto oscila, según los historiadores, entre 160.000 y 200.000 personas.

El gueto, el primero establecido por los nazis, estaba situado en una ruda y sucia zona industrial cercana al centro urbano y fue totalmente sellado con alambradas y muros vigilados por guardias armados. Solamente el de Varsovia superaba al de Lódz en tamaño y población —el de la capital polaca llegó a rondar los 400.000 encerrados—.

En marzo de 1940, la Gestapo nazi había logrado concentrar en el gueto de la ciudad, rebautizada como Litzmannstadt en honor a un militar alemán de la I Guerra Mundial, a todos los judíos de Lódz —el censo era de 230.000, pero muchos lograron huir hacia Rusia y otros fueron asesinados antes de ser trasladados al gueto, establecido por el militar nombrado por Hitler gobernador para Polonia, Hans Frank, que sería condenado a muerte por ahorcamiento por crímenes contra la humanidad en los Juicios de Núremberg posteriores a la guerra—.

A Henryck Ross (1910-1991), como a todos los judíos de Lódz, le tocó ser internado en el gueto. Dado su antiguo oficio de reportero gráfico en la prensa polaca, los nazis le obligaron a ocupar el destino laboral de retratista del departamento de estadística que debía fichar e identificar a todos los internos. Ross, convencido de que aquel golpe de suerte debía ser aprovechado para garantizar la memoria histórica del gueto y sus habitantes forzosos, decidió jugársela y no limitarse a los retratos de las cédulas de identidad.

Memory Unearthed: The Lodz Ghetto Photographs of Henryk Ross (Memoria desenterrada: las fotos de Henryk Ross del gueto de Lódz), el título de una exposición del Museo de Bellas Artes de Boston (MFA en siglas inglesas) describe con textualidad la valentía del fotógrafo y el modo mediante el cual logró escamotear las miles de fotos que tomó en el gueto arriesgando el pellejo cada día: enterró los negativos cuando atisbó que se acercaba el final de la guerra y decidió, si sobrevivía, regresar a por ellos.

El día a día en el gueto

Extraoficialmente —y con gran riesgo de ser sorprendido por los nazis o por cualquiera de los chivatos que trabajaban para ellos dentro del gueto a cambio de tratos de favor— Ross se encargó de documentar la realidad del día a día: desde niños en un carro tirado por caballos o una madre besando a un bebé, hasta el transporte de las raciones diarias de pan, grupos de internos comiendo en palanganas o chiquillos con la estrella amarilla que los identificaba como judíos hablando a través de una verja antes de ser deportados.

"Enterré mis negativos para que quedara alguna prueba de nuestra tragedia", dijo Ross más tarde al explicar por qué decidió colocar en una lata los más o menos 6.000 negativos que atesoraba y esconderlos bajo tierra. "Estaba siendo testigo de la aniquilación total de los judíos polacos y quería dejar un registro histórico de nuestro martirio".

Seleccionar a un niño por familia 

La mayor parte de los habitantes del gueto fueron enviados a los campos de exterminio de Chelmno y Auschwitz mediante traslados selectivos de especial crudeza —especialmente el de 1942, cuando las familias fueron obligadas a seleccionar a uno de sus hijos para ser "evacuado"—. Cuando el ejército de Rusia hizo retroceder a los nazis de Polonia, el gueto fue liberado, pero apenas quedaban en su interior 877 personas.

Los historiadores calculan que unos 10.000 exresidentes en el gueto de Lódz lograron salvar la vida por muy diferentes circunstancias. Ross fue uno de ellos. En enero de 1945 regresó al lugar. La mitad de los negativos, aproximadente 3.000 de los 6.000, se habían conservado en un estado que hacía posible su revelado.

La tarjeta de identidad de Ross

La exposición, que estará en cartel del 25 de marzo al 30 de julio, presenta aproximadamente 300 objetos, incluyendo cientos de fotografías, anuncios y avisos del gueto, ejemplares de las tarjetas de identificación, entre ellas la del fotógrafo, así como imágenes del juicio de 1961 contra el alto mando nazi Adolf Eichmann, secuestrado en Argentina por Israel y llevado a este país para ser juzgado y finalmente ejecutado. Durante el proceso, las fotos de Ross fueron presentadas como evidencia.

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