Obras imprescindibles para leer en el Día Mundial del Teatro

  • Los textos teatrales han calado en nuestra cultura.
  • Aunque la obra de los dramaturgos cobra verdadera vida en escena, merece la pena (re)leerlos.
  • Proponemos diez clásicos para leer en el Día Mundial del Teatro.
Teatro Romano de Mérida
Teatro Romano de Mérida
EUROPA PRESS
Teatro Romano de Mérida

Todos tenemos un amigo al que llamamos celestino (por La Celestina, de Fernando de Rojas) o conocemos a alguien que «ni come ni deja comer», como El perro del hortelano, de Lope de Vega. Cuando algo nos parece un esperpento estamos invocando, sin darnos cuenta, el espíritu de Valle Inclán (Luces de bohemia).

Y el amor trágico de Romeo y Julieta de William Shakesperare o doña Inés y don Juan (Don Juan Tenorio, de Zorrilla) se ha versionado una y otra vez en el cine y en infinidad de novelas.

Aunque no lo parezca, el teatro tiene un poso en nuestra cultura y hacemos referencia a sus textos constantemente.

Por eso, en el Día del Teatro, os invitamos a descubrir (o volver sobre) algunos clásicos que todo el mundo debería leer al menos una vez en la vida.

De aquí...

  • La casa de Bernarda Alba (Federico García Lorca). Podría haber sido Yerma, El público o Bodas de sangre, pero las protagonistas del último texto teatral que terminó García Lorca merecen ser reivindicadas. Una obra sin hombres en escena en 1936 es motivo suficiente para volver a sus páginas y vivir el luto con Bernarda y sus cinco hijas. Un drama universal sobre las apariencias y los amores prohibidos, que retrata la España profunda y beata desde la intimidad de una casa.
  • La vida es sueño (Calderón de la Barca). «Que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son». Así despide Segismundo con su soliloquio el primer acto de esta celebérrima pieza de Calderón de la Barca de 1635. Calificada como un drama filosófico por abordar problemas existenciales, parte de la vieja idea de que la vida es un sueño fugaz y trata sobre el destino, la libertad o  el abuso de poder. En realidad, su autor camufló en esta obra sus inquietudes religiosas.
  • Luces de bohemia (Ramón del Valle-Inclán). La decadencia de la bohemia y su lado menos amable en la época Valle-Inclán (1866-1936) quedan reflejados en esta personal obra, muy poco representada por su complejidad. Un recorrido por el Madrid noctámbulo de la mano de Max Estrella, el ciego que hizo famosos los espejos del callejón del gato, donde la realidad se deforma para mostrar su lado más grotesco, es decir, el esperpento en estado puro.
  • Angelina o el honor de un brigadier (Enrique Jardiel Poncela). El enredo y la burla al concepto del honor y el matrimonio son el eje central de esta obra en verso del genial Jardiel Poncela (1901-1952), su primer intento con la comedia pura. Angelina vive agobiada por el matrimonio que su padre el brigadier le ha concertado. Alocada, decide fugarse con su enamorado. Solo que resulta que él también es el amante de la madre de Angelina...
  • Cinco horas con Mario (Miguel Delibes). Delibes escribió aquí lo que muchos querrían hacer si volvieran atrás: poder decirle a sus muertos todo lo que quedó pendiente. Carmen Sotillo desgrana sus frustraciones ante el cadáver de su marido, al que han velado sobre las tablas actrices de la talla de Lola Herrera (su última vez, en 2016). Uno de los más complicados y mejores papeles femeninos del teatro contemporáneo en castellano, se estrenó en 1979.

...y de allá

  • Seis personajes en busca de autor (Luidi Pirandello). El autor italiano, ganador del Nobel de Literatura en 1934, juega con la cuarta pared en su obra teatral más conocida e influyente, que marcó las pautas del teatro del absurdo ya en 1925. Implica al espectador en un drama sobre el teatro dentro del teatro y sus límites. Con su peculiar sentido del humor, ilustra cómo los personajes pueden tener vida propia fuera del control de su creador.
  • La cantante calva (Eugène Ionesco). Primera obra y primer escándalo del dramaturgo rumano, que puso París patas arriba en 1950 y pasó de ser un desconocido a la fama. Un ataque a la burguesía desde el absurdo y el desconcierto, con diálogos que parecen no conducir a ningún lugar pero son una metáfora perfecta de la incomunicación. A partir del 3 de mayo se representará en el Teatro Español (Madrid), con Adriana Ozores y Javier Pereira en el reparto.
  • Harry Potter y el legado maldito (Jack Thorne). La octava historia inspirada en el mundo ideado por J. K. Rowling es una obra de teatro que se editó el 31 de julio, un día después de su estreno en Londres. Ambientada 19 años después de la última novela, en ella Harry Potter es padre –igual que Ron y Hermione–. El protagonista es uno de los tres hijos de Potter y, en menor medida, el hijo de su gran enemigo en Hogwarts, Draco Malfoy.
  • Las brujas de Salem (Arthur Miller). En los años 50 del pasado siglo, Arthur Miller vivió en primera persona la dura represión del senador estadounidense Joseph McCarthy contra toda persona sospechosa de ser comunista. El autor decidió escribir esta obra, inspirada en la caza de brujas en la localidad de Salem, como una metáfora del abuso de poder del gobierno estadounidense. Acaba de representarse en el Centro Dramático Nacional de Madrid.
  • Casa de muñecas (Henrik Ibsen). Una de esas obras que rompen con tabús y normas establecidas, esta vez contra la institución del matrimonio y en pro del feminismo en el año 1879. Nora Helmer es una mujer perseguida por su pasado y por el chantaje de un hombre lleno de rencor. Cuando Nora descubre que no es más que un ser sin voz ni voto, manipulada por los hombres, rompe con su vida y abandona su hogar, dejando atrás a su marido e hijos.
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