Alice Neel, pintora blanca acogida por los mestizos de Nueva York

  • La retratista del 'melting pot' es recuperada en Londres en una exposición coordinada por Hilton Als, de sangre caribeña, que acaba de ganar el Pulitzer.
  • Afroamericanos, latinos, asiáticos y todas las combinaciones posibles pueblan los retratos expresionistas y dulces Neel, una mujer que superó la tragedia con el arte.
  • Cuando se mudó al Spanish Harlem durante la Depresión de los años treinta, Neel (1900-1984) fue una de las pocas personas blancas que vivían en la zona.
'Benjamin', pintado por Alice Neel en 1976
'Benjamin', pintado por Alice Neel en 1976
© The Estate of Alice Neel - Courtesy David Zwirner, New York/London and Victoria Miro, London
'Benjamin', pintado por Alice Neel en 1976

En momentos complicados para la tolerancia e incluso temibles dado el nivel de odio xenófobo de algunos discursos de personas con cargo y poder —económico, militar y social—, deberían recomendar como terapia contra la exclusión la visita en silencio a Uptown, la exposición de Alice Neel (1900-1984), una de las pintoras estadounidenses más queridas y apreciadas por méritos, y he ahí, la nobleza, no solamente artísticos.

La muestra, que se se celebra en la galería Victoria Miro de Londres entre el 18 de mayo y el 29 de junio, es un catálogo de belleza interracial, de flexibilidad y comprensión más allá de tonos de piel. Por si fuese poca cosa, la retratista del melting pot racial, de la diversidad asumida como validez universal, es recuperada en una exposición coordinada por el periodista Hilton Als (1960), de sangre caribeña con raíces en Barbados, que acaba de ganar el Pulitzer como mejor crítico del año.

El curator invitado recuerda que, en 1938, cuando Neel se mudó al Spanish Harlem —también llamado del Este— era de las escasísimas personas blancas que vivían en el distrito, un lugar poblado por emigrados de muchas zonas del mundo, pero especialmente latinos, afroamericanos y asiáticos.

"Se sintió atraída por un mundo de diferencia y fue eso lo que pintó. Aún así, no dejó que su trabajo fuese estropeado por preocupaciones ideológicas: le fascinó la amplitud de la humanidad que encontró", escribe Als en el catálogo especial de la muestra, editado por las dos galerías que representan a la pintora, la londinense donde se celebra la exposición, y David Zwirner de Nueva York.

Cuando llegó al barrio, Neel estaba todavía herida por dos tragedias consecutivas y muy profundas: la muerte de difteria al año de edad de su primera hija, Santillana, nacida de su matrimonio con el pintor cubano y adinerado Carlos Enríquez, que secuestró sin permiso de la madre a la segunda cría, Isabetta, a la que llevó a La Habana en 1930 y en secreto. Neel sufrió un colapso nervioso que requirió internamiento psiquiátrico y del que nunca terminó de recuperarse.

'No se limitaba a la gente parecida a ella misma'

Cuando empezó a invitar a sus vecinos a que posasen para ella —niños, mujeres embarazadas, cabezas de familia...— "Neel estaba rompiendo con el canon del arte occidental" porque, a diferencia de todos los pintores de aquel tiempo —hablamos de entre 1938 y 1944— "no limitaba su visión a gente que se parecía a ella misma, sino que estaba abriendo incluyendo a aquellas personas que generalmente no tenían lugar en la historia", concluye Als, para quien la actitud artística de la pintora se resume en un valor: "generosidad".

Aunque no fue alabada hasta los años sesenta, cuando el feminismo relanzó su obra de décadas como retratista multirracial, en el tiempo transcurrido desde su muerte (cáncer de colon, a los 83 años) Neel se ha convertido en una artista que con frecuencia es incluida entre las mejores creadoras figurativas estadounidenses del siglo XX por su estilo íntimo, casual, directo y personal.

'Crónica inigualable'

Los retratos de Neel son una "crónica inigualable de personalidades de Nueva York". Aparecen tanto personajes famosos como desconocidos y, aunque su tema favorito era el retrato, también se dedicó a pintar paisajes urbanos y naturalezas muertas. Fue una mujer con una fuerte conciencia social y creencias de izquierda igualmente fuertes. El FBI la investigó durante años para concluir que practicaba un "tipo de comunismo romántico y bohemio".

El suyo es un arte caracterizado por la honestidad. Alternando entre colores sombríos y vibrantes, la pintura de Neel era dura y de aristas marcadas cuando trabajaba el lienzo sin bocetos preliminares, con un enfoque directo que preserva la espontaneidad de las ideas iniciales y la vivacidad del encuentro uno a uno de modelo y retratista.

Las pinturas de madres y bebés revelan la profunda comprensión de Neel sobre la maternidad, pero la misma ternura es palpable en las representaciones de ancianos, que revelan una empatía por los cambios en el cuerpo y la mente que acompañan a la vejez. "Pocos artistas del siglo XX han documentado el ciclo de vida con una mirada tan penetrante como Alice Neel", concluyen los organizadores de la exposición.

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