¿Quién pegó tres tiros a plena luz del día al butronero Niño Sáez?

  • "Puede haber sido cualquiera porque tenía muchos enemigos en el mundo del hampa. Era carne de cañón", reconocen fuentes de la investigación.
  • La venganza es el móvil de las dos hipótesis que cobran más fuerza: un ajuste de cuentas o que no cumpliera con los compromisos y no se lo perdonaran.
  • Las pesquisas se centran en el entorno en el que últimamente se movía este alunicero que evolucionó hacia el tráfico de drogas, un "negocio" más suculento.
  • El conocido alunicero murió hace quince días tras ser tiroteado en plena calle.
Francisco Javier Martín Sáez, conocido como el alunicero y butronero Niño Sáez, murió a tiros en plena calle, en el distrito madrileño de La Latina.
Francisco Javier Martín Sáez, conocido como el alunicero y butronero Niño Sáez, murió a tiros en plena calle, en el distrito madrileño de La Latina.
EFE
Francisco Javier Martín Sáez, conocido como el alunicero y butronero Niño Sáez, murió a tiros en plena calle, en el distrito madrileño de La Latina.

Este domingo se cumplen quince días de la muerte del Niño Sáez y todas las hipótesis siguen abiertas, entre ellas que fuera un sicario el que descerrajó tres tiros a un delincuente que quizá no pensó que "entre bomberos no se pisa la manguera", o lo que es lo mismo, que es mejor no meterse en los negocios de otros.

"Se rumorea mucho, pero en realidad puede haber sido cualquiera porque tenía muchos enemigos en el mundo del hampa. Era carne de cañón", reconocen fuentes de la investigación, que recuerdan el largo historial delictivo de Francisco Javier Martín Sáez, de una intensa vida arrebatada a los 36 años a las puertas de la casa de su madre.

Dos son las hipótesis que cobran más fuerza en la investigación, ambas con el mismo móvil: la venganza. Así, no se descarta que se haya tratado de un ajuste de cuentas ejecutado por un sicario pagado por una organización de narcos a la que el Niño Sáez pudo dar el "vuelco" (robo de dinero y de estupefacientes a otros narcos). Tampoco se excluye la posibilidad de que no cumpliera su compromiso en alguna importante partida de droga y sus "socios" no se lo perdonaran.

La Policía sigue investigando y centrando las pesquisas en el entorno en el que últimamente se movía este alunicero y pionero en el uso en los atracos de la lanza térmica, que quiso evolucionar hacia el tráfico de drogas, un "negocio" más suculento y menos arriesgado y en el que se alió con narcos colombianos.

Pero ha podido ser este cambio de modalidad delictiva la que ha acabado con su vida, que comenzó casi cuando Joaquín Sabina componía su canción Que demasiao, premonitoria del final que le esperaba a chicos de barrio, a pandilleros suburbiales "hijos de la derrota y del alcohol" de los años 80 y de los de la segunda década de este siglo. "Te pegaron seis tiros descaraos...", dice la letra.

Chicos que con 14 o 15 años ya conducían "como nadie", en palabras de un agente con décadas de investigación a su espalda. Chicos que querían imitar a otros delincuentes "famosos", como el Niño Sáez quiso mirarse en Ángel Suárez Flores, alias Casper.

Delincuentes cuya fama les ha llegado a atribuir delitos que cometieron otros, como ha pasado con el Niño Sáez. Y que pese a lo que se dice, no eran ni pretendían ser los nuevos 'Robin Hood' porque, como subraya este investigador, no robaban a los ricos para repartirlo entre los pobres, aunque fueran generosos invitando a la gente de su barrio cuando se pasaban por allí con sus "cochazos".

"Se sabía que iba a acabar así"

Aunque en el barrio madrileño en el que se crió el Niño Sáez, Puerta del Ángel, los vecinos dicen que no le conocían personalmente, solo "de oídas". No quieren hablar y solo alguno se atreve a decir que era "simplemente un delincuente". "Se sabía que iba a acabar así".

"Ten cuidado preguntando por aquí, porque hay gente que lo conoce y está harta", advierte algún vecino al periodista. Otro, que no quiere meterse en "un lío", cuenta que el fallecido está "forrado" por los "golpes" que había dado, primero como alunicero y butronero y luego dando "vuelcos" a narcos, algo que "se le debió ir de las manos", dice.

Una fortuna que, según las fuentes, supo invertir, porque el Niño Sáez compró pisos, algunos para su familia y para su madre, que vive a unos 500 metros de donde su hijo fue acribillado, en una vivienda algo más lujosa de un bloque más nuevo que los de la mayoría del barrio. "Tu vieja apura el vino que has mercao y nunca ha preguntao ¿de dónde sale ese parné?", prosigue la canción de Sabina.

El Niño Sáez era generoso con sus compinches y, según dicen, repartía el botín de forma bastante equitativa.

Menos en esta última parte de su vida, siempre formaba sus bandas con españoles, y con algunos de sus colegas pasaba largas temporadas —algunos aseguran que de mayo a septiembre— en Ibiza, rodeado de lujo —se había comprado un Porsche Cayenne— y frecuentando las discotecas más conocidas.

En las estrechas calles del triángulo que conforma el Paseo de Extremadura, el de la Ermita del Santo y la calle Caramuel de Madrid, pasó parte de su niñez y de su juventud y allí seguía volviendo a menudo para ver a su madre.

Sus corpulentos amigos, carne de gimnasio como él, se han congregado ante el "altar" que se ha erigido en el lugar en el que murió. Allí han derrochado epítetos para describir al Niño Sáez como un buen chaval que se preocupaba por su gente y recordar algunas anécdotas, como que había robado una camioneta de helados para repartirlos entre los niños del barrio.

"Yo creo que eso es mentira, pero qué van a decir sus amigos. Otra cosa es lo que pensemos el resto", dice un trabajador de la zona, harto de que la prensa siga pululando por un barrio "muy tranquilo", en lo que coinciden precisamente unos policías que patrullan por la zona.

En la señal de prohibido que hace las veces de altar se agolpan una treintena de velas y estampas de santos, un peluche con forma de corazón y hasta un mensaje escrito a mano con la firma "Vicálvaro", en el que una familia que nunca le ha conocido, pero siempre le ha seguido y le admira, le desea que descanse en paz y le pide que le ayude desde el cielo.

Junto a este memorial improvisado permanece escrito en letras rojas "Sáez eterno", junto a una esvástica.

Aquí se desplomó tras recorrer apenas 80 metros desde la cercana calle Laín Calvo, donde había dejado aparcado el coche para ir a desayunar con su madre unas calles más allá y donde fue abordado por dos hombres que le descerrajaron los tres tiros y huyeron. "Pero antes de palmarla se te oyó decir qué demasiao, de esta me sacan en televisión". Fin de la canción de Sabina. Fin de la vida del Niño Sáez.

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