Nacho Vegas: "En el mundo de la creación deberíamos moderar los egos"

  • El cantante lanza un libro de poesía y relatos, 'Reanudación de las hostilidades".
  • "El enemigo es un sistema que obliga a luchar entre nosotros".
  • "La industria cultural son los empresarios. Los artistas son trabajadores precarios".
El cantante Nacho Vegas lanza un nuevo libro, 'Reanudación de las hostilidades'.
El cantante Nacho Vegas lanza un nuevo libro, 'Reanudación de las hostilidades'.
JORGE PARÍS
El cantante Nacho Vegas lanza un nuevo libro, 'Reanudación de las hostilidades'.

Nacho Vegas (Gijón, 1974) nunca ha tenido miedo a expresar lo que piensa y siente a través de sus canciones. Ahora, en su nuevo libro Reanudación de las hostilidades (Espasa), utiliza la poesía y el relato para narrar su realidad, personal y social.

Su libro se plantea como una guerra. ¿Ve el mundo como una contienda?

Veo que la vida es una lucha constante, pero la lucha no tiene que ser algo negativo. Implica un compromiso con diferentes aspectos de la realidad y es el motor de la vida, el no resignarse al estado de cosas.

¿Y quiénes son los enemigos de su lucha?

Tiene muchas caras. El enemigo es un sistema que nos obliga a competir entre nosotros, que nos aboca a un hiperindividualismo salvaje que hace que el rival seamos nosotros mismos. Esto lo vemos muy claramente en los entornos laborales: antes había solidaridad y compañerismo y ahora solo hay competitividad. Eso acaba siendo un desactivador de la conciencia.

Como trabajador de la música, ¿también siente ese individualismo en el sector?

Sí, en la música no nos hemos caracterizado por tener una tradición de asociacionismo pero, por suerte, en los últimos años se están creando colectivos y sindicatos. En el mundo de la creación tenemos que moderar los egos, porque es más importante lo que tenemos en común. Los egos han sido grandes enemigos de los músicos a la hora de ponerse de acuerdo.

Además de en el aspecto formal, ¿qué diferencia su poesía escrita de la cantada?

No veo diferencia. La materia prima es la misma porque solo puedo hablar de lo que conozco, de mi vida y el mundo en el que vivo. Esos temas están presentes tanto en las canciones como en los relatos.

En su textos se nota la politización actual. ¿Cómo lo ha vivido?

Tiene una parte muy sana, me acuerdo de que en las semanas posteriores al 15M la gente hablaba de política en todos los sitios, cuando antes estaba restringido a la militancia. La gente tomó conciencia de que la política no era lo que hacían cuatro señores de traje. Lo que pasa es que hay una maquinaria que aprovechó esto para hacer un espectáculo, y cambio los programas del corazón por tertulias políticas que no apelan a los problemas reales de la gente.

Pero, desde las anteriores elecciones, ¿nota resignación? ¿Cómo lo ve desde la militancia?

Después del proceso de institucionalización del poder que había surgido en la calle, pensamos que iba a llegar el cambio, pero el sistema echó por tierra muchas esperanzas. Ahora la gente se pregunta por qué abandonamos la calle tan pronto y si es el momento de retomarla. En el poder, se han enzarzado en Juegos de Tronos que nada tienen que ver con los problemas de la gente. Es lo que ha pasado en Podemos, para sonrojo de muchos.

Participó en las primarias de ese partido. ¿Cómo le afecta como artista posicionarse políticamente?

Posicionarse y tomar partido es algo que forma parte de mi oficio. Tuve la experiencia inédita para mí de involucrarme en las primarias porque veía una lucha de poder que desviaba el foco de la gente. La cultura siempre tiene que ser crítica con el poder, libre y a la que el poder no pueda juzgar, lo contrario de lo que pasa ahora.

¿En un futuro se veía como diputado?

Me presenté para el Consejo Ciudadano, no para eso [risas]. Tengo amigos metidos en política y es una vida que no envidio en absoluto. Para poder pensar en espacios como Podemos es necesario estar un poco fuera, aunque tampoco creo que me quisiera nadie [risas].

En sus inicios tuvo una postura crítica con los artistas de su generación y con la industria cultural del momento. ¿Ha cambiado algo?

Mi crítica tenía gran parte de autocrítica. La escena indie que se fraguó en aquel momento coincidió con la llegada de Aznar al poder, y afectó tanto que no nos dimos cuenta de lo que nos alejamos de los problemas reales. Ahora percibo una conciencia crítica en ciertos grupos, pero echo en falta un posicionamiento fuerte. La gente tiene pudor a expresar sus ideas políticas pero no lo tiene para airear cuestiones sentimentales.

El término ‘industria cultural’ me da un poco de alergia. Si existe algo así, yo no formo parte de ella. La industria son los empresarios que montan macroconciertos, los creadores de videojuegos, youtubers... los artistas somos trabajadores precarios. En Asturias, por ejemplo, por cada artista que tiene un poco de nombre y puede vivir de esto hay cientos o miles que trabajan en unas condiciones muy precarias.

En uno de los últimos poemas del libro habla de agachar la cabeza y capitular ante la derrota. ¿Cómo consigue levantarse después?

Bueno, aprendiendo de la derrota y siendo consciente de que las derrotas no son definitivas. El poema también habla de que las victorias tampoco son del todo definitivas. Lo que pasa es que estamos acostumbrados a perder como sociedad, pero hay que darse cuenta de que con las derrotas se aprende.

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