La retrospectiva más importarte sobre Mondrian invade el Gemeentemuseum de La Haya

  • El museo muestra por primera vez en su historia su colección de 300 obras.
  • Estará abierta al público hasta el 24 de septiembre.
  • La exposición forma parte de los actos conmemorativos del centenario de De Stijl, movimiento del que fue impulsor Mondrian.

En Holanda celebran este año el centenario de De Stijl (El Estilo), el revolucionario movimiento artístico creado en 1917 por los pintores Bart van der Leck, Theo van Doesburgh y, cómo no, el célebre Piet Mondrian, junto a un grupo de jóvenes arquitectos y artistas. Hasta que Mondrian lo abandonó en 1925, todos ellos promulgaron las virtudes del neoplasticismo o constructivismo holandés, un arte con el que buscarían representar las verdades absolutas del universo a través de los tres colores primarios y las líneas rectas. Con ellos, nacía el arte abstracto.

Obviamente, festejar el nacimiento de De Stijl pasa por hacer lo propio con su principal cabecilla. Por ello, el Gemeentemuseum de La Haya (Museo de la Ciudad) acaba de abrir al público la exposición El descubrimiento de Mondrian. Una retrospectiva única y quizás irrepetible, ya que el museo tira la casa por la ventana hasta el 24 de septiembre y muestra por primera vez en su historia su colección de 300 obras del artista, incluidas algunas que por su fragilidad habían permanecido guardadas, como es el caso de Campos con grupo de árboles al anochecer que no se exhibía desde 1906.

Contemplando la exposición (y como muestra el maravilloso vídeo realizado por el museo que incluimos al final de esta noticia) el espectador no puede más que sentir fascinación ante la tremendísima evolución de su obra y preguntarse de qué manera los bodegones y paisajes serenos y realistas de sus inicios en su localidad natal, Amersfoort, se transformaron en obras coloristas y geométricas como la inacabada Victory Boogie Woogie (1944), con la que esperaba festejar el fin de la Segunda Guerra Mundial cuando le sorprendió la muerte en Nueva York.

"Esperamos que el público se sorprenda al ver que éste también es Mondrian, y por eso el título de la exposición, porque no sólo se trata de repasar su desarrollo como artista abstracto sino también del descubrimiento por parte del público cuando vean sus primeras obras", comenta la portavoz del museo, Astrid Hulsmann. "Si pensamos que en el momento en el que Mondrian comenzó su carrera las pinturas de paisajes con granjas eran habituales, y luego pensamos hasta dónde llegó su evolución artística, nos daremos cuenta de que lo que hizo fue increíble", apostilla.

Las cuatro ciudades de su vida

Para dar respuesta a esta pregunta, el Gemeentemuseum plantea un recorrido por las cuatro ciudades en las que vivió y a través de las cuales revolucionó el mundo del arte: Ámsterdam, París, Londres y Nueva York. En la primera parada descubriremos su ingreso en la Rijksakademie van Beeldende Kunsten de Amsterdam, sus primeros contactos con los grupos artísticos del momento y, sobre todo, el salto de los colores discretos a los brillantes gracias a la influencia del pintor Jan Toorop.

En 1912, con 39 años, decide dar un cambio radical a su vida y se traslada a París. Allí conocerá a otros grandes como Fernand Léger, Picasso y Georges Braque y descubre el cubismo. Su obra experimenta el salto más vertiginoso durante esta etapa, que le devolverá inesperada y temporalmente a Holanda cuando estalle la Primera Guerra Mundial (tiempo que aprovechará para crear la revista De Stijl y difundir sus nuevas teorías). Mondrian decide pues reducir la realidad visible a la más absoluta esencia a través de planos, colores primarios y líneas horizontales y verticales. "¿Qué es lo que quiero expresar con mi trabajo? La armonía a través del equilibrio de las líneas, los colores y los aviones, pero solo en la forma más enérgica", diría.

Apasionado del jazz y el boogie woogie

Pero París deja de ser una fiesta tras la guerra y el acoso nazi cada vez es mayor (llegaron a definir su arte como "degenerado"), así que el pintor decide dar el salto a Londres en 1938. Encuentra un piso en Hampstead y trabaja duro en sus obras, sin dejar de lado la vida social. Apasionado del jazz, era normal verle de forma frecuente en clubs acompañado de figuras como Peggy Guggenheim o Virginia Pevsner. Aunque parecía que la vida le sonreía y se le ofrecieron grandes oportunidades para exhibir su trabajo en las principales galerías de la ciudad, su creciente terror a los nazis le llevan a abandonar la ciudad rumbo a Nueva York, tan solo dos años después de su llegada.

Allí aterrizaría con 68 años y aunque solo pasaron 4 hasta su muerte tuvo tiempo de disfrutar de la gran metrópolis, su vida nocturna y una nueva clase de música, el boogie woogie, que daría nombre a su gran obra inacabada.

Como complemento a la exposición, el Gemeentemuseum también ha incluido cartas, fotografías y objetos personales –como la colección de discos del artista o su caballete- así como una reconstrucción a tamaño real del estudio parisino.

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