Albert Renger-Patzsch, el discreto encanto de la sobriedad

  • La Fundación Mapfre de Madrid reúne 185 fotografías para dar forma a una de las mayores retrospectivas que se han hecho hasta la fecha de autor.
  • Se le considera uno de los máximos representantes de la llamada nueva objetividad alemana.
  • Gran parte de su archivo fotográfico desapareció durante un bombardeo en la segunda Guerra Mundial.
Albert Renger-Patzsch Essen-Stoppenberg, 1929 Copia de época sobre gelatina de plata 27,2 × 37,5 cm Albert Renger-Patzsch Archiv / Stiftung Ann und Jürgen Wilde, Pinakothek der Moderne, Múnich. N.o INV. AJW 117 © Albert Renger-Patzsch / Archiv Ann und Jürgen Wilde, Zülpich / VEGAP, Madrid 2017
Albert Renger-Patzsch Essen-Stoppenberg, 1929 Copia de época sobre gelatina de plata 27,2 × 37,5 cm Albert Renger-Patzsch Archiv / Stiftung Ann und Jürgen Wilde, Pinakothek der Moderne, Múnich. N.o INV. AJW 117 © Albert Renger-Patzsch / Archiv Ann und Jürgen Wilde, Zülpich / VEGAP, Madrid 2017
ALBERT RENGER-PATZSCH
Albert Renger-Patzsch Essen-Stoppenberg, 1929 Copia de época sobre gelatina de plata 27,2 × 37,5 cm Albert Renger-Patzsch Archiv / Stiftung Ann und Jürgen Wilde, Pinakothek der Moderne, Múnich. N.o INV. AJW 117 © Albert Renger-Patzsch / Archiv Ann und Jürgen Wilde, Zülpich / VEGAP, Madrid 2017

Uno de los momentos más duros de la carrera del fotógrafo alemán Albert Renger-Patzsch (1897-1966) tuvo lugar durante la segunda Guerra Mundial. Un bombardeo aliado destruía el Museo Folkwang y con él se perdía casi por completo su archivo fotográfico y, de paso, una parte importante de la historia de la fotografía del siglo XX. Por fortuna para nosotros, lo que se salvó de aquel desastre se expone ahora en la Fundación Mapfre de Madrid y da forma a una de las mayores retrospectivas que se han hecho hasta la fecha del artista.

Albert Renger-Patzsch. La perspectiva de las cosas recorre la trayectoria de este importante fotógrafo de entreguerras con una selección de 185 imágenes y diverso material documental que van desde principios de 1920 hasta la década de los 60.

Pero, ¿qué hizo de él un artista de renombre? Patzsch está considerado hoy en día como uno de los máximos representantes de la nueva objetividad alemana. Un camino inexplorado en su época, por el que fue considerado prácticamente como 'un raro', cuando lo que prevalecía por aquel entonces eran las vanguardias experimentales y el pictorialismo.

Pero él no quería una fotografía que imitara a la pintura, sino que pretendía que la fotografía fuese la más independiente y naturalista de las artes y definitivamente... lo consiguió. "La fotografía reduce el mundo en color a un buen rectángulo en blanco y negro; y como el más modesto arte, requiere buen gusto, capacidad de abstracción, fantasía y concentración", diría en 1937.

Sobriedad y rigurosidad en el planteamiento técnico

Daba igual que fotografiase una planta, una cristalería o un paisaje. Observando detenidamente sus imágenes descubrimos siempre las mismas semejanzas: una extrema sobriedad y una rigurosidad, más extrema todavía si cabe, en el planteamiento técnico. "El secreto de una buena foto es el realismo", solía decir.

Los inicios de su carrera, a principios de la década de los 20, se centran en un conjunto de fotografías de plantas y flores para la serie de publicaciones Die Welt der Pflanze (El mundo de las plantas). Aquí ya destacan algunas de sus constantes: atención al detalle, los primeros planos y máxima objetividad.

Entre 1927 y 1930 publica tres libros de lugares, el dedicado a los parajes naturales de algunas islas del mar de Frisia que contrasta, sobremanera, con otros dos volúmenes dedicados a ciudades en pleno despegue de la industrialización como Lübeck (1928) y Hamburg (1930). Pero su libro más importante sería, sin duda, Die Welt ist schön (El mundo es bello), que a través de sus imágenes refuerza esa representación exacta del tema, la contención psicológica y la ausencia de estilizaciones pictóricas.

Renger-Patzsch se mudaría a Essen, en el Ruhr, en 1929 y allí iniciaría un proyecto que se desarrollaría hasta 1935 fotografiando un territorio lleno de contrastes del que llamaron su atención las zonas intermedias entre lo urbano y lo rural. La transformación del paisaje a causa de la incipiente industrialización le fascinó sobremanera. En esa época recibiría, además, numerosos encargos de arquitectos y empresas del sector industrial.

Todo cambiaría radicalmente con el fin de la guerra y la pérdida de sus archivos. El artista se muda a la zona rural de Wamen y regresa con fuerza a los temas de la naturaleza pero con otra mirada, que da lugar a perspectivas más amplias.

Organizada con la colaboración de la Fundación Ann y Jürgen Wilde, Pinakothek der Moderne de Múnich, la exposición podrá verse hasta el 10 de septiembre en la Sala Recoletos (Recoletos, 23) de la Fundación y de allí pasará en octubre a la galería nacional del Jeu de Paume en París.

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