Un festival soñado e ideado por dos jóvenes vecinos de Viveiro, un pueblo costero de la Mariña de Lugo, y que desde 2006 parece no tener límite. Ese es el mantra que sobrevuela al Resurrection desde que el año pasado trajese a Iron Maiden y a más de 80.000 personas procedentes de 20 países durante tres días de festival.

En 2017, la XII edición ha alcanzado las mismas metas: otra banda de renombre, Rammstein, y otra vez todos los abonos vendidos, por segundo año consecutivo.

Lo que sigue son algunos comentarios de los más de 100 conciertos que han inundado al pequeño pueblo de Celeiro de rock, metal y hardcore desde el pasado miércoles.

La semana empezó más a lo grande que nunca con la fiesta de bienvenida del miércoles (la warm-up party) gracias al tirón de la banda vitoriana Soziedad Alkohólika. Con un único escenario abierto al público, el ritual stage se quedó pequeño.

Miles de asistentes corearon temas míticos de este grupo vasco de los 90 como Nos vimos en Berlín y Piedra contra tijera, canción con la que actualizaron su alegato y lo dirigieron contra la ley mordaza. "Quieren taparnos la boca, para que nadie nos pueda escuchar, para que solo se oiga su mensaje, y nadie pueda dudar". El espíritu reivindicativo siempre presente.

Llegado el jueves, con el recinto ya a pleno rendimiento, los norteamericanos Red Fang eran unos de los grandes esperados en su vuelta a Galicia tras tocar en la compostelana Sala Capitol y en el propio Resurrection en 2014. Los de Oregón hicieron cabalgar su stoner sobre el desert stage, una de las principales novedades de este año en el festival y quizá también uno de los grandes aciertos.

Tocaban a la vez que Korpliklani, finlandeses que estuvieron hace muy poco en el Liceo Mutante, y después de viejos conocidos de este centro social pontevedrés como Bala y Guerrera. Plena coincidencia entre los asistentes en que estuvieron más que a la altura.

También el jueves, pero todavía de tarde, sobre el escenario principal, la banda de Ohio cuyo nombre está inspirado en el libro pero es anterior a la película The Devil Wears Prada exhibió metal cristiano en la tierra de San Roque.

Eran los cabeza de cartel del primer día 'oficial' del evento y congregaron a un buen número de seguidores del trash metal a los pies del main stage. Después del paso de Slayer por la Mariña de Lugo (en 2013) y de Megadeth (en 2014) ya hace tiempo que hay quien se pregunta por cuándo llegará el turno de Metallica.

Las primeras horas del día suelen estar reservadas para grupos emergentes o que llevan menos tiempo tocando, caso de los barceloneses Böira (significa orballo en catalán). Tuvieron apenas 30 minutos para demostrar que el post rock (escena tan en boga) todavía tiene muchas cosas por aportar, como una chica a los teclados acompañando, o incluso guiando, a guitarras, bajo y batería.

Son franceses y tienen pinta de no romper un plato, pero vienen figurando desde principios del milenio como uno de los nombres de referencia del post metal. Y ojo cuando a Stéphane Paut, alias Neige, le da por ponerse intenso con el screamo: pelos de punta y mucho seguidor emocionado con los acordes de Alcest.

Las estrellas incuestionables de la jornada del viernes. Desde hacía meses se especulaba con cómo sería su espectáculo de fuego y pirotecnia en Galicia y el resultado provocó opiniones para todos los gustos, aunque con el sentir mayoritario de que hubo un verdadero show.

Entre los comentarios horas después de su actuación destacaron los rumores sobre su after party y alguna que otra petición especial de los alemanes.

La cita con el proyecto de metal progresivo instrumental de Animals as Leaders enfrentaba el hándicap de llegar después de las llamas de Rammstein, pero la afluencia fue también enorme, así como las buenas impresiones que dejó esta banda de Washington D. C. formada por el guitarrista Tosin Abasi.

Era sábado, las fuerzas comenzaban a decaer, pero los gallegos Mutant tenían ganas de rock and roll, como así lo pregonó su cantante y como también lo demostró el batería, pese a la fiebre.

Con la firme voluntad, además, de acallar voces por el cambio de estilo de Pleiades, su concierto estuvo marcado por un llamamiento al apoyo de la música en directo y por ser de los pocos, si no los únicos, que hablaron al público en el idioma propio de la comunidad gallega.

Después de Arch Enemy y de Mastodon, y justo antes de Sabaton y Obituary, el punk de Rancid fue echando el cierre a la décimo segunda edición del Resurrection.

Sus incondicionales, encantados con poder verlos por tierras gallegas, si bien pesó el efecto 'gran escenario', que a bandas como a esta y a Drupkick Murphys (que tocaron el jueves) les restan la complicidad de salas más pequeñas. Una buena fiesta, no obstante, para decir: el año que viene, más.