Susana y Abraham cesan en la adopción tras 6 años de espera: "Quiero ser madre, no abuela"

  • Una pareja madrileña, otra vallisoletana y una tercera andaluza relatan lo difícil que es en España adoptar un niño, tanto a nivel nacional como internacional.
  • "Los tiempos, por motivos básicamente burocráticos, se van demorando. Tanto que llevamos esperando seis años y ahora el país está cerrado".
  • "Es absurdo que si hay un niño en Huesca yo no pueda adoptarlo, como también lo es que si me mudo de comunidad tenga que empezar de cero".
  • "El proceso de ponerle tus apellidos debería tardar seis meses pero se está prolongando hasta dos años, porque por lo visto hay un tapón en los juzgados".
  • El "vacío legal" de las adopciones deja sin familia a miles de niños.
Abraham y Susana, de 43 y 38 años, han decidido abandonar su proceso de adopción tras el cierre de Etiopía, el país donde tenían abierto expediente.
Abraham y Susana, de 43 y 38 años, han decidido abandonar su proceso de adopción tras el cierre de Etiopía, el país donde tenían abierto expediente.
JORGE PARÍS
Abraham y Susana, de 43 y 38 años, han decidido abandonar su proceso de adopción tras el cierre de Etiopía, el país donde tenían abierto expediente.

Tres familias, cada una de una comunidad autónoma y en un punto diferente del camino, relatan lo complicado que es en España embarcarse en un proceso de adopción. A la espera de un reglamento que desarrolle la ley sobre la protección jurídica de la infancia y la adolescencia aprobada en 2015 —y que habrá que analizar después si realmente mejora la situación—, las adopciones, tanto nacionales como internacionales, suponen para muchas parejas un arduo viaje a través de trámites burocráticos y dilatadísimos tiempos de espera, que no siempre acaba con un final feliz.

El cierre de Etiopía ha truncado el sueño de ser padres de Susana y Abraham. Después de seis años de espera, tras intentarlo por todos los medios y haber pagado la mayor parte del contrato que firmaron, a esta pareja madrileña le han cerrado el país por el que habían apostado para adoptar.

"Tras hacer el curso inicial, en la Comunidad de Madrid nos dijeron que solo podíamos elegir un país, cuando en otras CC AA te dejan elegir dos países y llevar la adopción internacional en ambos en paralelo. Entonces nosotros escogimos Etiopía y tuvimos que firmar un contrato, a priori, a 12.000 euros por una duración de dos años y medio o tres".

"Podemos empezar de cero; pero quiero ser madre, no abuela"

A medida que pasaba el tiempo, "sabes que tienes que esperar y te relajas". "Íbamos recortando de cosas hasta que pudiéramos lograr los 12.000 euros, además del dinero para el viaje a Etiopía que teníamos que hacer (unos 3.000 o 4.000 euros). Estábamos dispuestos y decidimos seguir adelante". Sin embargo, "los tiempos, por motivos básicamente burocráticos, se van demorando. Tanto que llevamos esperando seis años y ahora el país está cerrado".

"Nos llegó la notificación en mayo del Instituto del Menor y la Familia porque, digamos que lo que sería el Ministerio de allí, ha decidido que va a reestructurar todo el proceso y va a intentar fomentar la adopción nacional dentro del propio país", explica resignada esta joven. Tras este gran "palazo" —como lo define Susana— en Madrid les dieron la opción de "poder abrir un segundo expediente empezando de cero. Lo que corresponde un nuevo gasto, un nuevo contrato (que ya no son de 12.000 euros sino que los hay hasta de 21.000 dependiendo del país) y todo el dinero que nosotros habíamos invertido sería a fondo perdido".

"Ahora mismo nosotros estamos entre el 15 y el 20 de la lista, empezamos en el puesto 100, y no está nada mal". Sin embargo, aunque Etiopía vuelva a abrir de aquí a un tiempo las adopciones internacionales, si MundiAdopta, la Ecai que los lleva y que pasa por una situación delicada, cierra por falta de liquidez, nadie les asegura que la Comunidad se haga cargo de su expediente.

Esta pareja pagó 5.600 euros de inicio cuando firmaron el contrato y cuando estaban relativamente del primer puesto de la lista de adoptantes tuvieron que abonar 3.000 más de cooperación internacional a Etiopía. Además, el propio país hizo una remodelación y tuvieron que cambiar de documento, lo que supuso un añadido de otros 1.500. Más de 10.000 euros caídos en saco vacío.

A pesar de ello, en 2015, en vistas de que los trámites internacionales iban para largo, decidieron apuntarse también a la adopción nacional. "En principio no tenemos mal número: éramos el 458 de casi 10.000 peticiones. La historia es que en dos años aún van por el expediente número 100", comenta Susana. Además, la mala noticia del cierre de Etiopía no llegó sola. En el mismo mes, "un representante del Instituto del Menor nos dijo que nos olvidásemos de la nacional porque la media de edad de la pareja tiene que ser 40-41 años".  Ella acaba de cumplir 38 y su marido 43, por eso —dice— "si en dos años solo han asignado 100 niños, en el momento en que yo el año que viene haga los 39 se terminó".

Y es que todo son 'contras'. Dentro de las de los diferentes lugares para abrir otro expediente internacional está República Dominicana, donde esperarían "mínimo tres años" tendrían que estar "cuatro meses de estancia allí". Por ello, Susana denuncia que "no todo el mundo se puede permitir cuatro meses de excedencia aparte de los costes de estar allí". En otros países como la India, por ejemplo, la espera es de "alrededor de los 5 o 6 años" y en Madagascar "hay tanta lista de espera hoy en día que no se firman nuevos contratos hasta el 2020".

"Nosotros nos hemos quejado, se ha llevado una propuesta al congreso, pero no sirve de nada. Hemos mirado muchas cosas, nos hemos informado mucho, pero llega un momento en el que tienes que relajarte y empezar a disfrutar de lo que tienes. Tienes que hacerte a la idea de que en tu casa vais a ser tu pareja y tú y ya está", declara.

"Basta ya, llevamos seis malos años y hay que empezar a vivir y disfrutar", dice Susana. Con esta filosofía, este verano podrá viajar a México y conocer la cultura maya que tanto le gusta sin pensar en ahorrar "para poder ser madre". Y es que Abraham y ella están "casi seguros" de que "no vamos a abrir un segundo expediente porque la verdad es que la carga emocional ha sido muy grande y, no te voy a engañar, los años pasan. Yo quiero ser madre, no quiero ser abuela", sentencia.

Adopción nacional... ¿o autonómica?

Cuando Miguel y Sonia (nombres ficticios) salieron el pasado mes de marzo de la reunión en la que les informaron sobre las adopciones internacionales se sintieron desolados. "Nos dimos cuenta de que era muy complicado, bastante más de lo que nos habíamos planteado", cuenta ella al otro lado del teléfono.

Casados desde 2012, habían estado dos años y medio probando sin éxito técnicas de reproducción asistida, con el coste económico, pero principalmente emocional, que supone cada intento fallido. Y con los efectos que sobre la mujer tienen las estimulaciones de ovarios que conllevan. "Mi cuerpo ya no aguantaba más. Y él también estaba anímicamente destrozado", recuerda.

Este matrimonio de Valladolid sabía que la adopción no iba a ser inmediata, pero no pensaron que encontrarían tantas trabas: "Nos dieron una lista de 32 países y nos los presentaron uno por uno. En los márgenes de ese papel vas viendo tu futuro muy negro". Brasil, la demora es de más de seis años y los niños, mayores; China, son necesarios unos ingresos mínimos de 30.000 euros y un patrimonio de 80.000; Filipinas, ninguno de los progenitores puede ser diabético y Miguel lo es; Rusia, la espera es de 14 meses pero hay que hacer tres viaje y la información no suele ser muy transparente… Así hasta 32 decepciones.

Con escasas expectativas de poder acceder a alguno de esos destinos, esta pareja acudió entonces a un encuentro en el que les explicaron los pasos a seguir para adoptar un niño en España, o concretamente, en Castilla y León, porque el pequeño debe ser de la misma comunidad en la que reside la familia solicitante. Las perspectivas tampoco fueron muy halagüeñas, pero tras sopesar los pros y contras de ambas vías, en abril decidieron presentar los papeles para la adopción nacional, donde al menos el proceso es gratuito.

Ellos han solicitado dos niños, de cero a dos años, aunque son conscientes de que es difícil que ese baremo de edad se cumpla, y no estarán cerca de tenerlos en casa al menos hasta dentro de seis años. Cuando se vaya aproximando ese momento serán sometidos a la evaluación que determinará si se les concede o no la idoneidad. "Van resolviendo expedientes por orden de llegada, no por necesidades o demanda. Ahora están con los de 2011. Cuando lleguen a los años posteriores pueden encontrarse con más peticiones y que la espera se alargue. En Castilla y León el número de adopciones anuales es de 60, una cifra muy baja", explica Sonia.

Con un plazo tan largo por delante, ella afirma que es un tema que quiere dejar aparcado y, cuando se le pregunta si finalmente se decidirán a intentar también el procedimiento internacional, responde que necesitan darse un tiempo: "Desde que nos casamos tuvimos la idea de que queríamos adoptar un niño, pero pensando que primero vendrían los biológicos. La perspectiva cambia cuando lo has intentado todo y te das cuenta de que no puedes. A mí me costó mucho verbalizar 'no puedo tener hijos, vamos a adoptar'. Lo voy asumiendo, pero al principio es muy duro". En ese camino hacia la asimilación, aún no han llegado a dar el paso de comunicar a todo su entorno que han iniciado este proceso, de ahí que prefieran mantener el anonimato.

Esta chica no está a favor de la gestación subrogada, pero admite que entiende la posición de quien quiere tener un hijo y, al ver lo que supone adoptar, decide acudir a ella. "Habría que darles oportunidades a los niños que ya están en el mundo. En España hay miles esperando una familia y cuando vas a otros países y ves en la situación en la que están, se te parte el alma pensando en la buena vida y el amor que les podrías ofrecer", lamenta.

"Si fuera por dinero habría pedido un crédito. Pero no es solo cuestión de dinero. Es que te topas con las Administraciones y son como un muro", denuncia. Exige al Gobierno que renueve y revise los convenios con terceros estados y abra el abanico de países en los que se puede adoptar, así como coordinación entre las autonomías: "Es absurdo que si hay un niño en Huesca yo no pueda adoptarlo, como también lo es que si me mudo de comunidad no me sirva de nada lo que he hecho y tenga que empezar de cero". A ella ahora le toca esperar, pero no va a hacerlo cruzada de brazos; se ha propuesto luchar para que sus reclamaciones no caigan en saco roto: "Nos tienen que escuchar".

Un expediente paralizado tres años

Luz y su pareja llevan varios meses esperando la que será una de las llamadas más importantes de sus vidas, esa en la que les informen de que ya tienen asignado a su hijo y de que en breve podrán viajar a buscarlo. Es lo único que les falta para cumplir su deseo de ser padres, pero para llegar hasta aquí han tenido que pasar casi siete años, en los que han llegado a tener el expediente paralizado. Inmersos en la fase final de este periplo, prefieren no dar a conocer sus nombres reales.

"Cuando nos casamos teníamos claro que queríamos adoptar un niño y un año después empezamos a informarnos", relata esta andaluza. Ellos se decantaron por el procedimiento internacional porque para el nacional les dieron muy pocas esperanzas. "A mi marido además le daba miedo que la familia biológica viniera a buscar al niño al cabo del tiempo y prefería que fuera del extranjero para que no hubiera esa cercanía", cuenta.

Tomada la decisión de la vía a seguir entregaron la solicitud y medio año después hicieron el curso de preparación, un curso "magnífico", que ella "recomendaría incluso para muchos padres biológicos". "Te hacen representar diferentes roles. Te ponen en situación. En lo peor y en lo mejor. Te explican que los niños en adopción pueden estar sanos pero que todos tienen carencias, por muy pequeños que sean", apunta.

Tres meses después de aquella formación les citaron para la primera entrevista. Lentamente, pero el proceso parecía que avanzaba. Hasta que llegó ese encuentro con el trabajador social y el psicólogo y cometieron el error de ser sinceros: "Les dijimos que teníamos abiertos los dos caminos, el adoptivo y el biológico, y nos dijeron que entonces no podíamos seguir adelante con la adopción. Hasta que no descartáramos los medios biológicos teníamos que paralizar el expediente. Oficialmente es algo que haces tú de forma voluntaria, pero porque sabes que te están diciendo que no te van a dar la idoneidad".

Luz no entiende esa postura: "Nunca me va a entrar en la cabeza. ¿Qué problema hay en que te quedes embarazada mientras buscas un niño en adopción? Por mi parte los dos iban a tener la misma consideración. Los dos iban a ser mis hijos. Yo sabía que la adopción iba a tardar y quería ir poniéndola en marcha".

De haberle permitido seguir con los trámites, esta pareja habría podido cumplir su sueño hace mucho tiempo, porque en aquel momento no lo sabían, pero no iban a poder tener descendencia. Ella se sometió a dos tratamientos de fecundidad que la agotaron psicológicamente y que la llevaron a decidir que había llegado el momento de centrarse exclusivamente en la adopción.

La paralización del expediente se va prolongando cada año, hasta un máximo de tres. Así que, cuando estaba a punto de cumplirse el tercer plazo, llamaron a la delegación, contaron lo que les había ocurrido y pidieron que se reabriera su caso.

A partir de ahí la maquinaria burocrática se puso nuevamente en marcha. A una entrevista en casa y a la concesión de la idoneidad les siguió la realización de las pruebas que cada estado exige para determinar si acepta o no a la familia adoptante. "Son test mayormente psicológicos. Te pasas una mañana entera. Se pueden elegir dos países pero te recomiendan pedir uno solo porque algunos no ven bien que tengas una segunda opción", señala Luz.

En el que ellos han elegido las adopciones son "muy claras". "Los niños vienen con mucha información. Otra de las cosas buenas es que la estancia es solo para recogerlos", explica. El único problema que han visto es que el pequeño no llega a España en adopción, sino bajo custodia, con los apellidos de sus progenitores biológicos. "El proceso de ponerle los tuyos debería tardar seis meses pero se está prolongando hasta dos años, porque por lo visto hay un tapón en los juzgados", se queja. El país de origen les hará tres seguimientos durante los seis primeros meses. "Cuando pasas el tercero te dicen que el niño es tuyo y que ya lo puedes adoptar. No es justo que vayas con los papeles a la delegación y en vez de tardar unos días en tramitarlo se tarden dos años", continúa.

Esta mujer lamenta que todo se dilate tanto a la hora de adoptar: "Es una lucha increíble, cuando de lo que estamos hablando es de niños. Es lo primero que debería priorizarse. Niños que están creciendo en orfanatos porque los papeles no se mueven".

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