Otras decisiones polémicas de la Real Academia Española

Imagen de archivo de un diccionario de la RAE.
Imagen de archivo de un diccionario de la RAE.
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Imagen de archivo de un diccionario de la RAE.

La RAE ha vuelto a estar en boca de todos (y sobre todo, de los tuiteros) este lunes por una decisión que ha levantado polémica: la Academia dará por válido en su diccionario iros como imperativo de irse.

Aunque los académicos han aclarado que se acepta como "uso habitual", la forma correcta seguirá siendo idos o íos. Este anuncio no ha gustado a quienes consideran que la labor de la RAE es cuidar del lenguaje. En respuesta, Arturo Pérez-Reverte ha explicado que ellos se limitan a ser "notario de cómo hablamos, no policía".

No es la primera vez que una decisión de la RAE levanta polémicas. Mucho se ha hablado de la definición de algunas palabras que recoge el diccionario, por sus connotaciones racistas, sexistas o discriminatorias.

Por ejemplo, el coletivo gitano lleva años peleando por eliminar las definiciones peyorativas referentes a su etnia. Se ha avanzado, pero el DRAE sigue manteniendo un entrada que equipara gitano al adjetivo trapacero ("Que con astucias, falsedades y mentiras procura engañar a alguien"). Eso sí, advirtiendo de que se trata de un uso "ofensivo o discriminatorio".

Tampoco se omiten usos políticamente incorrectos de las palabras autista ("Dicho de una persona: Encerrada en su mundo, conscientemente alejada de la realidad") o subnormal ("Dicho de una persona: Que tiene una capacidad intelectual notablemente inferior a la normal"), por citar algunas.

Vulgarismos en el diccionario

No aparece cocreta por croqueta, pero sí otros vulgarismos "en desuso" (advierten) como almóndiga o toballa. Igual que se admite que eliminemos letras que en el lenguaje oral desaparecen cuando escribimos madalena, dotor, setiembre, otubre...

Incluso han entrado en el diccionario 'confusiones' habituales como murciégalo, moniato (por boniato), vagamundo (por vagabundo), crocodilo..., algunas tan llamativas como la también aceptada asín (por así).

Hay palabras que aparecen como se dicen pero no con el sentido que se usan en el lenguaje más coloquial: basta con buscar haiga ("automóvil muy grande y ostentoso, normalmente de origen norteamericano") y descambiar ("deshacer un cambio") para ver que no significan lo que algunos piensan.

También llama la atención que se incorporen palabras como papichulo o arremangar y, sin embargo, tengamos que seguir poniendo en cursiva (se recogen pero no se castellanizan) otras de uso tan común como camping o casting, siempre según RAE. El próximo neologismo en llegar al diccionario será posverdad, las palabras que sí usamos a menudo ya veremos cuándo llegan.

Lenguaje sexista

En el apartado sexista requieren mención dos incorporaciones: culamen (por culo) y, sobre todo, muslamen. Atentas a la definición de esta última: "Muslos de una persona, especialmente los de mujer".

Ejemplos como este pueden encontrarse muchos. El último en hacer ruido ha sido la definición de jueza como "mujer del juez", cuya retirada ha pedido ya una asociación de juezas (de las que juzgan, no de las casadas con jueces).

También recientemente, la Academia ha anunciado que dejará de equiparar sexo sébil a "conjunto de las mujeres" a raíz de una petición en Change.org, aunque de momento sigue recogida así en el diccionario.

Reticencias a los cambios

Es cierto que la RAE, en general, es reticente a incorporar con velocidad palabras de otros idiomas (sobre todo los anglicismos relacionados con la tecnología), aunque sí se recogen en el diccionario algunos muy usados en América Latina como bluyín (pantalón vaquero). Eso sí: prefieren que uses tableta a tablet.

Algunas propuestas de castellanización no terminan de calar. Nos cuesta horrores escribir güisqui o sándwich en sus versiones académicas, que siempre salen perdiendo frente a whisky y sandwich, aunque lo de que se escriban en cursiva es una guerra perdida. Si pesa más el uso, tarde o temprano apareceran en su versión original.

Pero hay que reconocer que tampoco los usuarios somos muy permeables a los cambios o novedades que va introduciendo la Real Academia de la Lengua. Protestamos cuando nos quitaron la CH y la LL (asúmelo: ya no forman parte del abecedario, son dígrafos de c+ h y l + l), seguimos escribiendo guion con acento y pasamos de llamar a la i griega yé, tal y como nos recomiendan. También le ponemos acento a 'solo' y los demostrativos, aunque hace años que se lo quitaron.

El peligro del anuncio de este lunes (sí, ya se puede decir iros sin pasar vergüenza) es que podría ser el comienzo del fin del imperativo (luego vendrá el ir por id, el comer por comed, el venir por venid....), ya bastante denostado en el lenguaje oral incluso en medios de comunicación.

De acuerdo: los guardianes del lenguaje (que al parecer somos más de los que creía Arturo Pérez-Reverte) tenemos miedo de que lo siguiente sea quitar la D al sufijo -ado y entonces será aceptable cuñao, despejao, molestao, encantaos... Al presidente Rajoy le harían un gran favor.

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