Antoine D'Agata o cuando el fotógrafo se transforma en material de su propia obra

  • Desde hace 25 años el trabajo de este fotógrafo francés se ha centrado en varios temas considerados tabú: adicción a las drogas, el sexo, la noche o la prostitución.
  • Él mismo protagoniza todas sus imágenes: "aceptar la responsabilidad de actuar en las situaciones que fotografío es una obligación moral".
  • Dentro de la programación de PHotoEspaña puede verse Corpus, un relato autobiográfico del artista compuesto por textos, imágenes y varios audiovisuales.
Antoine d'Agata. México, 2014 © Antoine d'Agata
Antoine d'Agata. México, 2014 © Antoine d'Agata
ANTOINE D'AGATA
Antoine d'Agata. México, 2014 © Antoine d'Agata

"Para mí la fotografía no es un juego, ni una forma de ver el mundo, sino un modo de ejercer mi libertad. Nace de la necesidad de impulsar las cosas hasta su extremo, comprometerme hasta donde nunca imaginé. Por eso hice de mí el material de mi propia obra, para no olvidar que cada gesto, que cada movimiento, que cada acto me incumbe". Semejante declaración de intenciones pertenece al fotógrafo francés Antoine D'Agata (Marsella, 1961), miembro de la agencia Magnum desde 2004 y uno de los protagonistas más 'controvertidos' de la última edición de PHotoEspaña.

Su exposición Corpus forma parte de la 'carta blanca' otorgada este año por el festival a otro fotógrafo de la radicalidad, Alberto García-Alix, que ha seleccionado para la ocasión a seis artistas que "se alejan de la norma y se nutren de lo más íntimo y pasional', según sus propias palabras.

La definición no podría ser más acertada en el caso D'Agata, quien practica la autofotografía y la define como un acto militante: "no creo en el documentalismo objetivo, y no es que no pueda documentar el mundo desde fuera. Aceptar la responsabilidad de actuar en las situaciones que fotografío es una obligación moral, la única forma justa de hacer documentalismo".

Un relato autobiográfico

De esta manera este Corpus es un viaje (no apto para todos los ojos ni para todos los estómagos, aunque una lástima para quienes se lo pierdan) compuesto por textos, más de 200 imágenes y varios audiovisuales, en el que traza sobre su propio cuerpo un relato autobiográfico, poniendo delante del espectador una realidad vivida de manera cada vez más intensa.

Y es que ya no hay vuelta atrás para este creador, que dejó Francia en 1983 y estudió en el Centro Internacional de Fotografía de Nueva York en la década de los 90 bajo la supervisión de maestros como Nan Goldin y Larry Clark.

Desde hace más de 25 años su trabajo se ha volcado en varios temas considerados tabú para la mayoría: adicción a las drogas, sexo, obsesiones personales, oscuridad, la noche, prostitución... "No tomo drogas porque no pueda fotografiar sin ellas, sino porque no concibo fotografiar el mundo de las drogas sin estar directamente implicado en él".

Así ocurre con todo lo que atrae a su objetivo, si va a fotografiarlo debe involucrarse personalmente ya que persigue una dimensión política y teórica, no meramente estética. Como él mismo declaró una vez: "Un artista auténtico ha de pagar con su cuerpo, con su muerte, con su daño". Su intenso, doliente y desgarrador trabajo puede verse en la Sala Picasso del Círculo de Bellas Artes de Madrid hasta el próximo 24 de septiembre. Atrévanse.

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