Adelanto: 'Läetitia o el fin de los hombres', de Ivan Jablonka

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Läetitia o el fin de los hombres, de Ivan Jablonka, se publica el 11 de octubre en España en la editorial Anagrama (424 páginas, 20,90 euros). Se trata de un libro de no ficción criminal basado en un suceso que removió Francia.

Basado en hechos reales, este libro reconstruye un caso que conmocionó a la sociedad francesa: la violación y asesinato de la joven de 18 años Läetitia Perrais, en 2011. Ivan Jablonka reconstruye su vida revelando que sufrió violencia machista durante mucho tiempo.

Nacido en París, en 1973, Ivan Jablonka es profesor de Historia en la Universidad París XIII y codirector de la colección La République des idées de la editorial Seuil).

Con Läetitia o el fin de los hombres, donde rompe las barreras entre géneros, ha recibido los premios Le Monde, Médicis y el Prix de Prix. A continuación puedes leer en exclusiva el comienzo del libro.

Fragmento de 'Läetitia o el fin de los hombres'

Laëtitia Perrais fue secuestrada la noche del 18 al 19 de enero de 2011. Era una camarera de dieciocho años, domiciliada en Pornic, en el departamento francés de Loira Atlántico. Llevaba una vida común y corriente en la familia de acogida a la que había sido asignada con su hermana melliza. El asesino fue arrestado al cabo de dos días, pero hasta que se encontró el cuerpo de la joven transcurrieron varias semanas.

El caso despertó una inmensa conmoción en todo el país. El presidente de la República, Nicolas Sarkozy, al criticar el seguimiento judicial del asesino, cuestionó a los jueces, a quienes prometió «sanciones» en respuesta a sus «faltas». Sus declaraciones desataron una huelga inédita en la historia de la magistratura. En agosto de 2011 -un caso dentro del caso-, el padre de acogida de las chicas fue imputado por agresiones sexuales a la hermana de Laëtitia. Hasta hoy, se ignora si la propia Laëtitia fue violada, ya fuera por su padre de acogida o por su asesino.

Este suceso es excepcional desde todo punto de vista: por la onda expansiva que suscitó, por su eco mediático y político, por la importancia de los recursos desplegados para dar con el cuerpo, por las doce semanas que duró la instrucción, por la intervención del presidente de la República, por la huelga de los magistrados. No es una mera causa penal: es un asunto de Estado.

¿Pero qué se sabe de Laëtitia, aparte de que fue víctima de un suceso destacado? Cientos de artículos y reportajes hablaron de ella, pero únicamente para mencionar la noche de la desaparición y los juicios. Su nombre solo aparece en Wikipedia en la página del asesino, en la sección «Homicidio de Laëtitia Perrais». Eclipsada por la fama que le brindó a su pesar al hombre que la mató, la joven se convirtió en la culminación de una trayectoria criminal, un hito en el orden del mal.

Poder del asesino sobre «su» víctima: no solo le quita la vida, sino que traza el curso de esta, que en adelante estará orientada hacia el funesto encuentro, el engranaje sin retorno, el gesto letal, el ultraje al cuerpo. La muerte traza su vida.

No conozco relato de crimen que no valore al asesino a expensas de la víctima. El asesino está ahí para narrar, para expresar su arrepentimiento o para pavonearse. De su juicio, él es el punto focal, si no el protagonista. Quisiera, en cambio, liberar a las mujeres y a los hombres de su muerte, arrancarlos del crimen que les hace perder la vida, y hasta la humanidad. No honrarlos en cuanto «víctimas», ya que eso también implica remitirlos a su fin; simplemente rehabilitarlos en su existencia, dar testimonio por ellos.

Mi libro solo tendrá una heroína: Laëtitia. El interés que despierta ella en nosotros, como un feliz retorno, la devuelve a sí misma, a su dignidad y a su libertad. Mientras estaba viva, Laëtitia Perrais no atrajo el interés de ningún periodista, de ningún investigador, de ningún político. ¿Por qué dedicarle hoy un libro? Curioso destino el de esta transeúnte fugazmente famosa. A ojos de todos, nació en el instante en el que murió.

Quisiera demostrar que un suceso puede ser analizado como un objeto de historia. El caso Laëtitia oculta una profundidad humana y cierto estado de la sociedad: familias desestructuradas, sufrimientos infantiles mudos, jóvenes que ingresan demasiado pronto en la vida activa, y también el país a comienzos del siglo XXI, la Francia de la pobreza, de las zonas periféricas, de las desigualdades sociales. A partir de él, se descubren los engranajes de la instrucción, las transformaciones de la institución judicial, el papel de los medios, el funcionamiento del Poder Ejecutivo, su lógica acusatoria y su retórica compasiva. En una sociedad en movimiento, el suceso es un epicentro.

Pero Laëtitia no cuenta solo por su muerte. Su vida también nos importa porque la joven es un hecho social. Encarna dos fenómenos más grandes que ella: la vulnerabilidad de los niños y la violencia de género. Cuando Laëtitia tenía tres años, su padre violó a su madre; luego su padre de acogida abusó de su hermana; ella misma no vivió más que dieciocho años. Estos dramas nos recuerdan que vivimos en un mundo donde se insulta, se acosa, se golpea, se viola y se mata a las mujeres. Un mundo donde las mujeres no terminan de ser sujetos de pleno derecho. Un mundo donde las víctimas responden a la saña y a los golpes mediante un silencio resignado. Un fenómeno a puertas cerradas, tras el cual siempre mueren las mismas.

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