Hace cien años, un 28 de julio de 1917, nació la poeta (que no poetisa, porque "parece cosa de risa y muy cursilindo", decía) Gloria Fuertes en el madrileño barrio de Lavapiés, donde viviría toda su vida y escribiría sus mejores versos.
Aunque se la conoce sobre todo por sus poemarios infantiles y por haber acercado la poesía a los niños (“Un niño con un libro de poesía en las manos nunca tendrá de mayor un arma entre ellas”, defendía), Gloria Fuertes escribió muchos versos para adultos y tratando temas como la guerra, la soledad, la represión, la pobreza, la igualdad, el pacifismo, el medio ambiente...
Y vivió la Guerra Civil española, a la que se refería así: "Lo único bueno que me dio fue que me hizo pacifista y me dejó un poco de metralla en el muslo".
"Sin la tragedia de la guerra quizá nunca hubiera escrito poesía", explicaba Gloria Fuertes. Ligada a la Generación del 50 y al postismo, su obra se ha recogido en numerosos recopilatorios como el reciente El libro de Gloria Fuertes (Blackie Books).
Con motivo de su centenario se están haciendo exposiciones, recitales (como el de este viernes en varios lugares de Lavapiés) y reediciones de su obra. Larga vida a Gloria.
Gloria Fuertes en siete poemas
Dediqué mi libro a una niña de un año,
y le gustó tanto,
que se lo comió.
En las noches claras,
resuelvo el problema de la soledad del ser.
Invito a la luna y con mi sombra somos tres.
La mujer rana
y el hombre rana
se casaron
y en vez de tener perdices
tuvieron tres renacuajos.
En el árbol de mi pecho
hay un pájaro encarnado.
Cuando te veo se asusta,
aletea, lanza saltos.
En el árbol de mi pecho
hay un pájaro encarnado.
Cuando te veo se asusta,
¡eres un espantapájaros!
La gente corre tanto
porque no sabe dónde va,
el que sabe dónde va,
va despacio
para paladear
el “ir llegando”
Nací para poeta o para muerto,
escogí lo difícil
—supervivo de todos los naufragios—,
y sigo con mis versos,
vivita y coleando.
Nací para puta o payaso,
escogí lo difícil
—hacer reír a los clientes desahuciados—,
y sigo con mis trucos,
sacando una paloma del refajo.
Nací para nada o soldado,
y escogí lo difícil
—no ser apenas nada en el tablado—,
y sigo entre fusiles y pistolas
sin mancharme las manos.
La gente dice:
«Pobres tiene que haber siempre»
y se quedan tan anchos
tan estrechos de miras,
tan vacíos de espíritu,
tan llenos de comodidad.
Yo aseguro
con emoción
que en un próximo futuro
sólo habrá pobres de vocación.
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