'Más allá del Muro': ¿Qué ha pasado en el 7x06 episodio de 'Juego de tronos'?

Imagen de Jon Snow en el episodio 7x06 de 'Juego de tronos'.
Imagen de Jon Snow en el episodio 7x06 de 'Juego de tronos'.
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Imagen de Jon Snow en el episodio 7x06 de 'Juego de tronos'.

A falta de un (mítico) noveno episodio, llega el penúltimo capítulo con muchas cosas que contar y con más minutos que de costumbre: 70. Más de una hora de metraje con la que adentrarnos en las tierras más allá del muro y mirar a los ojos gélidos de las huestes de los Caminantes Blancos. El final de la séptima temporada se acerca (el próximo domingo se emite el último episodio) y lo hacemos con menos uñas, menos dragones que antes... y más caricias. Y, cómo no, hiperventilando. El ritmo es trepidante; la serie coge carrerilla. Veamos.

Meñique no da puntada sin hilo. Llegamos del capítulo de Guardaoriente odiando a Petyr Baelish un poco más. Su plan (que Arya encuentre la nota de Sansa, en la que pedía a su familia que jurara lealtad a su "amado" Joffrey) sale como él espera: creando división entre las filas de los Stark. Ese distanciamiento entre hermanas se palpa a la perfección en este nuevo capítulo, en el que Arya muestra su lado más letal y mortífero a Sansa, a quien acusa de traidora. "Ahora está muerto [Ned], asesinado por los Lannister. Con tu ayuda". Entonces llega la amenaza de la más pequeña: ¿Qué pensarán los norteños cuando vean la nota de su señora? El gran temor de Sansa se materializa. Si Arya muestra esa carta, la división de la casa Stark sobrepasará los muros de Invernalia y se extenderá por todo el Norte. Arya descubre el miedo de Sansa y esta última los rostros que su hermana guarda en el bolso. Es hora de mostrar las cartas y de la desconfianza. Además, Sansa recibe una invitación de Cersei para ir a Desembarco del Rey. Allí irá Brienne en su nombre.

Buscando pretendiente a Danny. La Madre de los Dragones confía en su Mano... hasta cierto punto. El recelo que ha mostrado a lo largo de toda la temporada se acrecienta en una de las charlas que mantiene con Tyrion en Rocadragón cuando sale el apellido Lannister. La fé de Danny en él se resquebraja mientras juntos preparan la reunión que mantendrá con Cersei previsiblemente en el próximo episodio. En esa charla, abordan también la sucesión al trono, un asunto que Daenerys deja en el aire. "Lo discutiremos cuando tenga la corona sobre mi cabeza", le dice al recordarle que ella no puede tener hijos. Pero en la conversación, cómo no, sale el nombre de Jon Snow, del que Tyrion dice que está enamorado de ella. "Es demasiado pequeño para mí", responde con una sonrisa en la cara. Ejem.

Las cosas se complican más allá del muro. El grupo de valientes integrado por Jorah, el salvaje pelirrojo, el Perro, Snow, el martillo de Gendry y los del Estandarte llegan al otro lado del muro con la misión de atrapar a un caminante blanco. Pero a falta de uno, bueno es un ejército, porque las huestes cada vez más numerosas aparecen y rodean a la pequeña expedición alrededor de un lago. Un cuervo —de Gendry, que huyó minutos antes por orden de Snow— avisa a Daenerys de lo peor. Ella, a lomos de uno de sus pequeños y acompañada por los otros dos, no duda ni un segundo en ir al rescate del rey en el Norte. Se avecina una barbacoa en el Norte.

Daenerys, salvavidas de Jon. Una vez el agua se congela alrededor de los valientes y horas después de tensión, los muertos empiezan a andar hacia ellos. Los Caminantes Blancos se aproximan por todas partes en una batalla desigual en lo que a número se refiere. Thoros muere por la herida de un oso y Tormund está a punto de seguir sus pasos, pero el Perro no deja que eso pase. En el peor momento de todos, que recuerda a alguna que otra escena de The Walking Dead, Danny y sus pequeños entran en escena. El grupo sube a lomos de uno de los dragones mientras Jon sigue aniquilando espada en mano para lucirse delante de Targaryen. Es en ese breve periodo de tiempo cuando el Rey de la Noche coge una lanza gélida y mata a Viseryon, que cae al interior del agua helada. Todos huyen, con uno de los caminantes, menos Jon, a quien finalmente rescata su tío Benjen, que queda sepultado por la muerte.

No llames Dany a una reina. Pocos romances se han cocido a tan poca temperatura como el de Jon Snow y la madre de los dragones. Ya en el Muro, cuando Jon aparece más muerto que vivo a lomos del caballo de su tío, la relación de los dos avanza, pasito a pasito. Ella, al borde de las lágrimas por la pérdida de uno de sus hijos; él, con pesar por lo ocurrido. "Los dragones son mis hijos, son los únicos que tendré", dice mientras se acarician la mano. "Vamos a destruir al ejército juntos", añade. "Gracias Danny", responde él, un diminutivo que a ella no le agrada demasiado. "De acuerdo, Dany no. ¿Qué tal 'mi reina'?", suelta ante una Daenerys ojiplática. Las caricias y las miradas cargadas de significado han ganado el pulso definitivamente al orgullo de Jon. "Doblaría la rodilla, pero... ". No hace falta, con esa frase ha sido suficiente.

Un dragón... helado. Después de la escena cargada de romanticismo, llega el enemigo número 1 ahora reforzado: los caminantes sacando del agua helada a Viseryon. Y sí, este dragón ahora también tiene los ojos del color del hielo.

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