Interpol: "No creo que nuestro primer disco sea mejor que el último, pero me encanta tocarlo"

  • La banda neoyorquina celebra los 15 años de su disco de debut con una gira donde lo tocan íntegro.
  • Actuarán este viernes en Barcelona y el sábado en el festival madriñelo Dcode.
  • "'Turn on the Bright Lights' no es el disco del que más orgullosos estamos".
La banda neoyorquina Interpol
La banda neoyorquina Interpol
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La banda neoyorquina Interpol

The Strokes, The National, TV On The Radio... De aquella fértil escena musical de Nueva York de hace 20 años surgió también Interpol, avezados herederos del sonido de Joy Division, como mostraron en un debut que traen esta semana a España por su decimoquinto cumpleaños antes de lanzar nuevo álbum.

"Estamos preparando un disco que nos tiene muy emocionados; la energía es muy buena", anticipa por teléfono el guitarrista Daniel Kessler, impaciente aparentemente por hablar de un sexto trabajo de estudio que tomará el relevo a El pintor (2014) y que aún no tiene ni título ni fecha de lanzamiento, más allá de un vago "2018".

Ofrece pocos detalles más. Enlazando con el motivo de la entrevista, el aniversario de Turn on the bright lights (2002), comenta que el proceso de composición que están siguiendo actualmente se parece mucho al de aquel primer álbum: "Con los años hemos crecido en experiencia, en gustos y en deseos de explorar nuevas áreas, pero no hacemos planes. Simplemente nos metemos a ensayar hasta que surge algo nuevo y excitante".

Por esa misma razón rehúye la etiqueta que se ha dado a Interpol como embajador de la revitalización de la que a principios del siglo XXI fue objeto el post-punk y bandas como Joy Division. "Nunca nos sentamos a decir: 'Vamos a hacer este tipo de música'. Cada miembro del grupo era muy diferente del otro en cuanto a influencias... De hecho, no íbamos ni a los mismos conciertos", rememora.

La escena neoyorquina

Tantearon "un montón de nombres horrorosos" hasta que Paul Banks, el cantante y principal compositor de la formación, propuso Interpol. Según Kessler, tampoco hubo una gran reflexión detrás de esa elección. "Nos gustó cómo sonaba y hemos tenido suerte, porque no todo lo que te suena bien ahora lo hará dentro de 20 años", apunta.

Fueron coetáneos de otros muchos grupos del underground neoyorquino que cobraron igualmente dimensión internacional, lo que hizo comparar aquella hornada con el caldo de cultivo en que devino en los años 70 la ciudad de los rascacielos con el punk.

"Estamos hablando de los tiempos previos a la explosión de internet. Muchas bandas coexistíamos en Nueva York en aquel momento, pero no sabíamos nada las unas de las otras. No fue algo tan romántico como los tiempos del CBGB, porque no había una comunidad como tal. De hecho, no conocimos hasta tiempo después a The Strokes, que recibían sobre todo atención de la prensa británica", precisa.

Pasaron varios años desde la primera actuación de Interpol, en marzo de 1998, hasta que publicaron Turn on the bright lights, recorriendo sellos de los que recibieron muchas negativas, hasta que llegó Matador, la compañía que había lanzado las carreras de grupos como Teenage Fanclub o Pavement.

"Para mí aquello fue muy importante. Ni en el mejor de mis sueños podría haber pensado que terminaríamos fichando por un sello que amábamos y que, a día de hoy, puedo decir que son además amigos", subraya Kessler. Su primer álbum los puso en el mapa y recibió los parabienes de la crítica. Sirva como ejemplo que Pitchfork, el prestigioso medio de referencia de la música alternativa, lo escogió como lo mejor de la cosecha de 2002, por delante del Yankee Hotel Foxtrot de Wilco.

En su actual gira, que les llevará este viernes a la sala Razzmatazz de Barcelona y el sábado al Dcode Festival de Madrid (7 años después de su última actuación en la capital), el público puede escucharlo íntegro y en el mismo orden, desde aquel Untitled que concibieron como arranque de sus conciertos hasta Leif Erikson, pasando por Obstacle 1, NYC y Say hello to the angels.

"Turn on the bright lights no es el disco del que más orgullosos estamos. Me gusta y me encanta tocarlo, pero no creo que sea mejor que nuestro último disco", opina el guitarrista, quien destaca sobre todo el valor del álbum como testimonio de los orígenes de la banda. "Lo que importa de un disco es que 15 años después puedas seguir sintiendo que forma parte de ti", valora.

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