Ignasi Aballí, Jean Dubuffet, Lucio Fontana, Dora García, Derek Jarman, Perejaume, Doris Salcedo, Antoni Tàpies o Michelangelo Pistoletto son algunos de los protagonistas de Colección MACBA. Bajo la superficie, la nueva exposición del centro de arte barcelonés que se nutre de sus propios fondos (más de 5.800 obras) para indagar sobre la noción de superficie como lugar privilegiado de experimentación y de sentido. En resumidas cuentas, la exposición, que se podrá ver hasta finales del año 2018, nos plantea 'rascar' la superficie de las obras de arte seleccionadas para analizar el mensaje y el significado que toda obra del arte contemporáneo debe atesorar.

En total 41 obras de 24 artistas que reflexionan en torno a la superficie, su condición matérica y la expansión del campo pictórico como un lugar significativo en las prácticas artísticas contemporáneas. "La exposición se plantea el siguiente interrogante: ¿de qué forma los géneros como la pintura y la escultura han sido alterados y dilatados hasta lograr que la propia materia se construya como mensaje crítico?", dice el museo.

Gran parte de las obras de esta muestra, comisariada por Antònia Maria Perelló, exploran las prácticas posminimalistas incorporando el contenido crítico que estas aportaron al lenguaje de la abstracción.

El primer ámbito reúne trabajos de Ignasi Aballí, Antoni Tàpies, Lucio Fontana, Karla Black o Art & Language que cuestionan el lenguaje y la dialéctica de la superficie. A partir de su deconstrucción, se subvierte y se niega la pintura transformándola en acción performática, conceptual o antirrepresentacional, por lo que es posible llegar a destruirla o hacerla desaparecer.

Los siguientes ámbitos exploran las transiciones del plano pictórico al espacio, con obras que privilegian el volumen, como las estructuras celulares de Absalon o las indagaciones de ascendencia minimalista de Charlotte Posenenske y Rita McBride, entre otros.

Cierra la exposición la obra de Michelangelo Pistoletto Architettura dello Specchio (1990), un espejo de gran tamaño dividido en cuatro partes y enmarcado con madera dorada. Este trabajo nos recuerda la paradoja de la superficie reflectante: aunque nos devuelve todas las imágenes posibles, su materialidad «transparente» es engañosamente intangible.