Las salmantinas "sin nombre", quienes se abrían paso en tiempos de difíciles

  • El machismo actual es un problema heredado, que ha ido pasando de generación en generación. Y, durante este tiempo, muchas mujeres lo han sufrido. Esas barreras para ellas, insalvables en no pocos casos, han quedado plasmadas en legajos y documentos desde siglos atrás.
Salamanca.- José Luis Martín
Salamanca.- José Luis Martín
EUROPA PRESS
Salamanca.- José Luis Martín

Y, sobre esa situación, en tiempos tan remotos como los de los Reyes Católicos, ha escrito el académico de la Universidad de Salamanca José Luis Martín. Este investigador dedica todo un capítulo a 'Las mujeres sin nombre' de la provincia en su última obra, titulada 'Antroponimia salmantina. Primeras aproximaciones históricas' y publicada por la editorial de la Diputación de Salamanca.

El autor salmantino explica en el texto que rara es la ocasión que una mujer aparece como propietaria de una vivienda en cualquier documento oficial de la época, pues, por aquel entonces, era tarea de hombres.

"Al intentar analizar el nombre de las mujeres nos encontramos con dos dificultades importantes; la primera consiste en que había pocos hogares identificados por una mujer, ya que solía aparecer como cabeza de familia el varón, y la segunda, que resulta todavía más llamativa, es que cuando consta al frente una mujer esta suele carecer de nombre de pila - como los utilizados en aquella época para los hombres-", explica.

Esa ausencia tan solo se veía suspendida "en casos de viudedad, orfandad y en otros excepcionales, reconoce. E, incluso, cuando eso ocurría, se les atribuía una relevancia social "muy escasa" ya que, en esos momentos, los notarios de la época preferían utilizar fórmulas que evitaban

"citarlas por su nombre", recoge el autor.

Y sobre esos "recursos", para no dotar a las mujeres de privilegio alguno, se referían a ellas como 'la de Peralonso', 'la de Melchior', 'la de Macías' o, incluso, 'la del syllero', como referencia a sus maridos, aún cuando se daba el caso de que ni él hombre merecía nombre alguno en el texto.

En esta misma línea, las administraciones de la época prefirieron utilizar nombres de hijos antes que referirse directamente a ellas como propietarias de casas. Por ejemplo, llegaron a escribir 'la madre de Alonso de Ledesma' o 'la madre de Pablo'.

Y, cuando un apelativo servía para referirse a las mujeres, no había problema en utilizar términos como 'Coverdesa, pobre', tal y como recogen los documentos de la época estudiados por el autor de 'Antroponimia salmantina. Primeras aproximaciones históricas'.

SUS NOMBRE OLVIDADOS

A pesar de que en el 67 por ciento de los documentos era el nombre de un varón el que estaba presente, y que en el 13 por ciento del resto se trataba de hombres sin nombre propio, todavía quedaba un 20 por ciento para que las mujeres tuviesen algo de presencia.

De esos escasos datos, el autor ha podido entresacar información sobre los nombres de mujeres que imperaban en la época de los Reyes Católicos. Si bien no estaban en mucha documentación, sí que las mujeres lucían más variedad de apelativos que los hombres.

Sobre esa diversidad en los nombres, estaban aquellos ya "viejos" en la época como Arsent, Hacca, Íñiga, Sancha o Velasquita; otros eran los "dominantes" como Isabel o María; y luego aparecían otros que se iban "consolidando" como Inés, Elvira, Catalina o Francisca.

Otra peculiaridad de la época, tanto para las féminas como para los hombres, era que no había "reglas fijas" para los apellidos. Pues entonces, incluso, había hermanos con apellidos distintos.

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