El ingeniero que aterra a Francia publica la novela 'Pandemia'

  • "Busco dar miedo sin desagradar e incomodar al lector", dice Franz Thilliez, considerado el rey francés del thriller.
  • "Durante años he dado vueltas a la idea de esta novela".
  • "Escritores eran Flauvert o Zola, no yo".

"Pienso todo el tiempo en los lectores, hay escritores que dicen que escriben para ellos, pero se escribe para los demás, para contarles historias", dice el francés, ingeniero y escritor, Franz Thilliez (Annecy, 1973), categórico.

Ha venido a España a presentar su última novela, Pandemia (Planeta), una historia que intencionadamente da visibilidad a "unos profesionales cuyo trabajo está totalmente en la sombra y sin embargo es fundamental: estamos protegidos gracias a los que investigan los virus".

La pareja protagonista la conforma un matrimonio de científicos, con una importante traba: él no puede salir de casa, ya que tiene un virus que le impide contacto alguno. Sobrecogen escenas en la obra en las que lector asiste a una casa preparada para vivir en pareja pero perfectamente aislados.

Los vemos, porque Thilliez escribe como un guionista, acostados en una misma cama sin poder abrazarse casi –solo por un tiempo limitado pueden tocarse y con mascarilla–. Y consiguen sin embargo vivir juntos y amarse: "son la prueba de cómo el amor puede con todo".

Lo que la enfermedad no ha podido arrebatarles es la pasión compartida: la ciencia. Juntos se enfrentan en Pandemia a una epidemia que invade Francia, y lo hacen sin tiempo; la humanidad depende de ellos.

"Tardé en encontrar la manera de contar esto, que ya se ha contado otras veces; quería que fuera diferente. Durante años he dado vueltas a la idea hasta que encontré esta manera", nos cuenta el ingeniero de nuevas tecnologías, que dejó su profesión por la escritura, donde le ha ido tan bien como para llevar vendidos más de cuatro millones de ejemplares.

"Me ayuda mi formación no solo para hablar de estos temas sino para el modo cartesiano en que escribo". Como científico trabaja las letras: escribe hasta que da con la fórmula que quiere. Y tiene claro que él no es escritor, sino contador de historias: "Escritores eran Flauvert o Zola, no yo".

Su principal frontera como contador de historias: "Busco dar miedo sin desagradar e incomodar al lector; huyo de ese tipo de ficción".

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