La barba vive, desde hace unos años, una época dorada. En determinadas franjas de edad, son mayoría los hombres que apuestan por lucir vello facial, hasta el punto de que han resucitado profesiones ya casi olvidadas, como la de los barberos. Pero hay algunas personas que, por mucho que lo intenten, no pueden conseguir una barba cerrada.
Crece discontinua, pueden tener bigote pero en el rostro solo 'parches' de pelo, inconexos entre sí. La culpa es de la química. En concreto, de una hormona, la dihidrotestosterona, que se sintetiza a partir de la testosterona. Esta dihidrotestosterona es el andrógeno responsable de desarrollar las características sexuales: vello facial y corporal, desarrollo genital masculino, etcétera.
Por genética, hay hombres que son menos sensibles o responden peor a la testosterona, lo que les impide tener una barba cerrada e hirsuta. En cambio, las personas sensibles a la testosterona, con mucho vello facial y corporal, también son más proclives a la calvicie.
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