Los frentes a solucionar en el entorno del Park Güell son múltiples: desde la masificación de turistas en los accesos y en el transporte público a actos de turismofobia, la poca afluencia del visitante local o la degeneración del entorno. Son tantas batallas como peso específico tiene este monumento –de los más visitados de Barcelona, con 2,9 millones de personas al año en el recinto de pago pero solo un 0,3%  de visitantes diarios barceloneses, 8.500– sobre el negocio turístico de la ciudad.

Los vecinos han recibido con satisfacción el plan estratégico que les está presentando estos días con hasta tres reuniones de trabajo el Ajuntament (la segunda se celebró el pasado 4 de diciembre y versó sobre el problema de la masificación y la tercera tendrá lugar el 18 de diciembre y tratará sobre los retos en la movilidad), pero echan de menos la concreción en fechas de ejecución de las medidas, que sí que cuentan con 25 millones de euros sobre la mesa.

Algunas de las 179 actuaciones planteadas a raíz de un concienzudo estudio municipal sobre el Park Güell, de más de dos años de duración, dan respuesta a «peticiones históricas» de la vecindad. Pero no solucionan dos aspectos sobre los que pone el acento ante 20minutos la presidenta de la Associació de Veïns del Park Güell-La Salut-Sanllehy, Cesca Sancho.

En las calles adyacentes al acceso principal al parque de Gaudí, el del la calle Olot, el exceso de turistas convive con el de circulación de coches privados y taxis.  Estos últimos dan vueltas hasta que consiguen clientes en una zona junto a dos escuelas, lo que dificulta que los alumnos crucen esta calle.

En el encuentro del próximo día 18 con los representantes del Consistorio pedirán a este que «modifique los sentidos de las calles» para intentar mejorar o frenar estos perjuicios para los residentes. Creen que estas demandas casan bien con otras que ya les han confirmado desde el Ajuntament, como la de fomentar las otras entradas al recinto del parque.

En el acceso sur al parque también se concentra otro foco de preocupación para el vecindario desde hace un par de años: la proliferación de hasta 35 tiendas de souvenirs en dos calles, una de ellas la avenida del Santuari de Sant Josep de la Muntanya.

Este 'monocultivo' comercial está expulsando al pequeño vendedor y desde el distrito de Gràcia, con el regidor Eloi Badia a la cabeza, se limitan a indicar a las asociaciones que los permisos para estas actividades económicas le corresponde darlos al Ajuntament.

Lo mismo que a los vecinos que viven de alquiler desde hace años y que, según Sancho, se están viendo obligados a marchar porque los nuevos contratos se les encarecen «entre el 50% y el 80%». El goteo contribuye a vaciar pisos que son objeto de compra por parte de multinacionales que los reforman para destinarlos al alquiler de lujo, una práctica que ya ha puesto en alerta a los residentes de Ciutat Vella o el Eixample.

La irrupción del fenómeno del alquiler turístico y sus efectos no deseados está «a las puertas» del Park Güell, aseguran preocupados.

La respuesta municipal a este malestar es la de recordar a los vecinos la existencia de controles para localizar viviendas vacías en el área, al igual que ya sucede en otras de la ciudad, y el despliegue de agentes de control. En la zona ya tienen constancia de casos de especulación inmobiliaria, como el de una casa derribada en la Baixada de la Glòria que podría cambiar a a a sus antiguos moradores por inquilinos de alto nivel adquisitivo.