Domínguez-Gil: "Se trabaja en usar animales como incubadoras de órganos humanos"

  • Beatriz Domínguez-Gil ha superado su primer semestre al frente de la ONT, liderada por Rafael Matesanz durante casi 30 años.
  • El liderazgo de España en esta materia es imbatible: el objetivo es llegar a los 5.500 trasplantes en 2022, frente a los 5.000 con los que se cerrará 2017.
  • "Se está poniendo en marcha un un programa de trasplantes cardiacos para niños muy pequeños que creemos que llevará al primer trasplante en un corto plazo".
Beatriz Domínguez-Gil, directora general de la Organización Nacional de Trasplantes.
Beatriz Domínguez-Gil, directora general de la Organización Nacional de Trasplantes.
JORGE PARÍS
Beatriz Domínguez-Gil, directora general de la Organización Nacional de Trasplantes.

Muy honrada, con una sensación de cierto vértigo pero tranquila. Así se sintió Beatriz Domínguez-Gil cuando le comunicaron que sería la sustituta de Rafael Matesanz al frente de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT). Sabe que tiene en sus manos la responsabilidad de mantener, e incluso superar, el nivel de excelencia de la considerada como la joya de la corona de la Sanidad española, pero el contar con un equipo muy cohesionado y experimentado le aporta seguridad.

Esta gallega, nacida en 1971, es licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Salamanca y especialista en nefrología. Forma parte de la ONT desde 2006 y es autora de más de cien publicaciones en revistas científicas nacionales e internacionales y de capítulos de libros.

¿De dónde le viene el interés por esta rama?

Fui una enamorada precoz de la nefrología. Me enamoré durante la carrera porque tuve unos profesores que consiguieron que me gustara mucho. Hice la especialidad en el 12 de Octubre de Madrid, un hospital especialmente activo en el ámbito de la donación y el trasplante, y muy rápidamente me atrajo el mundo del trasplante renal, no solo por sus aspectos técnicos sino también por la parte humanitaria y toda la ciencia de la donación. Luego me vino a la oportunidad de trabajar en la ONT y ya he sido una adicta a esta área de conocimiento desde hace muchos años.

¿Qué consejos le dio Matesanz?

El principal mensaje es el de estar continuamente innovando, buscando la excelencia. Es mi principal forma de trabajo y en cierta medida, él ha sido quien me la transmitió.

¿Cómo se innova en un campo en el que se es líder?

Hay una innovación cuantitativa y otra cualitativa. Estamos trabajando en consolidar líneas como la colaboración con los Servicios de Urgencia y la donación en asistolia, que nos permitan, a igual número de donantes, aumentar el de trasplantes, pero también en la utilización de órganos de donantes de edad avanzada, cada vez con mejores resultados. Por otra parte, innovaciones en otras áreas terapéuticas nos pueden abrir nuevas vías de donación. Los avances que se han hecho por ejemplo en el tratamiento de la hepatitis C plantean la posibilidad de utilizar órganos de donantes positivos para el virus en receptores negativos. Queremos hacer también hincapié en la donación pediátrica. Para 2022 nos planteamos alcanzar los 50 donantes por millón de población y aumentar en un 10% la actividad trasplantadora; acercarnos a los 5.500 trasplantes. Y luego existen las mejoras cualitativas. Con el Plan ONT Digital queremos trabajar con toda la información disponible actualmente y utilizarla para mejorar los resultados después del trasplante.

¿Cuáles serían los pasos más inmediatos?

Poner en marcha el plan estratégico de la ONT para los próximos cinco años, con las líneas de trabajo que mencionaba antes, y como algo más innovador, centrarnos en cómo vamos a desarrollar las terapias celulares sobre todo en los años venideros, cómo podemos llegar a hacer los avances en esa materia más alcanzables a la ciudadanía y de forma sostenible. También pretendemos consolidar nuestro sistema y nuestra estructura informática para dar cabida y salida a todos los aspectos y proyectos que tenemos en marcha.

¿Qué piensa cuando oye hablar del trasplante de cabeza?

La vida reside en el cerebro. De trasplantarse algo se trasplanta el cuerpo. Creo que tiene muchas consideraciones prácticas y éticas que lo ponen en duda. A todos los grandes genios se les llamó locos alguna vez, pero creo que a día de hoy no es factible.

¿Qué posibilidades puede deparar la ciencia que hoy se consideran ficción?

Una línea de desarrollo que tiene cierta envergadura pero que aún nos parece de ciencia ficción podría ser la construcción de órganos bioartificiales. No solo permitiría abordar la escasez de órganos para trasplantes sino incluso el tema del rechazo, porque se construirán ad hoc con células del receptor. Por otro lado tenemos la línea que lidera [Juan Carlos] Izpisúa de utilizar animales de gran tamaño como incubadoras de órganos humanos. Son líneas de trabajo muy avanzadas y muy atractivas. No sé si llegarán a la clínica ni cuánto  tardarán. De llegar habría que valorar mucho la sostenibilidad. ¿Podemos construir órganos sine die, cuántos, cuánto costaría?

Recientemente la ONT ha firmado un acuerdo con la India. ¿Hay previstos más?

Tenemos alguno en cola con países más pequeños. Básicamente prestamos nuestro conocimiento a la hora de construir un modelo sólido de donación y trasplantes. Muchas veces esos convenios han derivado en la copia literal del modelo español con éxito. Uno de los ejemplos más paradigmáticos es el de Croacia. En otros países, no todos los elementos son reproducibles. Pero siempre que se copia alguno vemos resultados. Con nuestra cooperación, recientemente Canadá, Australia o Reino Unido han visto un importantísimo incremento en sus cifras de donación a raíz de incorporar la figura de intensivista en el proceso de forma muy parecida a como se ha hecho en España.

España no tiene un problema de tráfico de órganos, pero usted está muy involucrada en este tema a nivel internacional. ¿Qué medidas son necesarias?

Nosotros siempre hemos basado la lucha contra el tráfico de órganos en compartir nuestro buen hacer. Si tenemos un sistema sólido de donación y trasplantes no hay pacientes desesperados que intentan buscar un órgano en el mercado negro y como resultado la explotación de una persona vulnerable en otros países del mundo. Ahora, cuando las prácticas ocurren y se detectan creemos que tiene que haber un compromiso de todos en luchar contra este tipo de prácticas, notificando los casos y persiguiéndolos adecuadamente, dotándonos todos los países de un marco legislativo similar. Es  lo que hemos intentado promover a través del Convenio de Santiago de Compostela o en el convenio del Consejo Europeo en la lucha contra el tráfico de órganos.

¿Es un problema que va a más?

No lo creo. Al contrario. En el entorno europeo en particular, gracias entre otras cosas a las acciones que se han desarrollado en el Consejo de Europa o en la UE y en cada uno de los Estados miembro, se ha reforzado mucho el control de toda la actividad de donación y trasplantes. Ahora, fuera de Europa, sí. Hay determinados destinos que sabemos que tienen problemas graves. Lo que estamos logrando es una conciencia cada vez mayor a nivel internacional para identificar esos países y pedirles explicaciones para que tomen medidas.

¿Cuáles son?

En Asia, Pakistán, India, Filipinas; en el norte de África, Egipto; algunos países del este de Europa y algunos de América Latina. Pero son los países ricos, los emisores de turistas de trasplantes, los que también tienen que asumir responsabilidades. Tiene que existir un sistema de identificación de casos que persiga investigar lo que ha ocurrido y tratar de identificar a los intermediarios y profesionales que están participando en este tipo de prácticas para acabar con ellas.

¿Con qué cifras se va a cerrar el año?

A 31 de octubre el aumento de donación y el de actividad trasplantadora era de aproximadamente el 7%.  En algunos trasplantes, como el de pulmón, superamos el 17%. Si seguimos así podríamos acabar el año con más de 2.100 donantes de órganos. Podríamos situarnos en más de 45 donantes por millón y creo que superaremos los 5.000 trasplantes. 

¿Ve necesario el registro de no donantes que plantea Compromís?

No. Primero porque ya existe el registro de voluntades anticipadas, a través del cual cualquier ciudadano puede expresar su deseo. En segundo lugar porque nosotros siempre hablamos con la familia con el objetivo de entender cuál era la intención del fallecido si no lo ha dejado  expresado en algún documento con validez legal.  Aplicar sensu stricto la ley de consentimiento presunto que propone Compromís se podría percibir como un intento de fiscalización de órganos por parte del Gobierno que tendría probablemente una repercusión muy negativa en la consideración de la donación por parte de la ciudadanía. Como lo hacemos funciona muy bien. El 85% de las familias dice que sí a la donación. No hay país con tasas de consentimiento como las nuestras.

Si tuviera que poner un pero, ¿cuál sería?

El trasplante más complicado es el cardiaco. Nuestro potencial donante es cada vez más mayor y uno de los órganos que más afectado se ve por el envejecimiento es el corazón. Estoy particularmente preocupada por ver cómo aumentar la disponibilidad de corazones para trasplante en general y para niños en particular. Ya se está poniendo en marcha en España un programa de trasplantes cardiacos para niños muy pequeños que creemos que llevará al primer trasplante en un corto plazo.

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