Tarde de caos en las urgencias del Hospital La Paz: "Parece que estamos en guerra"

  • Pacientes en los pasillos y en butacas son la tónica habitual de las urgencias de este hospital, que el lunes llegó a tener a 53 pacientes en una sala para 24.
  • "No es normal que a diario trabajemos como en situaciones excepcionales", denuncia un enfermero a este medio.
  • "No hay separación entre los pacientes. Si a uno le da una parada y tenemos que sacarlo de aquí, tardaremos 5 o 10 minutos más de lo habitual", sostiene otro.
  • Los trabajadores denuncian la falta de personal, de medios, la necesidad de una reforma de las infraestructuras y el desbordamiento casi a diario de las urgencias.
  • Los familiares se quejan de la falta de información: "No sabemos nada de mi abuelo desde hace cinco horas".
Los pacientes son atendidos en sillones y butacas debido a la alta ocupación.
Los pacientes son atendidos en sillones y butacas debido a la alta ocupación.
@Urgenciaslapaz
Los pacientes son atendidos en sillones y butacas debido a la alta ocupación.

Las Urgencias del Hospital La Paz vivieron el lunes una de sus jornadas de mayor saturación: 129 enfermos para 61 camas. Salas con capacidad para 24 llegaron a albergar a 53 personas. El centro y la Consejería de Sanidad hablan de "pico puntual" debido a un fallo en el nuevo sistema informático de ingresos, aunque admiten que existe un problema de infraestructuras que tratarán de solucionar con un proyecto de reforma de 13,7 millones de euros adjudicado por obra pública esta semana. Un proyecto que, sin embargo, no convence al sindicato MATS: "Están vendiendo humo".

Los trabajadores, en lucha desde hace años sobre todo a través de Twitter, aseguran que este nivel de saturación no es excepcional y que suele darse a principios de semana, con mayor intensidad después de un puente. Y todo, cuando aún no ha llegado la época de gripe. Denuncian la falta de personal, de medios y de espacio. Esta situación, que critican con vehemencia los sindicatos SATSE y MATS, es similar en el Hospital Gregorio Marañón -donde el martes se abrió un área aparte porque no daban abasto-, en el de Móstoles y de manera puntual en Ramón y Cajal. Así vivió 20minutos la gestión de las urgencias de la Paz del lunes 11 de diciembre desde el interior.

18.30 horas. Una veintena de personas hace cola frente a los mostradores de Atención al Paciente a la espera de que una queja verbal y por escrito ponga fin a su inquietud. El agotamiento y la indignación son evidentes: llevan horas en la sala de espera sin tener noticias de sus familiares. Desconocen su estado y su diagnóstico.

18.35 horas. Tres boxes acogen a los pacientes semigraves y graves. En el primero, moverse con facilidad es un reto. Hay 31 personas en una habitación con capacidad para 12 camas, de ahí que muchos sean atendidos, por falta de espacio y material, en butacas y sillones, algo que el propio centro prohíbe aunque no cumple. Pero esa no es la única incidencia: no hay espacio entre unos y otros ni biombos que otorguen cierta intimidad. La secuencia es asfixiante. "No hay separación entre los pacientes. Si a uno le da una parada y tenemos que sacarlo de aquí, tardaremos 5 o 10 minutos más de lo habitual", cuenta el enfermero que nos ha facilitado la entrada. Tanto él como sus compañeros quieren que la situación -que tildan de insostenible- trascienda, pero piden mantenerse en el anonimato por miedo a represalias, sobre todo los trabajadores eventuales.

19.00 horas. El problema de saturación llega al pasillo. Allí, entre la sala 1 y la 2A y 2B, junto al ir y venir frenético del personal de ambulancia y de hospital, permanecen en camas dos mujeres y un hombre, no hay hueco para ellos en otro sitio, lo que complica el paso y el traslado de otros enfermos. Además, "al estar en el pasillo no tienen toma de oxígeno", explican desde el sindicato MATS, que opera a nivel regional y agrupa a auxiliares de enfermería, enfermeros, personal de limpieza, celadores... En estos casos, las enfermeras cargan con bombonas. "Ellas están a mil cosas porque debería haber un ratio de 1 enfermera por 6 pacientes, y ahora hay 1 por 16. No se puede trabajar así. Los trabajadores se consumen porque hacen el triple de trabajo. Muchos lloran y están tomando ansiolíticos para la ansiedad".

19.10 horas. La situación en la zona de trauma es idéntica. Justo antes de llegar a la abarrotada sala, dos personas esperan fuera los resultados de sus pruebas. Están tumbadas sobre dos camillas de tres dedos de grosor, las mismas que los trabajadores del centro pusieron a la venta en Wallapop hace una semana por 1 euro, a modo de protesta simbólica. "Solo deberían usarse para el traslado. Una mujer de 90 años no puede pasar horas aquí porque puede terminar con una úlcera por presión", cuenta una enfermera antes de asegurar que "los parches y las chapuzas son habituales" en el centro. "Los hospitales tenemos que tener estas camillas por si mañana vuelca un autobús, hay un accidente de avión o vuelve a haber un 11-M. Pero no es normal que a diario trabajemos como en situaciones excepcionales. Parece que estamos en guerra", sostiene su compañero. Su mayor temor es la época de gripe, que llegará en los próximos meses. "Para nosotros la peor época del año es enero y febrero porque este hospital abarca un área geográfica donde vive gente mayor".  

19.20 horas. A unos pasos de distancia del box de trauma, hay un habitáculo contiguo en obras. El hospital reanudó hace unos meses la reforma de ese área para dar cabida a 10 camas más. Desde el sindicato denuncian, no obstante, que la dirección está vendiendo "humo". "No es una obra nueva, esto ya estaba y ahora lo quieren volver a abrir", dice uno de ellos con una chapa reivindicativa en la solapa en la que se puede leer "urgencias la Paz, en lucha". Es de los pocos que la lleva. A esta hora, la plana mayor del hospital hace guardia, y el personal dispuesto a hablar con este medio lo hace de forma discreta, evitando en todo momento ser vistos.

El pulso entre los trabajadores del departamento de urgencias y el hospital viene de lejos, aunque la reivindicación de los empleados ha cogido fuerza en el último año debido a la cuenta de Twitter @urgenciaslapaz, a través de la que publican imágenes del desbordamiento en tiempo real. Las directrices del hospital, cuentan, son tajantes: igual que se prohibió hacer fotografías del interior -hay carteles informativos en las paredes-, retuitear es tan grave como publicar un tuit. Por ello, se trata de un perfil "anónimo y colectivo" para mantener la identidad de quienes la usan, y que "sí representa a los empleados, a pesar de lo que diga el hospital".

19,25 horas. La sala de tránsito se ha convertido en una sala de preingresos. "Es un almacén de pacientes", detallan desde el sindicato. Hay ocho personas dentro y ni una sola toma de oxígeno ni de corriente, lo que conlleva una "menor seguridad" para los enfermos.

19.30 horas. Seis personas esperan en Atención al Paciente, donde el goteo de gente es constante. Julia es una de ellas: "No nos dicen nada de mi madre, que lleva desde anoche en urgencias. En teoría, de 16.00 a 21.00 se les puede visitar, pero no sé ni dónde está". Ana está igual que ella. Su familiar entró con una neumonía casi 24 horas antes y desde las 12 de la mañana no tienen noticias. "Están tan colapsadas las salas que no nos dicen nada". En ese momento, una joven llamada Marisa sale como un huracán de poner una reclamación. Su padre lleva cuatro horas sin que le cambien el pañal a la espera de que una ambulancia le traslade al hospital de Cantoblanco. "¿Solo hay una ambulancia para todo Madrid? Esto es inadmisible", dice entre lágrimas y con desesperación.

19.45 horas. Dos técnicos atraviesan la doble puerta de entrada y vuelven a la ambulancia. Llegaron a las 18.30 con un paciente grave. "Nos han tenido esperando en el pasillo una hora a que le hicieran pruebas". El jefe de las Urgencias les informó entonces de que no había camas y de que las ambulancias se quedaban retenidas.

19.50 horas. Los boxes 2A y 2B, con 12 camas cada uno, alojan a esta hora a 44 pacientes: 19 en el primero y 25 en el segundo. El pico máximo se dio unos minutos antes y fue de 53 personas, tal y como señala un celador. La sala 3, con 18 camas, aloja a 35. En la sala 1, donde ahora parece que se ha aligerado el tránsito, está Carlos, un vecino del barrio de Begoña que lleva sentado en el sillón desde las tres de la tarde. "Huy, ahora estamos mejor, hace un rato no se podía pasar y no había espacio entre nosotros". 

20.00 horas. El servicio de Urgencias cuenta con 61 camas, pero el número de pacientes alcanza ya los 129. A esta hora, el hospital Ramón y Cajal ha derivado a dos personas porque allí también están desbordados. "Cuando llegan a las 95 camas no dejan entrar a más gente", relatan desde el sindicato MATS. "En la Paz no ocurre eso porque no tenemos límite".

20.40 horas. La hora de la cena se retrasa. Esta noche y debido al poco espacio entre los pacientes, se sirve el menú de alta ocupación, "concebido para situaciones de emergencia". Las bandejas habituales dejan paso a unas más estrechas y de segundo un sándwich.

20.45 horas. Después de varias reclamaciones en Atención al Paciente, varios familiares se cuelan en los boxes para pedir información. Una enfermera, visiblemente agobiada, grita que no pueden estar ahí. Una chica al final logra lo que su madre no ha podido desde las 13.00 h: saber cómo está su abuelo. "Con el procedimiento habitual no se consigue nada", espeta.

20.49 horas. Las quejas por fin encuentran respuesta. "Se anuncia a los familiares de los pacientes de que en breves se les va a informar", advierte una voz por megafonía mientras diez acompañantes esperan su turno para poner una reclamación. 

21.06 horas. Cuarto de hora después, cuando la misma voz dice por megafonía que "los familiares de los pacientes de la sala 1 pueden pasar", más de veinte personas se agolpan con impaciencia para cruzar las puertas rojas.

21.20 horas. Un hombre encamado en el pasillo cuenta: "Estoy mucho mejor aquí que ahí dentro [en la sala]. Así que imagina cómo estaba antes aquello".

21.30 horas. Algunos enfermeros se reúnen en la sala del sindicato para firmar un documento que van a entregar al juez de guardia de los juzgados de Plaza de Castilla. Es el octavo en las últimas tres semanas y en él detallan cómo se incumplen los estándares que fijó el Ministerio de Sanidad en 2010. Quieren transmitir las dificultades para poder asumir la "responsabilidad de los cuidados", así como que trabajar en estas condiciones "aumenta el riesgo de cometer errores" en pacientes "semicríticos".

21.45 horas. Un enfermero que ya trabajó en otro hospital de la región asegura que nunca había vivido situaciones tan límite. "Nunca he trabajado tan mal como en la Paz", cuenta. "Este es el hospital de referencia pero solo para las especialidades que dan dinero y eso que las urgencias son la cara del hospital. Salimos de trabajar hartos". Por ello, se están entregando desde hace cinco días un cuestionario de evaluación de riesgos psicosociales, al que ha tenido acceso 20minutos.es, que mide los niveles de estrés entre los trabajadores. De momento se han realizado 130 cuestionarios y los resultados los darán a conocer y se enviarán a la Inspección de trabajo cuando lleguen a los 200. "Los resultados de momento son alarmantes", tal y como adelantan desde MATS.

Solo en las urgencias general del Hospital La Paz trabajan 107 enfermeras con jornadas completas, 83 auxiliares, 11 celadores de tarde, 7 por la mañana y 7 por la noche. La dirección, consciente de la situación, ha reforzado la plantilla pero con "contratos de una duración de dos semanas", según un miembro de MATS. "Las urgencias colapsan porque están al límite. Tiene que haber 100 camas, no 61". Así, piden una reforma de las infraestructuras, reposición de material ("está obsoleto y es insuficiente") y demandan manos. También, que se atiendan sus peticiones de cara a futuras obras.

A las 22.00 horas la situación se estabiliza, pero la lucha de los trabajadores para reanimar un departamento en estado crítico no acaba aquí. Continuará.

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