Crítica de 'Star Wars VIII: Los últimos Jedi': Una apuesta valiente para la saga

Rei protagoniza el episodio VIII de Star Wars: 'Los últimos Jedi'
Rei protagoniza el episodio VIII de Star Wars: 'Los últimos Jedi'
DISNEY
Rei protagoniza el episodio VIII de Star Wars: 'Los últimos Jedi'

Ponerse a los mandos de una película de la saga más conocida de la cultura popular de la historia debe provocar un nudo en el estómago de proporciones bíblicas. No es una locura imaginar a Rian Johnson, director de Los últimos jedi, pasando más de una noche en vela queriendo emular el éxito del episodio VII y de su predecesor, J. J. Abrams –que también dirigirá el capítulo IX–.

A mi juicio, las dos horas y media de filme pueden catalogarse como una de las mejores historias de todo el universo de Star Wars, superando el inicio de la nueva trilogía y equiparable –que me perdonen los que se quedan con las primeras cintas– a El imperio contraataca.

Qué difícil es hablar de una película sin querer desvelar ni un solo detalle de la trama, pero en este caso se hace imprescindible que vayamos al cine sabiendo lo menos posible.

Desde prácticamente sus primeros compases, se suceden varias líneas de guion que dan respuesta a la mayoría –no todos, siempre es bueno dejarse una bala en la recámara– de los interrogantes que nos planteamos hace dos años, en el estreno de El despertar de la fuerza. Y, a su vez, deja en el aire otro sinfín de teorías y especulaciones que alimentarán a los fanáticos durante un buen puñado de meses.

Vayamos al principio, donde dejamos los hechos del anterior capítulo: Rey (Daisy Ridley) ha encontrado por fin a Luke Skywalker (Mark Hamill), quizá la última esperanza para la rebelión, cada vez más diezmada por el tremendo poder de la Primera Orden.

En el lado de los "malos", Kylo Ren (Adam Driver) y el general Hux (Domhall Gleeson) siguen las órdenes del poderoso líder Snoke (Andy Serkis). Y, en medio, todos los grandes leitmotivs de la saga: batallas de naves que quitan el aliento, humor a raudales por parte del gran plantel de "secundarios" como BB-8 o los pequeños porgs -menos carismáticos que los clásicos ewoks, pero adorables–, y, sí, duelos de espadas láser.

Nuevos y divertidos personajes

Los nuevos personajes que se incorporan al elenco son carismáticos y rápidamente se hacen con un hueco en el espléndido casting: Benicio del Toro interpreta a DJ, un hacker que trabaja para el mejor postor;  Laura Dern es la vicealmirante Amilyn Holdo, uno de los mandos de la rebelión y mano derecha de Leia Organa; y Kelly Marie Tran se pone en la piel de Rose Tico, encargada de mantenimiento del bando rebelde con un papel importante en la cinta. Todos ellos enmarcados en unos efectos especiales que consiguen, una vez más, superarse y generar caras de asombro.

Pero, sin duda, uno de los elementos clave que recorren toda la cinta es el de la nostalgia. Son incontables –seguramente necesitaremos un segundo visionado para poder encontrarlas todas– las referencias a las demás películas de la saga, que harán en más de una ocasión soltar una lágrima al espectador.

En vez de ser un mero añadido  para meterse en el bolsillo al fan que peina canas, Johnson consigue tejer momentos profundamente emotivos que traspasan las fronteras de la ciencia ficción para quedarnos con personajes humanos que solo desean que el bien triunfe por encima de todo.

Lo bello de la saga de Star Wars, dada su repercusión histórica, es lo que ha significado y significa para millones de personas alrededor del mundo. Los más veteranos recordarán el día del estreno de la primera película y los jóvenes de como sus emocionados padres les llevaron de la mano para ver la segunda trilogía al cine.

Los últimos jedi puede suponer para muchísimos seguidores de esta galaxia muy lejana una experiencia de la que poco podrán decir nada más acabar de verla. Cuando se les pase la emoción y dejen de notar ese subidón inigualable en el cuerpo, podrán atinar a exclamar: "Impresionante".

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