ANDRÉS ABERASTURI. PERIODISTA
OPINIÓN

La remontada del Camp Nou

Andrés Aberasturi, colaborador de 20minutos.
Andrés Aberasturi, colaborador de 20minutos.
JORGE PARÍS
Andrés Aberasturi, colaborador de 20minutos.

Dos palabras 'desconexión' y 'unilateralidad' forman parte ya de la dialéctica, no tanto entre Cataluña y España (dos conceptos románticos), sino entre los políticos catalanes que representan a no todos los catalanes y los 'constitucionalistas', que a su vez representan varias ideologías del resto del estado y, naturalmente, también de Cataluña.

El presidente Puigdemont tiene algo en común con quien esto firma: vivimos con emoción la remontada histórica en el Camp Nou. Para quien esto escribe, la explicación es el topicazo de siempre: así es el fútbol. Para Puigdemont la cosa cambia: "No hay nada imposible. El Barça lo acaba de demostrar jugando al fútbol y Cataluña lo demostrará decidiendo su futuro". Bueno, hace bien en llevar el agua a su molino, pero como comentaba el lector de un digital "tiene su gracia que considere que 5 sudamericanos, 1 alemán, 1 camerunés, 1 croata, 1 manchego y 2 catalanes tengan algo que ver con la independencia de Cataluña". Pero, bromas aparte -que se podrían trasladar a cualquier equipo europeo o chino-, convendría distinguir entre 'así es el fútbol' y 'así es la política' e incluso 'así es la realidad' porque resulta que para acelerar unilateralmente la 'desconexión' de Cataluña, desde la Generalitat se impulsa la aprobación en las cortes de esa autonomía de medidas, también 'unilaterales', que hagan posible lo antes posible... ¿qué exactamente?

Porque en toda desconexión hay dos partes: se desconecta una lámpara y la bombilla se apaga, pero la electricidad sigue viva al otro lado: es la bombilla la que pierde la luz. ¿Qué va a pasar en Cataluña cuando la pequeña mayoría decida 'desconectar'? Hacen planes de un banco catalán, de una hacienda catalana, hasta de un ejército catalán; hacen planes como si la UE les fuera a aceptar al día siguiente; agilizan los procedimientos ¿para qué exactamente? ¿Para hacer de Cataluña -y naturalmente de los catalanes- un isla estrafalaria sin presente ni futuro? Porque la banca, hacienda, las empresas, los impuestos que se manejan desde el Estado central, las comunicaciones, el comercio... todo eso que ocurre todos los días no va a dejar de ocurrir y el que mande una carta con un hipotético sello de un hipotético servicio de correos catalán, por ejemplo, tendrá que saber que nunca llegará a su destino y al que pague el IRPF al hipotético Ministerio de Hacienda Independiente, le van a embargar las cuentas los de Montoro y así podríamos seguir hasta cansarnos. Y es que lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. No se puede engañar a un pueblo ni darle la espalda. Cataluña no existe como no existe España o Francia; existen los catalanes y los españoles y los franceses, que no tienen por qué sufrir las consecuencias reales de un arrebato y un sentimiento aceptable y legítimo, pero que no puede ir, hoy por hoy y unilateralmente, más allá de una actitud sentimental.

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