Pablo Iglesias vira 180º. El líder de Podemos ha constatado, año y medio después de las elecciones del 20-D, que ni será capaz de desbancar a Mariano Rajoy en solitario –al menos, a corto plazo– ni podrá consumar el sorpasso sobre el nuevo PSOE. En lugar de pugnar, Iglesias ha decidido aliarse con su socio natural en un movimiento defendido hasta la saciedad por Íñigo Errejón; ha pasado de verter ácido a aplicar jabón sobre sus relaciones con los socialistas, a los que hizo hasta una veintena llamadas al entendimiento durante el debate de la moción de censura. En Ferraz, sin embargo, aún dudan. Iglesias se ha labrado a pulso su fama de soberbio y arisco. Albert Rivera, su némesis en la nueva política, se lo recordó ayer: "Si no genera consenso, nunca presidirá un gobierno". En un Congreso fragmentado, no solo debe ganarse al PSOE, sino al resto del arco parlamentario. Si el acercamiento a los de Pedro Sánchez es una apuesta real, un golpe temporal tras la fallida moción o una táctica para captar votos de centro izquierda, solo él lo sabe.
ARTÍCULOS RELACIONADOS:
Comentarios
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que 20minutos.es restringirá la posibilidad de dejar comentarios