CARLOS SANTOS. PERIODISTA
OPINIÓN

No nos representan... bien

Carlos Santos, colaborador de 20minutos.
Carlos Santos, colaborador de 20minutos.
JORGE PARÍS
Carlos Santos, colaborador de 20minutos.

Como el Congreso lo hemos elegido nosotros, se nos parece: es diverso, variado y plural, pero también vociferante, apasionado, puntito borde, con más tendencia a levantar la voz que a escuchar argumentos, más propenso a la patada que al razonamiento y tendente a olvidar que el debate no es un fin, sino un camino para llegar a conclusiones.

De todo eso nos dieron un recital ayer. Deberían sus señorías (todas) revisar críticamente su actuación, vistos los resultados: una sesión de control que no sirvió para nada, con preguntas que quedaron sin respuesta, y una agresividad verbal de bajo nivel digna de peores causas. Mal asunto, porque el control al Gobierno no es un juego, es una obligación constitucional. Si no la cumplen, que no se quejen luego, cuando digamos que no nos representan… bien.

No me refiero al aliño indumentario, desde luego. En las primeras legislaturas entró el parlamento una estética nueva: las hawaianas de Alberti, las sandalias de Miguel Ángel Martínez, los vaqueros de Pilar Brabo, la pana de los socialistas, las camisas sin corbata de Nicolás Redondo... Si con el tiempo se fueron uniformando, hasta parecer todos vendedores de enciclopedias, no es algo de lo que deban presumir. Como dice Mónica Oltra, "ha habido camisetas que han traído dignidad y ha habido corbatas que han traído deshonra". Aunque las formas importan, tampoco me refiero al decoro, que es un concepto relativo. Baste recordar que la primera espantá de la democracia la dio en la Comisión Constitucional un tipo tan formal como Peces-Barba, que el abucheo y el pataleo son técnicas habituales en todos los parlamentos de la tierra y que la percepción del decoro evoluciona, menos mal: en 1992 mandaron a la sexta planta a un ujier, Víctor Gómez, porque... llevaba coleta.

Me refiero a la necesidad de que los miembros de ese Parlamento se ganen el sueldo haciendo algo más que muecas. Que ejerzan con seriedad la función de control y la legislativa. Que busquen acuerdos para las reformas pendientes. Hoy, sin ir más lejos, tendrían que estar reformando el artículo del Código Penal por el que ayer condenaron a un año de cárcel a una chica por un tuit ¡sobre la muerte de Carrero! Pero tienen muchas más, en lista de espera, y ahí está el problema. Este parlamento tan ruidoso, que tanto se nos parece, se está mostrando incapaz de superar la parálisis en la que estamos desde el otoño de 2015. Y en el fragor del combate, no hay manera de escuchar las voces de la razón.

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