El dinero entraba a paletadas, pero no lo veían. El partido vivía en la opulencia, pero nadie se hacía preguntas. Ni caja B, ni sobresueldos, ni manejos raros. El elefante que tenían delante era invisible y el único que podía verlo ha perdido la cabeza. Ni Arenas, ni Acebes, ni Cascos, ni Mayor, ni Rato sabían nada y el aparente crecimiento de sus narices es solo un efecto óptico.
OPINIÓN21.06.2017 - 06:39h
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