Una vez anunciada la fecha del referéndum ya imaginábamos que la escalada de acusaciones entre los gobiernos catalán y español subirían de tono hasta alcanzar la temperatura ambiente de estos días: temporal de calor. Pero era inimaginable que la polémica rodee algo tan serio como son las víctimas del terrorismo y la seguridad.

Todo empezó el lunes cuando, coincidiendo con el 30 aniversario del atentado de Hipercor, Puigdemont patinó al comparar la "persistencia" en la lucha contra ETA con el proceso soberanista. Un grave error por las víctimas, por las familias y por toda la batalla, casi en solitario, que ha librado la Asociación Catalana de Víctimas de Organizaciones Terroristas (ACVOT) por defender sus derechos desde la independencia de los partidos políticos y desde la soledad y la indiferencia consecuencia precisamente de esa lucha por ser independientes y por no ser ni manipulados ni moneda de cambio de nada. Al expresidente de la ACVOT, Roberto Manrique, herido en el atentado de Hipercor solo se le entrevistaba algunos medios de comunicación y las subvenciones a la asociación escaseaban.

Y a la polémica por las víctimas se le ha sumado la de seguridad. Tras nueve años de mesas vacías en tan solo 24 horas los dos gobiernos han sido capaces de acordar que la Junta de Seguridad se debe reunir. Han jugado con la justicia, con la política y la democracia pero con las víctimas y la seguridad no, por favor.