GERARDO TECÉ. PERIODISTA
OPINIÓN

Carta a Andrea Janeiro: Andreíta, lo siento por el pollo

Imagino que tu vida, a pesar de estar libre de pobreza, exclusión u otros problemas realmente importantes que sí afectan a mucha gente, no está debiendo de resultar sencilla. Tú no decidiste si querías o no ser parte de un circo sucio de usar, cosificar y tirar. Nadie te preguntó si, a tus dieciocho recién cumplidos, querías o no ser un producto envasado y apto para el consumo de alimañas con buen apetito. Si lo hubieran hecho, supongo que te hubieses negado. El caso es que no has tenido opción y ya lo eres. Superada la edad legal del pixel, la dirección del circo ha decidido que, quieras tú o no, va a colocarte en plena pista central para que los espectadores con más tiempo libre y menos inquietudes te tengan a tiro y puedan lanzarte cómodamente, desde sus sofás y sus móviles, sus miserias a la cara. Por supuesto -y en esto consiste tener pocas inquietudes- sin caer en la cuenta o sin importarles que solo seas una niña.

El mal rato que habrás pasado por culpa de esa masa de adultos -todos ellos figurines hermosísimos, claro- escupiendo entre sus dientes si eres bonita, fea o mediopensionista, no deja de ser también una foto. Una foto robada a una parte de la sociedad a la que han pillado, otra vez, enseñando su peor cara, masticando basura con la boca abierta en plena calle. Menuda pillada de foto. Una parte de la sociedad que es culpable de muchos de los males que luego comenta de forma hipócrita durante el telediario. "Qué pena tanto acoso escolar, pásame el pan". ¿Cómo no va a haber casos de acoso en los colegios si hay padres y madres sin nada mejor que hacer que juzgar y escupir contra una niña? Lo que habría en los colegios, en todo caso, si miramos los shares que tiene el gran circo, sería poco acoso. Es decir, la buena noticia que nos deja esta estadística es que debe de haber niños ignorando a sus padres, niños que, por suerte, no aprenden lo que ven en casa. Si no, los casos rebosarían.

Ojalá seas capaz de escapar del feo lugar en el que te ha tocado estar. Ojalá en unos años seas una adulta a la que no le importe el circo, una persona con tantas inquietudes que el foco se aburra de ti, con un mundo tan rico que a nadie le valga la pena seguir alumbrándote, juzgándote, usándote y tirándote. Mientras tanto, mientras sigas cegada y dolida, desde el lado oscuro del foco, algunos te decimos lo siento.

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