GERARDO TECÉ. PERIODISTA
OPINIÓN

Carta a Julian Assange

Gerardo Tecé, periodista.
Gerardo Tecé, periodista.
JORGE PARÍS
Gerardo Tecé, periodista.

Le escribe un admirador. Admiro el valor, y hace falta tener bastante, para pegarle una patada como la que usted le dio al escaparate tintado tras el que suceden las grandes cosas, tras el que los líderes toman decisiones que nos afectan. Gracias a las filtraciones de Wikileaks esos cristales se partieron y pudimos comprobar que ser malpensados era la opción más sensata con los que, desde arriba, nos dicen que llueve y tienen la cremallera del pantalón siempre bajada. Aquella valentía suya tuvo consecuencias, claro, y hoy vive encarcelado en una embajada en Londres desde la que observa el mundo y sus injusticias. Y a veces pasa que la lucha valiente contra las injusticias, como les pasó a Don Quixote y Pancho Sánchez, juega malas pasadas. Muchos desde fuera de Catalunya coincidimos con usted en que los catalanes tienen derecho a un referéndum, pero ese tuit suyo comparando a Catalunya con aquel estudiante de la plaza de Tiananmen y a España con los tanques es, como mínimo, una exageración del tamaño de un molino, por mucha cacicada que veamos en demonizar una votación y en las maniobras judiciales para hacerlo.

Las banderas generan tensiones y su comparación con tanques sumó tensión a la tensión que ya había y que –y esperemos que ahí se quede la cosa– vive en las redes sociales o en los debates de la tele. Cientos saltaron contra usted como si en lugar de australiano y Assange fuera catalán y se apellidara Puigdemont o Junqueras. Y cuando estaba usted comprobando, a kilómetros y desde la embajada de cada día, que quizá su ejemplo no había sido el más acertado dado el clima ambiental, parió la abuela del pajarito de Twitter y llegó Arturo Pérez Reverte. El miembro de la RAE que le llamó imbécil en la primera cita, apareció con el estandarte de España ofreciéndole un duelo a espada para solucionar la afrenta. Y usted entró, para frustración de los que tenemos esperanzas puestas en el siglo XXI. El australiano experto en filtraciones internacionales que no saben de banderas, el hombre que se la juega por desnudar al poder, dándose de hostias en mitad de un páramo digital del siglo XVI, lleno de caballeros que pasean a caballo con sus respectivas banderas en la mano. Assange, no nos haga esto a quienes creemos que las cosas de la justicia y los derechos son globales y no van de trapitos. Déjese de tanques y gigantes que solo ayudan a tensar una realidad que ya aburre. Salga del páramo de las banderas y sea un Don Quijote moderno, como lo ha sido hasta ahora.

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