HELENA RESANO. PERIODISTA
OPINIÓN

¿Y si dejamos el coche?

HELENA RESANO
HELENA RESANO
HELENA RESANO
HELENA RESANO

Tú, que me lees cada miércoles desde el metro o desde el autobús, esto que te voy a contar lo tienes más que interiorizado. Porque hace mucho tiempo que decidiste que ganabas en salud mental y física empleando una hora diaria en transporte público. Era eso o tener que pasar el agobio del atasco o el estrés de encontrar un sitio para aparcar cuando llegas al trabajo. Lo viviste durante mucho tiempo y lo desterraste de tu día a día: es empezar la jornada de mal humor, acelerado, con la sensación de que ya vas tarde a todo aunque nadie te espere. Hoy te escribo a ti: a Cari, a Gonzalo, a Carmen, a Dani y a los que cada mañana se cogen este 20minutos para entretenerse en su trayecto al trabajo o a la universidad. Vosotros habéis ganado en salud. Y os admiro porque habéis logrado el gesto más difícil de realizar ahora mismo en esta sociedad: dejar el coche en casa.

Esto en grandes ciudades es una obviedad: es muy difícil llegar a todo si no vas en coche. Al trabajo, al colegio, a la extraescolar, a la reunión de vecinos. Cada cita en una punta. Vivimos en ciudades dependientes del coche. Pero es que en ciudades más pequeñas, con distancias más asequibles, el problema empieza a ser muy parecido. Es más cómodo ir con tu coche que coger el autobús. Y nos volvemos ciudadanos atrofiados. Somos incapaces de explicar a un turista qué línea de metro tiene que coger para llegar a tal museo o tenemos que preguntar en qué parada me tengo que bajar si quiero llegar al hospital de turno (lo de las tarifas de los parkings de los hospitales nos da para otro artículo, lo sé y prometo escribir sobre este atraco). Y la situación llega a ser tan surrealista que el hecho de montarnos en el metro se convierte en el planazo que hacemos con nuestros hijos el fin de semana. Es muy triste. Son niños que no están acostumbrados a moverse así. Somos padres taxistas que los dejamos en la puerta del colegio o del entrenamiento. Y cuando les toca quedarse con los abuelos o los tíos, se echan las manos a la cabeza porque son niños que no andan, que se cansan a los cinco minutos porque todo les parece que está lejos.

Como todo en la vida, al final no seremos nosotros los que pongamos remedio a semejante despropósito: será la realidad tozuda. Nuestras ciudades ya no aguantan más contaminación, más tubos de escape parados minutos y minutos en el atasco o dando vueltas buscando un sitio para aparcar. Las restricciones a la circulación de coches por los centros de las grandes ciudades nos obligarán a dejar definitivamente el coche en casa. Y ganaremos todos: nosotros en nivel de estrés y nuestras ciudades en niveles de contaminación. Europa acaba de darnos de nuevo un tirón de orejas sobre esto. Solo un dato para acabar de convencerte: cada año mueren millón y medio de personas por la mala calidad del aire. ¡Feliz trayecto!

Mostrar comentarios

Códigos Descuento