HELENA RESANO. PERIODISTA
OPINIÓN

Las lágrimas de Keaton

HELENA RESANO
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Sus lágrimas te parten el alma, seas madre o no. Se te encoge el corazón al escuchar cómo Keaton se pregunta impotente por qué en el colegio se meten con él por su nariz y por su cicatriz en la frente. Su vídeo denunciando que cada día sufre acoso en su escuela de Tennessee se ha hecho viral. Su madre le grabó el viernes, a la salida del colegio, harta de ver la cara que cada día traía su hijo cuando iba a recogerle. Ese momento que todos los padres esperamos cada tarde, abrazar a nuestros hijos, verles cómo vienen corriendo ansiosos por contarte de forma casi siempre atropellada cómo les ha ido el día, ese momento se había convertido para la madre de Keaton en una tortura.

Esperaba con un nudo en el estómago descubrir cómo salía cada día su hijo: si venía llorando, si venía callado, si se sentaba en el coche y decidía encerrarse en su mundo. El viernes ni siquiera tuvo que esperarle a la puerta del colegio: Keaton le llamó pidiéndole que fuera a buscarle antes, que no podía quedarse a comer en el colegio porque no podía más. Harta, le grabó con su móvil: le fue preguntando qué pasaba a la hora de la comida, qué pasaba en los patios y Keaton, entre lágrimas, lo fue narrando de una forma desgarradoramente clara. Hay un momento en el que Keaton se pregunta por qué la gente disfruta haciendo pasar un mal rato a gente inocente. Lo pregunta entre lágrimas, incapaz de entender lo que le está pasando.

Su vídeo se hizo viral en pocas horas, lo vieron miles de personas y empezaron a llegar los mensajes de apoyo de personas anónimas, de otros niños que estaban pasando por lo mismo que Keaton, y también de estrellas del mundo de la música, del cine, del deporte. Le han invitado a ver el estreno de Capitán América en Los Ángeles. Selena Gómez le ha dicho que es un niño muy valiente por contar lo que contó. Su historia ha servido para poner el foco sobre un drama que se repite demasiado a menudo en las aulas y en los patios de EE UU y desgraciadamente también de España. Pero también ha servido para que esa campaña se vuelva en contra de la madre de Keaton.

Han buceado en su historia, en sus fotos en las redes sociales donde aparece con la bandera confederada. Denuncian que ha utilizado las lágrimas de su hijo para abrir una cuenta con la que recaudar dinero que serviría, supuestamente, para financiar los estudios de Keaton. Ella lo ha negado. Asegura que esa cuenta no la ha abierto ella. Pero ya da igual: no hablamos de lo que le pasó a él, hablamos de cómo es ella.

Piense como piense la madre de Keaton, sea o no votante de Trump, defensora de la Liga del Rifle o lo que le apetezca ser, aun sintiéndome a miles de años luz de ella, nada de todo eso puede tapar lo importante: que hay un niño que cada día que va al colegio siente como si fuera a una prisión. Que teme que llegue la hora de la comida por si el grupo de turno decide echarle algo en la comida o meterse con él. Que teme que de las burlas pasen a las manos. Y lo peor es cuando le preguntan qué hacen los otros niños cuando ven lo que le están pasando a él: "Nada".

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