IRENE LOZANO. ESCRITORA
OPINIÓN

Habla con ella, pero cara a cara

Periodista, escritora y política.
Periodista, escritora y política.
JORGE PARÍS
Periodista, escritora y política.

Hace años tuve un compañero de trabajo que se empeñaba en hablarnos por whatsapp. Y me crispaba. Entre su despacho y el mío había unos quince pasos, y eran los más alejados. Dirigirse a todos a través de mensajes electrónicos era su forma de levantar una fortaleza, doblemente estrafalaria, por cuanto tenía responsabilidades sobre la comunicación. Un día íbamos los dos por el pasillo, con la cabeza baja, enfrascados en los mensajes que nos estábamos mandando. De pronto, nos chocamos. Por desgracia, aquella estampa ridícula que protagonizamos no le llevó a cambiar sus hábitos.

Todos tenemos un compañero de trabajo así. ¿Se les puede convencer de que abandonen su tecnopatía? Los años de experiencia con la tecnología nos han enseñado ya algunas lecciones, de modo que le expliqué lo siguiente: el correo o el whatsapp son muy útiles cuando se trata de compartir una información de carácter instrumental. Sin embargo, en muchas conversaciones la relación que se construye es tan importante como la información que se intercambia. O más. Esa relación solo se teje en la conversación cara a cara, donde hay gestos, silencios, imprevistos, matices y miradas imposibles de plasmar en un mensaje. Por supuesto, el diálogo en persona es más arriesgado. Si te quedas pensando en lo que vas a decir, tiene un significado; si tu gesto dice una cosa y tus palabras la contraria, tiene otro. La sutileza de la conversación es infinita. Todos sabemos interpretar los ojos y el tono de nuestro interlocutor, pero necesitamos tenerlo delante.

Enseguida me colocó el estigma de 'antitecnológica'. Le contesté que la tecnología es una herramienta y, por ello, neutral. Lo importante es el uso que le damos. Y lo decidimos nosotros: las apps carecen de voluntad. Su última excusa fue que ahorraba mucho tiempo y era más productivo hablándonos por mensaje. Un mito. En su fabuloso libro En defensa de la conversación, la profesora del MIT Shirley Turkle relata experimentos que demuestran lo contrario. En AJM, un bufete jurídico de Chicago, descubrieron que los abogados que facturaban más eran los que dedicaban más horas a reunirse en persona con sus clientes. Hay ya una larga serie de estudios –algunos realizados con herramientas tecnológicas– que han analizado la relación entre conversación y productividad. De manera consistente han demostrado que nuestro rendimiento aumenta y el estrés se reduce cuando hablamos cara a cara. Lo que te hace productivo son tus interacciones con otras personas.

Díselo a todos: se gana en matices y se gana en dinero. Pero no se lo digas por whatsapp.

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