Coincide el ecuador del mandato de la alcaldesa Ada Colau con los 25 años de los Juegos Olímpicos del 92 que significaron la gran transformación de Barcelona: la abrió al mar, la situó en el mapa y el turismo empezó a entrar poco a poco, hasta hoy, que lo hace a manadas. Y 25 años después turismo y vivienda se retroalimentan y son el principal problema para Ada Colau y para todos los barceloneses que vemos cómo vivir, pasear y trabajar en nuestra ciudad es cada vez más difícil.

Lo sabía la activista Colau y su equipo y por ello el programa electoral de BComú recogía propuestas para un turismo sostenible y también para garantizar el acceso a la vivienda y luchar contra la especulación inmobiliaria. En estos dos años el consistorio ha conseguido aprobar el conocido plan de alojamientos  turísticos para intentar descongestionar las zonas masificadas y un plan de vivienda que prevé ampliar el parque público de alquiler. Pero la realidad es tozuda y han aparecido en escena los pisos turísticos convirtiendo el problema en un verdadero quebradero de cabeza para el Ayuntamiento y para buena parte de los barceloneses, pero para otros también es  una gran oportunidad como lo es para los conocidos fondos buitre. Es la ley de la oferta de la demanda, dicen, pero paseando por la ciudad la situación se antoja de no retorno.