El día en el que alguien del Gobierno de Mariano Rajoy decidió dejar en manos de la justicia y de la policía un problema que es político y que en Cataluña decidieron que ya les iba bien, se equivocaron ambos.
El Gobierno de Rajoy parece que no entiende que las operaciones policiales —por orden judicial— multiplican el número de personas que están en contra de las estructuras de la vieja España. No son necesariamente independentistas, pero sí defienden la democracia y la libertad y tienen memoria histórica de los tiempos más oscuros en la historia de este país. Y esto genera rechazo, y mucho.
Y el Govern de Puigdemont no ha entendido que no puede convocar un referéndum de forma unilateral. Aunque las manifestaciones de la Diada hayan sido masivas durante cinco años y tenga mayoría por la mínima en el Parlament... la sociedad catalana está tan divida, dejémoslo en el 50-50, que ni así sería suficiente. El Govern y el Parlament de Catalunya representan a todos los catalanes y no pueden ni silenciar a la oposición ni dar la espalda a la mitad de la población. El Govern defiende que se debe a lo que piden los catalanes y que por eso tiran adelante con el 1-O, aunque esté suspendido por el Constitucional.
Todo más que previsible. Pero unas calles llenas de policías y de protestas no es política.
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