ISASAWEIS. ESCRITORA Y BLOGGER
OPINIÓN

Cosas que perdemos con la edad

Isasaweis, colaboradora de 20minutos.
Isasaweis, colaboradora de 20minutos.
ISASAWEIS
Isasaweis, colaboradora de 20minutos.

"Ay, esa risa descontrolada que teníamos en la adolescencia...". Y entre carcajadas estuvimos Guille y yo una mañana hablando de esta reflexión que hacía él al cruzarnos con un grupo de chicas que bajaban por la calle Preciados dejándose llevar por la intensidad propia de esa edad.

Aquella tarde su idea me dejó paso y ganas de escribir. ¿Qué otras cosas además del reír descontroladamente hemos perdido al hacernos adultos?

He perdido la inocencia de creer que tres hombres vestidos de rey mago se colaban por la ventana de mi cocina en la noche más mágica del año. Los nervios de meterme en la cama después de cenar junto con mis hermanos, tratando de ser los niños más obedientes, aunque solo fuera aquella noche. Y el cerrar los ojos para hacernos los dormidos.

He olvidado cómo era el correr por el pasillo a la mañana siguiente hasta llegar al salón, agacharme debajo del árbol al lado de mis zapatos y abrir todos aquellos paquetes que me premiaban por un año en el que seguramente no me había portado tan bien como para merecer semejante montaña de regalos. He dejado en aquella época el creer que aunque solo fuera una noche cada año, todas las personas buenas se verían recompensadas.

He perdido la fe en que mis padres tendrían respuestas y solución para todo. He dejado de creer que Papá y Mamá eran superhéroes y que nunca permitirían que nada me causara daño, que podría correr a su lado, refugiarme en sus brazos y sentirme protegida.

He dejado de sentir la calma que me envolvía cuando acudía asustada a la cama de mi abuela en las noches de tormenta y ella abría las sábanas y me decía que me metiera allí a su lado, donde no llegaba el fuerte viento ni la lluvia. Y yo lo hacía y ya solo había paz.

He dejado en aquellos días el pensar que ellos estarían ahí para siempre.

He perdido la tranquilidad de vivir sin preocupaciones, ajena al mundo que contaban las noticias y que deliberadamente no se me dejaban ver. He despertado de aquellos días de fantasía donde no había gente que hacía daño, ni malos sentimientos, ni familias sin techo, ni niños sin un plato lleno, ni guerras, ni hombres locos haciendo locuras...

He dejado de confiar en la promesa de un cielo que espera a los buenos donde reunirme algún día con mis abuelos y mis personas favoritas que se fueron demasiado pronto, aunque yo en su momento no entendiera a dónde y diera por buena alguna explicación que seguramente incluía nubes, luces cálidas y gente feliz.

He olvidado, si es que alguna vez la tuve, la bendita dicha de la fe ciega.

Hemos ido perdiendo ilusiones a medida que ganamos años y el tiempo les ha ido robando la inocencia a nuestros ojos de niño. C’est la vie..., pero hay días en los que a uno le da por pensar que estaría bien poder coger como Neo la píldora azul y quedarnos en Matrix...

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