Señora 90-60-90, disculpe que de entrada cometa la incorrección de cosificarla con las medidas de pecho, cintura y caderas tomadas de un directorio de sus todavía cercanos años como modelo de pasarela y revistas cuché. Sé que es usted bastante más cultivada y espiritual que su padre, pese a haber crecido a su sombra y aprovechado los muy oportunos empujones del apellido Trump. Pero, insisto, me da usted permiso implícito para reducirla a carne, Ivanka Trump. Lo hace desde su web (ivankatrump.com), tienda virtual cuya barra de navegación tiene estas secciones: estilo, trabajo, hogar, actuación, viajes, sabiduría y, claro, tienda virtual. Entiendo, dado que ahora Papi le cede despacho en la Casa Blanca, que gestionará usted desde la sede del poder las ventas de gargantillas, active leggings, sandalias estilo ashanti y otros complementos de pijaza. Ni siquiera Amancio Ortega, que solo compra sucursales con valor histórico, hubiese soñado con una sede tan cool.

No va usted a cobrar por ser Primera Hija con oficina en el cuartel de mando, nos consuelan, pero esa es una verdad alternativa: no la imagino sin usar el sistema telefónico, sin hacer trabajar a los jardineros, camareros, limpiadores del WC, vigilantes, mayordomos y demás tropa a sueldo de lo público. Cuando la vi retratada en la mesa redonda sobre Empleo organizada durante la visita oficial de Angela Merkel, estaba usted sentada, señora Trump, al lado, codo con codo, de la doblada, envejecida y ojerosa alemana. Por primera vez en mi vida sentí una conexión empática con la canciller de hierro mientras a usted no le oscilaban ni la sonrisa ni esa curva de la medio melena que parece cincelada por un maestro renacentista. Coincide su inserción en la Casa Blanca con otros casos sobre las malas virtudes como código genético: el desde ayer extitular de la cartera de Interior de Francia empleó a sus dos hijas (50.000 euros por un minijob privilegiado) y el ex primer ministro Fillon está imputado por contratar, para supuestos empleos ficticios, a su mujer y a dos hijos. Ojalá que el nepotismo del presidente Trump al alzarla nos haya colocado en la jocosa tesitura de tener a una mujer con un meritaje que, aunque no se reduzca al canon del 90-60-90, tenga el currículo del apellido como bandera y que, por su causa, pueda usted acceder a la intranet donde están los secretos y mentiras por los que todos suspiramos.

¿Los comparte con nosotros?

@Ivanka-TrumpHQ

Jose Álgel González